La microbiota intestinal, ¿depuradora de PFAS?
Las PFAS, más conocidas con el término de «contaminantes eternos», han contaminado nuestro entorno y nuestros alimentos. Las bacterias intestinales podrían limitar la absorción de estas sustancias por nuestro organismo: las secuestran antes de echarlas con las heces por el retrete. ¡Hasta nunca!
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Acerca de este artículo
Las
(sidenote:
PFAS (sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas)
Gran grupo de compuestos químicos, también llamados «contaminantes eternos», formados por una cadena carbonada más o menos larga o ramificada y que contiene al menos un grupo fluorado. Su extrema persistencia en el entorno se conoce desde hace largo tiempo: la semivida de algunas PFAS podría llegar a varias decenas de años en el entorno. No obstante, otras propiedades, presentes en ciertos subgrupos de PFAS, son preocupantes:
• la capacidad de bioacumulación en los organismos vivos;
• una fuerte movilidad en el agua, el suelo y el aire;
• un potencial de transporte a larga distancia;
• efectos (eco)tóxicos que tienen un impacto sobre la salud humana y el entorno.
Fuentes:
European Environment Agency: PFAS Pollution in European Waters
Gaillard L, Bernal K, Coumoul X et al. Forever pollutants and human contamination: State of art and challenges around per- and polyfluoroalkyl substances (PFASs).Cah Nut & Diet. 2024. Dec (59);6:349-361.
)
, o «contaminantes eternos», muy presentes en los objetos de la vida cotidiana (materiales contra incendio del mobiliario, sartenes antiadherentes, etc.), se encuentran actualmente en el entorno, en los alimentos… y a priori en las bacterias de la microbiota intestinal. En cualquier caso, es lo que demuestra por primera vez un estudio 1 realizado en ratones que han consumido 42 PFAS presentes en nuestra alimentación.
4 700 Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS) reúnen más de 4 700 compuestos. ¹
50 000 a 80 000 millones de € El coste anual para la salud de la exposición a las PFAS se estima entre 50 000 y 80 000 millones de euros en Europa. ¹
Bacterias más o menos bioacumuladoras
Result: several of their gut bacteria massively bioaccumulate certain PFAS. Their surprising El resultado es que varias de sus bacterias intestinales bioacumulan en gran cantidad algunas PFAS. Sus preferidas, de manera sorprendente, son las PFAS de gran tamaño. De las 89 cepas bacterianas estudiadas, 38 resultan ser temibles «aspiradoras» de PFAS, sobre todo las que pertenecen a la familia Bacteroidota. Incluso en cantidades muy bajas, las PFAS se absorben en 3 minutos de reloj y se acumulan en las bacterias a concentraciones a veces 50 veces más elevadas que las del entorno de la bacteria.
100
La semivida de las PFAS de cadena larga —es decir, el tiempo necesario para que la mitad de una sustancia se degrade o se elimine— podría ir de 10 a 100 años, lo cual ilustra su extrema persistencia en el entorno. En un organismo vivo, la semivida varía de unas horas a unos años, según la molécula. 2
¡No está nada mal!
Por sorprendente que esto pueda parecer, a pesar de su toxicidad y su efecto de «jabón» (las PFAS se conocen y se utilizan por sus propiedades tensioactivas), las PFAS parecen alterar poco el funcionamiento de las bacterias intestinales.
Se acumulan en el interior de estos microorganismos en forma de amasijos compactos, lo cual limitaría su toxicidad, según los autores.
Mejor todavía, las bacterias parecen adaptarse: después de un centenar de generaciones, las descendientes de Bacteroides uniformis o E. coli crecen más deprisa que sus antepasadas, a pesar de la presencia sostenida de las PFAS, que continúan atrapando eficazmente.
Aunque las bacterias sobreviven bien, sin embargo se observan algunos cambios en su funcionamiento como respuesta a este estrés, sin que se puedan, en este estadio, valorar las consecuencias para la microbiota o el huésped.
Microbiota y exposoma: un diálogo crítico para nuestra salud
PFAS eliminadas por las heces
Pero, sobre todo, y es el gran descubrimiento del estudio, las bacterias que atrapan las PFAS facilitan su eliminación natural. En ratones a los que se ha transferido una microbiota intestinal humana, las PFAS se encuentran en mayor cantidad en sus deposiciones que en las de ratones sin microbiota. Y cuanto más bioacumuladoras son las bacterias presentes en el aparato digestivo, más importante es esta eliminación.
Así pues, la microbiota intestinal, sobre todo si es rica en bacterias bioacumuladoras, podría actuar como una especie de extractora natural de PFAS, atrapando estos contaminantes en su citoplasma, antes de arrastrarlos con ella en las heces. Dirección: ¡la cloaca!
Estos resultados aportan una información inédita sobre el impacto de las PFAS en la microbiota, pero sigue siendo indispensable efectuar estudios complementarios para comprender el papel de estas bacterias bioacumuladoras sobre la salud.