Publicaciones científicas: el extraño caso del Dr. Ciencia y Mr. Fraude

En la actualidad, dos males están gangrenando el mundo de la edición científica, imprescindible para compartir los resultados de la investigación: las revistas depredadoras y las fábricas de artículos.
¡Sumerjámonos en este mundo desalmado!

Fecha de publicación 25 Noviembre 2021
Fecha de actualización 30 Marzo 2022

Acerca de este artículo

Fecha de publicación 25 Noviembre 2021
Fecha de actualización 30 Marzo 2022

En la investigación, la publicación de artículos científicos permite a los investigadores compartir sus descubrimientos. Un sistema de revisión cruzada garantiza la calidad de los trabajos publicados: todos los artículos científicos de una revista digna de este nombre son revisados por otros expertos en el campo, que pueden rechazar la publicación si la consideran errónea o sin interés, pedir al autor que lo mejore, etc. Pero...

Las revistas depredadoras (predatory journals)

Existen revistas que de eso solo tienen el nombre: las revistas depredadoras. Su principio es que el autor paga para que publiquen su artículo, sea cual sea su calidad. El problema es que los propios investigadores a veces caen en el engaño, o bien como autores (algunas revistas no depredadoras piden una participación en los gastos de publicación), o bien como lectores, suponiendo que estos artículos han sido objeto de una adecuada revisión científica. En 2012, el estadounidense Jeffrey Beall denunció estas revistas,1,2  propuso una lista de criterios para identificarlas (aceptación demasiado rápida de los artículos, etc.) y elaboró una lista de estas ovejas negras.3 Después, varios colectivos tomaron el relevo, como predatoryjournals.com. Para denunciar la magnitud de estas prácticas, algunos autores incluso llegan a proponer artículos inverosímiles: por 55 dólares, unos autores francosuizos ridiculizaron a una de estas revistas consiguiendo que se publicara un artículo alucinante firmado por varios autores ficticios, de institutos inexistentes (Institute for Quick and Dirty Science), con una metodología absurda, unas conclusiones delirantes (enriquecer la sal de mesa con hidroxicloroquina para reducir los accidentes de patinete) y una bibliografía descabellada.

Las fábricas de artículos (paper mills)

Como si este mal no fuera suficiente, una segunda plaga está gangrenando la edición científica: las fábricas de artículos (paper mills). Estas proporcionan a autores con poca inspiración, tiempo y ética, pero que están dispuestos a pagar para dar un impulso a su carrera, artículos preparados cuyos datos se han creado de la nada. Estos artículos pueden publicarse en revistas tradicionales (no revistas depredadoras), con lo que resulta difícil identificarlos. El timo podría haber adquirido proporciones industriales que podrían cifrarse en miles o decenas de miles de artículos.4

Se está organizando el contraataque

La comunidad científica se organiza para luchar contra esta segunda peste, con científicos transformados en detectives voluntarios, como la microbióloga Elisabeth Bik.5 En 2020, buscó imágenes demasiado similares para ser honestas y colgó en su blog6 más de 400 artículos probablemente procedentes de una sola fábrica china. Irán y Rusia también están en el punto de mira. Ahora, los editores estudian los artículos señalados, desautorizan muchos de ellos o los publican con la mención «preocupante».7 Los editores serios también son más cuidadosos con los nuevos artículos propuestos y no vacilan en pedir los datos brutos a los autores para comprobar la realidad de los estudios realizados.

400 más de 400 artículos probablemente procedentes de una sola fábrica china

Ante la magnitud de estos dos fenómenos, se imponen la prudencia y el sentido crítico, porque todos podemos caer en el engaño. Consciente de estos timos, el Biocodex Microbiota Institute selecciona con el mayor cuidado los artículos que publica en su página web.

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