La sorprendente clave de la enfermedad de Alzheimer podría estar en el intestino, no en el cerebro
Los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer podrían no surgir del sistema nervioso central o del cerebro, sino del intestino. En un nuevo estudio, se ha descubierto que lo importante no es la salud general del intestino, sino las bacterias concretas (nuevos biomarcadores). Por insólito que parezca, algunas especies nos protegen, mientras que otras, incluso aunque pertenezcan a la misma familia, pueden ser dañinas.
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Acerca de este artículo
Durante años, hemos sabido que el intestino y el cerebro están en comunicación constante. Este «eje intestino-cerebro» es el motivo por el que sentimos «mariposas» cuando estamos nerviosos. Ahora, en un innovador estudio reciente 1 se apunta a que esta conexión es mucho más importante de lo que nunca habíamos imaginado, ya que se reveló que los primeros indicios de la enfermedad de Alzheimer podrían no estar en absoluto en el cerebro, sino ocultos entre billones de bacterias que viven en el intestino.
No se trata del tamaño del grupo, sino de quién forma parte de él
Los científicos solían pensar que, en la enfermedad de Alzheimer, el problema radicaba en una pérdida general de distintos tipos de bacterias intestinales, como si se tratara de un jardín con menos diversidad. No obstante, en esta nueva investigación se ha hallado algo totalmente distinto. En personas con pérdida de memoria, aquellas con diagnóstico de deterioro cognitivo leve (DCL), el número global de tipos de bacterias estaba bien.
El problema era un cambio en el tipo de bacterias concretas presentes. En el estudio se han identificado 59 tipos específicos de bacterias, posibles biomarcadores que estaban más o menos presentes en las personas de camino a padecer la enfermedad de Alzheimer. Esto nos hace pensar que el problema no consiste en tener menos bacterias, sino en que las bacterias equivocadas estén al mando.
Los héroes y los villanos del intestino pueden parecerse mucho
Aquí es donde la historia se pone interesante de verdad. En el estudio se reveló que dos bacterias de exactamente la misma familia pueden tener efectos del todo opuestos. Es como si en una familia hubiera un «gemelo bueno» y un «gemelo malvado». Una bacteria, llamada Bacteroides eggerthii, se relacionó con un menor riesgo de problemas de memoria; era como un héroe para el cerebro. Pero su pariente cercano, Bacteroides thetaiotaomicron, se vinculó con un mayor riesgo; es decir, actuaba como un villano. Se trata de un descubrimiento fundamental, porque significa que en las investigaciones anteriores, en las que no se podían diferenciar estas bacterias «emparentadas» entre sí, se perdían los detalles más importantes para comprender la enfermedad.
¿Cuáles son las etapas de la enfermedad de Alzheimer?
No hay signos detectables de la enfermedad; los leves lapsus de memoria se deben a la edad y no están relacionados con el deterioro cognitivo.
Aparecen olvidos ocasionales (dificultad para encontrar las palabras, confusión entre varios nombres, objetos extraviados…), pero no tienen ningún efecto en la vida social o profesional.
Los problemas cognitivos empiezan a ser perceptibles y recurrentes, con desorientación, objetos extraviados, dificultades para concentrarse, discurso repetitivo… La persona es consciente de ello, lo que puede provocarle ansiedad o entrar en un estado de negación.
La enfermedad de Alzheimer se diagnostica oficialmente; la pérdida de memoria y las dificultades para realizar tareas complejas (como cálculos mentales o recordar acontecimientos recientes) se acrecientan, aunque la autonomía básica sigue estando intacta.
El paciente ya no puede llevar a cabo ciertas tareas de la vida diaria por sí mismo (como cocinar o elegir qué ropa ponerse), aunque se siguen cubriendo las necesidades básicas (comer o ir al baño); la asistencia a domicilio se convierte en una necesidad.
Se necesita asistencia para las actividades básicas y los trastornos conductuales (nerviosismo, deambulación, alucinaciones, sospechas, agresividad…) dificultan la vida familiar cada vez más.
El paciente ya no puede moverse ni comunicarse (hablar o sonreír) y depende totalmente de otras personas para todas sus necesidades de atención; los pacientes a menudo se enfrentan a complicaciones físicas en esta fase final. 2
Hacia un nuevo futuro para la detección temprana
¿Qué significa esto para nosotros? Esta investigación está allanando el camino hacia un nuevo enfoque revolucionario para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer. Al identificar a la bacteria «buena» llamada Akkermansia muciniphila, que se relacionó con una menor concentración de la (sidenote: Proteína amiloide tóxica Los amiloides son acumulaciones de proteínas que se pliegan juntas. En algunas enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer, se forman placas amiloides a partir de proteínas plegadas incorrectamente, compuestas principalmente por la proteína amiloide beta. Estas placas se forman en torno a las neuronas y no las dejan funcionar. ) en el cerebro de los pacientes con enfermedad de Alzheimer, los científicos están creando un «modelo» de un intestino sano.
Un día quizás seamos capaces de utilizar una simple muestra de heces para determinar la presencia de estos héroes y villanos bacterianos concretos. Esto podría ayudar a identificar el riesgo de una persona de sufrir la enfermedad de Alzheimer años antes de lo que podemos hacerlo en la actualidad, lo que supondría una ventana temporal clave para proteger la salud cerebral mediante la dieta y el estilo de vida.