Desde que nacimos hasta que morimos, el exposoma tiene distintas consecuencias para nuestra salud
Nuestra sensibilidad al entorno cambia a lo largo de la vida. Desde el embarazo, el exposoma moldea la inmunidad, influye en el microbiota del bebé y afecta su riesgo futuro de desarrollar asma o alergias. Durante la adolescencia, impacta la salud mental y de la piel. En la edad adulta, influye en la inflamación y el bienestar general. En las personas mayores, puede tanto preservar como perjudicar la longevidad, como lo demuestran estudios sobre el microbiota de los centenarios.
Descubre cómo cada etapa de la vida interactúa con el exposoma.
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Acerca de este artículo
Índice
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Los 1000 primeros días
Desde hace varios años se sabe que los microorganismos de la microbiota intestinal son imprescindibles para que el sistema inmunitario pueda desarrollarse. Sin embargo, podrían estar implicados otros mecanismos relacionados con la exposición temprana del feto y del niño pequeño a factores ambientales.
Periodo perinatal
- Embarazo: la microbiota materna (intestinal, cutánea, pulmonar y posiblemente placentaria) parece ejercer efectos importantes sobre la maduración de la función inmunitaria del bebé. Por ejemplo, un estudio demostró que exponer a mujeres embarazadas a bacterias procedentes de establos reducía el riesgo de que sus hijos padecieran asma en el futuro. También existe una microbiota placentaria, que es más parecida a la microbiota oral de la madre que a su microbiota vaginal o intestinal, y que podría desempeñar un papel importante en este proceso de maduración.
- Parto: los microbios que colonizan a los bebés nacidos por vía vaginal son similares a los que están presentes en la vagina de su madre. Estos bebés también tienen una microbiota intestinal más rica y diversa que aquellos nacidos por cesárea, dos características asociadas a un menor riesgo de asma.
- Lactancia materna
También se cree que intervienen otros factores del exposoma perinatal (tratamiento con antibióticos, lactancia materna, prácticas alimentarias, etc.).

Pequeñas bacterias, grandes riesgos: cómo los microorganismos vaginales moldean la salud durante el embarazo
Primera infancia
Desde mediados del siglo pasado, la tendencia a adoptar estilos de vida más acomodados y a tener viviendas más modernas e «higiénicas» ha alterado la exposición humana a los microbios. Estos cambios podrían predisponer a los niños a desarrollar enfermedades inflamatorias crónicas.
De hecho, existen pruebas contundentes de que la exposición temprana a poblaciones microbianas ricas y diversas produce un efecto protector, siempre que tenga lugar en una etapa temprana de la vida. Es lo que se conoce como una «ventana de oportunidad».
Diversos estudios han demostrado, de forma contraintuitiva, que la presencia de animales domésticos, roedores, hongos o bacterias en el entorno vital del niño durante la lactancia o la primera infancia mejora la diversidad bacteriana de su microbiota y puede brindarle protección contra el asma.
¿Perros y microbiota del polvo en la prevención del asma: una jugada maestra?
Infancia y adolescencia
Un estudio realizado con 504 niños de 6 a 9 años que fueron sometidos a seguimiento durante 8 años demostró la validez del enfoque basado en el exposoma. Los investigadores evaluaron el impacto de diversas exposiciones (dieta, actividad física, sueño, contaminación atmosférica, estatus socioeconómico) en determinados marcadores sanguíneos (metabolitos).
Puntaje del exposoma
Los investigadores calcularon, para cada niño, una «puntuación de exposoma» que mide el impacto total de las diversas exposiciones sobre la salud.
Los resultados revelaron una asociación entre esta puntuación y 31 metabolitos, 12 de los cuales no estaban vinculados a ninguna exposición individual. Esto indica que las exposiciones ambientales y aquellas relacionadas con el estilo de vida no ejercen sus efectos fisiológicos de forma aislada.
Más bien, existe una compleja interacción entre las exposiciones externas y las respuestas fisiológicas internas asociadas.
Además, una puntuación de exposoma alta se asocia a concentraciones más bajas de acetato, un (sidenote: Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) Los Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) son una fuente de energía (carburante) de las células de la persona que interactúan con el sistema inmunitario y están implicadas en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Silva YP, Bernardi A, Frozza RL. The Role of Short-Chain Fatty Acids From Gut Microbiota in Gut-Brain Communication. Front Endocrinol (Lausanne). 2020;11:25. ) corta producido por la microbiota intestinal, y los estudios sugieren que el acetato puede tener efectos beneficiosos en la salud metabólica, cardiovascular y neuronal 34.
Después de todo, comerse los mocos del hermano mayor podría no ser tan mala idea.
Acné
Otro estudio, esta vez realizado en adolescentes, demostró que numerosos factores relacionados con el estilo de vida (consumo de leche desnatada y suplementos de proteínas de suero de leche como la proteína whey, estrés, contaminantes, medicamentos, factores climáticos, etc.) tenían un impacto contundente en el desarrollo y la severidad del acné y en la eficacia de los tratamientos.
Los productos para el cuidado de la piel y los cosméticos, que forman parte del exposoma externo, pueden activar la inflamación y provocar brotes de acné debido a alteraciones de la barrera cutánea y el equilibrio de la microbiota cutánea, aumentos en la secreción de sebo, modificaciones de la microbiota y la activación del sistema inmunitario innato 35.
Salud mental
También sabemos que durante la adolescencia, el estrés –a menudo más intenso que en otras épocas de la vida– y el aumento de la producción de andrógenos (como la testosterona) pueden modificar la microbiota y, por lo tanto, el eje cerebro-intestino.
La investigación sugiere que estos cambios en el exposoma interno podrían estar implicados en la aparición de enfermedades psiquiátricas, muchas de las cuales se manifiestan por primera vez durante la adolescencia 36.

¿Qué papel juega el microbiota en el eje intestino-cerebro?
Edad adulta
Cada vez está más claro que la microbiota intestinal interviene en diversos aspectos del bienestar físico y mental, y que su estructura y función dependen en gran medida del estilo de vida.
Mientras que el impacto del exposoma es crucial al principio de la vida, sabemos que sus efectos nocivos pueden continuar en la edad adulta. Por ejemplo, la dieta occidental (baja en fruta, verdura y cereales integrales, rica en productos animales y alimentos ultraprocesados) puede provocar alteraciones de la biopelícula y la barrera intestinal, aumentando la permeabilidad del intestino.
Este último permitirá entonces la entrada de trozos de bacterias en el torrente sanguíneo (endotoxinas o lipopolisacáridos), provocando inflamación crónica de bajo grado que puede tener consecuencias perjudiciales para el metabolismo y el comportamiento. Por el contrario, una dieta rica en fibra y fitoquímicos vegetales puede favorecer la diversidad microbiana y reducir el estrés oxidativo y la carga inflamatoria.
Una dieta desequilibrada combinada con estrés, la falta de contacto con la naturaleza, un entorno pobre en microbios y la falta de actividad física al aire libre también pueden provocar alteraciones de la diversidad de la microbiota intestinal y cutánea. Y la menor diversidad de la microbiota puede conducir a disfunción inmunitaria e inflamación crónica que pueden afectar a todos los órganos y preparar el terreno para enfermedades crónicas 37.
¿Cómo mantener un microbiota saludable?
En los mayores
El envejecimiento se asocia generalmente a una alteración de la microbiota intestinal. Con el tiempo, esta tiende a perder su diversidad y equilibrio (disbiosis), lo que contribuye a acentuar los procesos inflamatorios y a aumentar la susceptibilidad a enfermedades que hacen más vulnerables a las personas mayores.

Por el contrario, mantener el equilibrio de la microbiota a lo largo del tiempo contribuye al funcionamiento adecuado del metabolismo y del sistema inmunitario, y a preservar la salud cardíaca, ósea y cognitiva.
Aunque las causas de las alteraciones que se producen en la microbiota con la edad siguen siendo objeto de investigación, el estudio de la microbiota de centenarios nos indica que ciertos factores del exposoma podrían estar implicados en este proceso.
Por ejemplo, se observa una correlación entre los hábitos alimentarios, en particular el cumplimiento de la dieta mediterránea (rica en fibra y antioxidantes), y las especies microbianas intestinales relacionadas con la longevidad. , Mantener la actividad física, no fumar y tener condiciones laborales satisfactorias son otros factores que podrían estar implicados.