Buenos hábitos alimentarios para cuidar la flora vaginal
Nunca nos cansaremos de repetirlo: la alimentación es la mejor medicina. Ojo, que esto vale también para la microbiota vaginal: lo que uno come y bebe influye mucho.
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Acerca de este artículo
La microbiota vaginal (o flora vaginal) es la excepción que confirma la regla: funciona a la perfección cuando carece de diversificación y predominan los lactobacilos. Estos últimos reinan como amos y repelen los microbios patógenos eliminando cualquier riesgo de infección vaginal, como la vaginosis bacteriana o la candidiasis vulvovaginal.
Pero, ¿cómo mantener este predominio de los valiosos lactobacilos vaginales? ¿Tendrá alguna influencia nuestra alimentación? La respuesta es afirmativa, según un estudio realizado con 113 estudiantes italianas, que confirma el impacto de los buenos o malos hábitos alimentarios.
Malos hábitos que conviene evitar
Un aumento en la ingesta de proteínas animales (principalmente procedentes de la
(sidenote:
Carne roja
Todos los tipos de carne procedentes del tejido muscular de mamíferos como la vaca, la ternera, el cerdo, el cordero, la oveja, el caballo y la cabra, incluida la carne contenida en alimentos procesados y en la mayoría de las hamburguesas. No incluye las aves de corral, la carne de caza ni las menudencias. Sin embargo, la definición puede variar de un país a otro: en Francia, el término «carne roja» se refiere a la carne de vacuno, cordero y caballo, pero no a la carne de cerdo o ternera blanca, que se consideran carnes blancas.
Fuentes: WHO WHO/IARC CIV (French meat information center)
)
y la
(sidenote:
Carne procesada
Carne que ha sido procesada mediante salazón, maduración, fermentación, ahumado u otros procesos destinados a realzar su sabor o mejorar su conservación. La mayoría de las carnes procesadas contienen cerdo o ternera, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves, menudencias o subproductos cárnicos como la sangre. Algunos ejemplos de carnes procesadas son las salchichas, el jamón, el chorizo, el corned beef, la cecina, así como las carnes en conserva y las preparaciones y salsas a base de carne.
Fuente: WHO
)
) se asocia a un desequilibrio en la flora intestinal. Según los autores, una dieta de este tipo podría aumentar los marcadores inflamatorios o producir compuestos tóxicos que elevan el pH vaginal, favoreciendo la proliferación de bacterias patógenas.
Consumo de carne
- Si come carne roja, limite su consumo a unas 3 raciones por semana cuando mucho. Esto equivale a entre 350 y 500 g de carne cocinada. 2
- 500 g de carne roja cocinada equivalen aproximadamente a entre 700 y 750 g de carne cruda. 2
- Evite comer carne procesada, o si acaso consuma muy poco. 2
El consumo de alcohol también parece favorecer la disbiosis vaginal y estimular el crecimiento de patógenos como Gardnerella y Atopobium, lo que confirma los resultados de un estudio francés que concluyó que las noches de copas tienen un efecto perjudicial sobre la flora íntima de las jóvenes.
¿Cómo explicarlo? ¿Será que el alcohol afecta directamente a nuestras bacterias, llegando a «emborrachar» a nuestros valiosos lactobacilos? ¿O más bien tiende a alterar nuestro sistema inmunitario, abriendo la puerta a la proliferación de bacterias indeseables?
Con los atracones de alcohol, la microbiota intestinal es la que paga el pato
Buenos hábitos que conviene cultivar
Buenas noticias: también hay hábitos alimentarios que cuidan nuestra flora vaginal.
- Por ejemplo, un mayor aporte de ácido alfa-linolénico, un (sidenote: Omega 3 Familia de ácidos grasos esenciales que incluye, entre otros, el ácido alfa-linolénico (ALA), indispensable (nuestro organismo no sabe fabricarlo, por lo que debe obtenerse necesariamente a través de la alimentación) y precursor de otros omega 3 (a partir del ALA, nuestro organismo es capaz de sintetizar otros ácidos grasos omega 3, en particular los famosos EPA y DHA). Sin embargo, la tasa de conversión del ALA en DHA es demasiado baja para cubrir nuestras necesidades de DHA. Por lo tanto, este último, que también se considera indispensable, debe obtenerse a través de la alimentación. Fuente: ANSES ) antiinflamatorio presente en algunos alimentos vegetales (frutos secos, aceites de colza, nuez, lino...), parece reducir el riesgo de predominio de L. iners en la flora vaginal (un lactobacilo menos protector que sus congéneres) y favorecer al valioso L. crispatus.
- Las proteínas vegetales (procedentes de legumbres como las lentejas, las alubias...), las fibras y el almidón parecen mantener a raya al patógeno Gardnerella. Los autores plantean la hipótesis de que estos nutrientes estimulan la producción de glucógeno vaginal, el alimento favorito de los lactobacilos, favoreciendo su desarrollo.
Sin embargo, sorprendentemente, seguir una dieta mediterránea rica en verduras, frutas, legumbres y cereales integrales no parece modificar en nada la composición de la flora vaginal. Esta observación podría deberse simplemente a que, entre estas estudiantes, no había suficientes seguidoras de esta dieta para que se pudiera detectar algún efecto.
Aunque la dieta mediterránea no favorezca el equilibrio vaginal, cabe recordar que sigue siendo extremadamente beneficiosa para nuestra salud cardiovascular, para prevenir ciertas enfermedades (colitis ulcerosa, endometriosis, etc.) y para envejecer de forma saludable (combatir la fragilidad de las personas mayores, frenar la progresión de la enfermedad de Alzheimer, reducir la mortalidad, etc.).