El eje intestino-cerebro-pelvis: un nuevo descubrimiento científico sobre la microbiota
¿Y si los microorganismos presentes en el intestino y la vagina de la mujer fueran capaces de predecir su nivel de estrés, su bienestar sexual o su capacidad de recuperación después de un cáncer? Un nuevo estudio revela que la microbiota no tiene un papel pasivo, sino que es el arquitecto invisible que moldea la calidad de vida de las mujeres con enfermedades del endometrio.
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Acerca de este artículo
Los médicos que tratan el cáncer de endometrio suelen centrarse en la cirugía, las hormonas y el grado del tumor. Sin embargo, los microbios que viven en el cuerpo de la paciente podrían influir silenciosamente en cómo se siente, en su nivel de estrés, en su digestión e incluso en su libido. Un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores de la Universidad de Oklahoma aporta datos contundentes que confirman esta hipótesis 1. Los investigadores realizaron un seguimiento de 140 mujeres que debían someterse a histerectomía, algunas con cáncer de endometrio (CE, n = 47) y otras con enfermedades ginecológicas benignas, como fibromas o endometriosis (n = 93).
Antes de la intervención quirúrgica, cada mujer completó encuestas validadas para evaluar su salud mental y física, sus síntomas gastrointestinales, su nivel de estrés, su función sexual y su bienestar vaginal. Al mismo tiempo, los científicos recogieron muestras vaginales y rectales para realizar la secuenciación de la microbiota, con el objetivo de relacionar los indicadores de calidad de vida con huellas microbianas en dos zonas clave del cuerpo.
La paradoja microbiana del cáncer de endometrio
Aquí es donde la situación dio un giro inesperado. En la mayoría de las mujeres sanas, una baja diversidad vaginal y una microbiota dominada por la especie protectora Lactobacillus crispatus se consideran signos de equilibrio. Sin embargo, en este estudio, las pacientes con cáncer de endometrio tenían el perfil opuesto, ya que presentaban una mayor
(sidenote:
Diversidad microbiana vaginal
Se refiere a la variedad y el equilibrio de las especies bacterianas que viven en la vagina. Los cambios en esta diversidad pueden repercutir en síntomas como sequedad, irritación y riesgo de infección.
)
, y cuanto más diversa era su microbiota, más intensos los síntomas de sequedad e irritación vaginales. Quizás lo más sorprendente fue que
(sidenote:
Lactobacillus iners
Una bacteria vaginal que aporta menos protección y que produce únicamente ácido L-láctico, la cual suele asociarse a desequilibrios microbianos y a la vulnerabilidad frente a infecciones oportunistas.
)
, una bacteria generalmente considerada nociva, era más abundante en las mujeres con síntomas más intensos, junto con Lactobacillus gasseri y Streptococcus agalactiae, una bacteria vaginal más bien «beneficiosa». En resumen, los microbios que normalmente son sinónimos de salud parecían asociarse con molestias en esta población de pacientes oncológicas, lo que indica que las normas de la ecología vaginal pueden cambiar en el ámbito del cáncer.
La conexión entre el intestino, la mente y la pelvis
La microbiota rectal también reveló información sorprendente. En las mujeres con CE se observó una asociación entre ciertas bacterias intestinales específicas, sobre todo las del orden (sidenote: Gastranaerophilales Orden de bacterias intestinales que, en este estudio, se asoció con una mejor salud mental y una reducción del estrés en mujeres con cáncer de endometrio. Se cree que estas bacterias están implicadas en la comunicación entre el intestino y el cerebro y en el equilibrio metabólico. ) , con una mejor salud mental, una reducción del estrés y un mayor bienestar físico. Otras, como las de las familias (sidenote: Christensenellales Familia de microbios intestinales que suelen asociarse con un metabolismo sano y una reducción de la inflamación. En este caso, se observó una correlación entre su presencia y una disminución de la distensión abdominal y las molestias gastrointestinales. ) y Desulfovibrionales, mostraron una correlación con una disminución de la distensión abdominal. Por el contrario, las bacterias de la familia Veillonellales se asociaron con más distensión abdominal y molestias en mujeres con afecciones benignas. Incluso se observó una asociación entre la libido y un perfil microbiano específico, ya que hubo una correlación entre la presencia de Porphyromonas y Campylobacter en la vagina y una disminución de la libido, mientras que Dialister estaba presente en las mujeres que declaraban tener más interés por el sexo. Estas asociaciones tienden a indicar que existe un auténtico eje (sidenote: Eje intestino-cerebro-pelvis Concepto que describe la intricada red de comunicación entre la microbiota intestinal, el cerebro y los órganos reproductores, sugiriendo que los cambios microbianos en el intestino o la vagina pueden influir en el estado de ánimo, el estrés y la salud sexual. ) , es decir, una conexión biológica entre la microbiota, la mente y la salud íntima.
Replantear el papel de los microbios en el tratamiento del cáncer
La característica distintiva de este estudio radica en integrar la experiencia del paciente con la biología molecular, tendiendo un puente esencial y poco común entre el ámbito clínico y el laboratorio. Los datos indican que en vez de ser un simple espectador pasivo, la microbiota puede convertirse en un participante activo en la expresión de los síntomas y la recuperación. En el futuro, la cartografía de estos perfiles microbianos podría ayudar a predecir qué pacientes son más propensas a sufrir efectos secundarios vaginales o gastrointestinales durante el tratamiento antineoplásico, o cuáles podrían ver comprometido su bienestar emocional.
Este descubrimiento también allana el camino hacia intervenciones de alta precisión en la microbiota, desde la administración de probióticos dirigidos hasta estrategias dietéticas diseñadas no solo para combatir la enfermedad, sino también para restaurar el bienestar, la salud sexual y la resiliencia de las mujeres que se enfrentan al cáncer de endometrio y sus secuelas. Como afirman los autores principales, los microbios de la vagina y el intestino pronto podrían convertirse en «signos vitales» capaces de indicar no solo de qué enfermedad padece la mujer sino también cómo se siente.