Opinión del experto : Pr Michel Gilliet
El Profesor Michel Gilliet es profesor de la Facultad de Biología y Medicina de la UNIL (Universidad de Lausana) y dirige el Departamento de Dermatología y Venereología del CHUV (Centro Hospitalario Universitario de Vaud) en Suiza. Hace un balance de la situación actual de los conocimientos sobre la dermatitis atópica y los desafíos futuros.
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ADVERTENCIA
Este contenido fue escrito y publicado en octubre de 2019. Por lo tanto, es probable que esté desactualizado. Para obtener información más reciente sobre alergias, lo invitamos a consultar esta página.

¿Qué sabemos acerca de la relación entre la dermatitis atópica y la microbiota?
Desde hace poco sabemos que las bacterias que componen la flora cutánea no se limitan a explotar a su huésped para conseguir nutrientes, sino que nuestro cuerpo las utiliza también para protegerse de las invasiones de microbios patógenos con el fin de evitar infecciones de la piel. De hecho, algunas bacterias que no provocan enfermedades —llamadas comensales— tienen una actividad antimicrobiana que les permite eliminar bacterias patógenas. En la dermatitis atópica se observa un desequilibrio de la microbiota (o disbiosis) de la piel, el cual ocasiona una disminución de algunas bacterias protectoras y un aumento de las infecciones, en particular por estafilococos dorados. Esto se debe a dos mecanismos: por un lado, un defecto de la barrera cutánea que permite la penetración de bacterias patógenas; por el otro, un defecto de la reacción inmunitaria, que provoca la producción de anticuerpos de tipo IgE (inmunoglobulina E) y altera la respuesta antimicrobiana. Los estafilococos dorados invaden entonces la piel, toman el control y provocan la inflamación cutánea: aparece la dermatitis atópica. Aunque la relación entre la disbiosis cutánea y la dermatitis atópica está bien establecida, el papel de la microbiota intestinal en esta enfermedad ha sido muy poco analizado todavía. De momento, sabemos que la comunidad bacteriana intestinal puede influir, igualmente, en la respuesta inmunitaria y podría, por lo tanto, desempeñar un papel en la aparición de la inflamación cutánea. Pero antes de considerar la corrección de la disbiosis intestinal como tratamiento, queda por realizar un trabajo de investigación fundamental.
¿Es la hipótesis higienista la única que puede explicar esta enfermedad, que cada vez afecta a más y más personas?
El papel de la genética parece primordial en la predisposición a la dermatitis atópica, pero los factores ambientales son elementos desencadenantes importantes. De hecho, según la hipótesis higienista, las personas que han estado poco expuestas a los microbios externos presentan un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. Una de las razones sería que las personas no adquieren la microbiota necesaria para protegerse de la invasión por estafilococos dorados. En este sentido, se considera que el parto por cesárea es un factor de predisposición: al no estar expuesto a los microbios vaginales de la madre, la piel del bebé sería disbiótica desde los primeros meses de vida y, por lo tanto, más vulnerable a los estafilococos dorados, lo que aumentaría el riesgo de atopía. Los estudios en bebés han demostrado, por otro lado, que la disbiosis cutánea podría ser precoz y preceder al desarrollo de la dermatitis atópica y alergias respiratorias. Conseguir restablecer el equilibrio microbiano a una edad muy temprana parece ser una de las vías de intervención prioritarias. Al poner a los bebés en contacto con la flora vaginal de su madre tras el nacimiento, conseguimos restablecer el equilibrio de la microbiota cutánea de los bebés nacidos por cesárea. Estas investigaciones son prometedoras, pero se encuentran en una fase incipiente, y no sabemos todavía si esta solución es eficaz. Con fines de prevención, también se ha analizado la aplicación de probióticos directamente sobre la piel. Las cremas, ya disponibles en el mercado, han demostrado ser protectoras porque contienen bacterias «buenas». Y ahora que hemos identificado claramente a las bacterias implicadas en la dermatitis atópica, podemos desarrollar productos más selectivos y, por lo tanto, potencialmente más eficaces. Por otra parte, muchos ensayos están en marcha…
De aquí a 2050, la OMS estima que una persona de cada dos se verá afectada por una o más enfermedades alérgicas. ¿Cómo se puede actuar de forma eficaz?
Los recientes avances tecnológicos han abierto nuevas perspectivas y vías de investigación. Permiten llegar a la identificación de las subespecies bacterianas y aclarar mejor el papel de cada una de ellas. Este avance ha demostrado no solo la gran diversidad bacteriana presente en la piel sino también las variaciones observadas entre personas. La dermatitis atópica es la enfermedad en la que más hemos avanzado, principalmente en lo que respecta al papel específico de los estafilococos dorados. Pero la disbiosis cutánea podría desempeñar un papel muy importante en otras enfermedades cutáneas inflamatorias: también está relacionada con el acné vulgar y con la hidrosadenitis supurativa (o enfermedad de Verneuil), una afección crónica dolorosa que cursa con brotes. En la actualidad, se entiende bien en papel de la disbiosis en la dermatitis atópica y los esfuerzos se centran ahora en el desarrollo de estrategias preventivas. El desafío estratégico de los próximos años consiste en encontrar medios de intervención temprana para eliminar la enfermedad y contribuir al bienestar de las personas afectadas. ¡En 30 años tenemos tiempo de hacer grandes progresos!