Dolor pélvico: ¿la clave está en la microbiota?
Las mujeres cumplen una doble condena dado que en algunos casos al dolor pélvico crónico se suma un dolor extremo. ¿Y si unas pocas bacterias explicaran por qué la vejiga, la vagina o el recto son tan sensibles?
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Acerca de este artículo
No es algo muy conocido pero todos los órganos situados en la interfaz con el mundo exterior, incluida la vejiga (¡ojo, la orina no es estéril!) y la vagina (reino de los lactobacilos), albergan una microbiota residente que contribuye a su buen funcionamiento o que, en caso de disbiosis, conduce a la aparición de enfermedades, incluida la sensación de dolor.
Para profundizar en el tema, un equipo de investigadores examinó a 30 mujeres con (sidenote: Dolor pélvico crónico Dolor persistente, sin relación con el ciclo menstrual, en estructuras relacionadas con la pelvis, que dura más de seis meses. En muchos casos no se identifica una causa específica y puede considerarse un síndrome de dolor regional crónico o un síndrome somático funcional. Suele asociarse a otros síndromes de dolor somático funcional (por ejemplo, síndrome del intestino irritable, síndrome de fatiga crónica inespecífico), así como a trastornos mentales (estrés postraumático o depresión). Profundizar Speer LM, Mushkbar S, Erbele T. Chronic Pelvic Pain in Women. Am Fam Physician… ) (DPC). La mitad experimentaba (sidenote: Hipersensibilización pélvica Disminución de los umbrales nociceptivos corticales que provoca malestar o dolor ante estímulos normalmente indoloros como el llenado de la vejiga, hipersensibilidad visceral, ardor vulvar por contacto y dolor anormalmente intenso ante estímulos normalmente dolorosos. Profundizar CHU Dijon ) , una condición en la que el mero roce de la ropa interior o la presión de la vejiga llena desencadena dolor. 1
26% El dolor pélvico crónico afecta a alrededor del 26% de las mujeres a nivel mundial. ²
3 meses el dolor crónico es el que persiste durante más de 3 meses. ³
4% y el 16% de las mujeres: esta es la tasa de prevalencia del DPC. Es similar a la de la migraña o el asma. ⁴
Microbiotas en mal estado
Las mujeres que padecen DPC con hipersensibilización tienen umbrales de percepción del dolor muy bajos. Por ejemplo, una presión ínfima en la vejiga basta para causar dolor. Pero por si esto fuera poco, el dolor experimentado no solo es más intenso, sino también más persistente. En otras palabras, todo contribuye a aumentar el sufrimiento.
Ahora bien, estas mujeres presentan una alteración de su microbiota intestinal, urinaria (vejiga) y vaginal, que consiste generalmente en una disminución de los beneficiosos lactobacilos: menos Lactobacillus en la microbiota intestinal, diversificación de la microbiota vaginal (lo cual no es una buena señal) con una mayor abundancia de Streptococcus y Prevotella y escasez de otros grupos bacterianos, y mayor diversidad de la microbiota urinaria (tampoco es una buena señal), con Clostridium sensu stricto 1 como protagonista.
Las enfermedades asociadas al dolor pélvico crónico, bajo la lupa
El dolor pélvico crónico, que afecta a alrededor del 26% de las mujeres en el mundo, a menudo se asocia con otros trastornos, como:
∙ Endometriosis, una afección ginecológica que supone el crecimiento de tejido similar al endometrio fuera del útero, causando dolor e infertilidad.
∙ Irritable bowel syndromee (IBS), una afección del intestino caracterizada por dolor y distensión abdominal, diarrea o estreñimiento, y a menudo exacerbada por una disbiosis intestinal.
∙ Otros síndromes de dolor crónico o trastornos mentales (estrés postraumático, depresión, etc.).
La microbiota —intestinal, vaginal o urinaria— podría estar implicada en la evolución de todas estas enfermedades, por lo que merece una atención especial.
Un perfil bacteriano específico como marcador del dolor
Pero aún hay algo más preocupante: algunas de estas bacterias que están sobrerrepresentadas o infrarrepresentadas en las mujeres hipersensibles están directamente relacionadas con síntomas clínicos. Por ejemplo, se observa una correlación entre la disminución de Akkermansia o Faecalibacterium en el intestino y el aumento del dolor rectal. Menos L. jensenii en la vagina significa más dolor menstrual y una reducción de la capacidad de la vejiga. Menos Lactobacillus en la vejiga y esta se vuelve menos eficiente.
Reglas dolorosas: ¿y si la microbiota vaginal estuviera involucrada?
Reequilibrar la microbiota podría reducir el dolor
En definitiva, a partir de bacterias de la flora intestinal, vaginal y urinaria, los investigadores lograron establecer perfiles bacterianos que actúan como marcadores de la sensibilidad.
Sin embargo, ¿son estas bacterias la causa o la consecuencia del dolor? Por el momento, es imposible determinarlo con certeza. No obstante, esta investigación abre nuevas y prometedoras vías: los probióticos podrían representar una futura solución terapéutica para estas mujeres, al igual que los prebióticos, los simbióticos y las estrategias nutricionales. De este modo, se podría aliviar ciertas formas de dolor mediante una sencilla intervención en la microbiota.
Reequilibrar estas microbiotas con probióticos podría no solo aliviar el dolor, sino también actuar sobre el origen de la enfermedad.
Profundizar:
Varios estudios están investigando actualmente el papel de los probióticos en el tratamiento de enfermedades como la endometriosis, SII (síndrome del intestino irritable), u otros trastornos que implican una inflamación intestinal persistente.