La alimentación

Del mismo modo en que nuestra flora intestinal está determinada por los genes y por el ambiente en el que vivimos, también está modulada por nuestra alimentación. La diversidad y la calidad de nuestro bolo alimenticio influyen en el equilibrio de la microbiota intestinal… y, sin duda, también contribuye al estado de nuestra salud.

La flora intestinal se desarrolla de manera progresiva desde el nacimiento. Varios elementos influirán en su composición, en particular la naturaleza de la leche que consuma el recién nacido. Los bebés amamantados con leche materna presentan una flora microbiana diferente a la de los bebés alimentados con biberón; y, aunque los especialistas prefieren la lecha materna, las leches infantiles, enriquecidas con prebióticos y probióticos, presentan cualidades nutricionales particularmente interesantes para el ecosistema de la microbiota intestinal.


El régimen alimentario moldea la composición de la microbiota

En la edad adulta, la composición cualitativa o cuantitativa de la microbiota se mantiene bastante estable. No obstante, la diversidad y la naturaleza de la alimentación siguen moldeándola: la ausencia de alimentación, al igual que su composición, puede modificar rápidamente la biodiversidad de las bacterias presentes. Los macronutrientes, como los polisacáridos (azúcares), las grasas y las proteínas que consume el huésped son parcialmente degradados por la microbiota intestinal. Algunas fibras alimenticias, las fibras solubles como la inulina (presente particularmente en el alcaucil o alcachofa y la endibia), son prebióticas, actúan estimulando el crecimiento de las bacterias beneficiosas de la flora intestinal. Por eso, influyen directamente en la estabilidad y la buena salud de la microbiota.

Por lo tanto, es muy probable que, si son duraderas, las modificaciones en el régimen alimentario desempeñen un papel en la salud, abriendo el camino a nuevas perspectivas terapéuticas a través de la nutrición.

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Prebióticos: lo esencial para comprender

Una sola letra separa prebiótico de probiótico, ¡lo cual se presta a confusión! Para complicar las cosas, los dos tienen la misma «vocación»: equilibrar la microbiota y mejorar la salud. Sin embargo, son muy diferentes, por su naturaleza y su modo de acción. Los prebióticos, relativamente nuevos, son mal conocidos por los consumidores. ¿De qué se trata? ¿Dónde se encuentran? ¿Qué beneficios producen? ¡Para eliminar la ambigüedad, analicemos la situación!

Prébiotiques

¿Qué es un prebiótico?

En 1995, se propuso una primera definición «oficial» de los prebióticos. Después, esta definición evolucionó en función de los avances de los conocimientos sobre el papel y el funcionamiento de la microbiota humana.1,2

Historia de una definición

En 1995, dos científicos definieron por primera vez los prebióticos, Glenn Gibson y Marcel Roberfroid.3 Según ellos, son «compuestos no digeribles de la alimentación que aportan un beneficio para la salud de un individuo, al estimular de manera específica el crecimiento y/o la actividad de uno o varios microorganismos residentes en el colon». Esta definición se actualizó después varias veces, ante de que, en 2016, un panel de expertos internacionales se pusiera de acuerdo en «sustrato selectivamente utilizado por los microorganismos del huésped que confieren una ventaja para la salud».4

En definitiva, los prebióticos son sustancias que «alimentan» de manera específica a ciertos microorganismos de la microbiota, los beneficiosos para nuestro cuerpo. Al hacerlo, mejoran nuestra salud. Por lo tanto, no son sustratos (alimentos) que puedan utilizar la mayoría de los microorganismos de la microbiota5 y todavía menos las bacterias que podrían enfermarnos, como algunas especies de clostridios y E. coli.6

Lo que cambia y lo que permanece: los prebióticos hoy y mañana

Según la definición de 1995, solo algunos compuestos de la familia de los glúcidos podían considerarse como prebióticos.7 El término de «sustrato», que los científicos prefieren recientemente, amplía el concepto de los prebióticos más allá de estos glúcidos a todo lo que alimenta específicamente a las bacterias de la microbiota y aporta un beneficio para la salud.8,9

Además, los prebióticos pueden actuar en otras zonas del cuerpo que tienen una microbiota como el intestino. Pueden actuar en la piel, la cavidad oral o la vagina.10

Los microorganismos que se benefician de los prebióticos no se precisan en la primera y la más reciente definición. Históricamente, se trata de las bifidobacterias y los lactobacilos, reconocidos como beneficiosos para la salud y también utilizados como probióticos.11 Todavía hoy son los géneros que se estudian con mayor frecuencia y se utilizan como blanco de los prebióticos. Pero ahora se sabe que otros metabolizan los prebióticos y también pueden participar en nuestra buena salud. Las investigaciones se orientan hacia prebióticos que estimulan especies como Propionibacterium, Faecalibacterium, Eubacterium, Akkermansia o Roseburia.

Las reglas para aspirar al sello «prebiótico»

Por más que la definición de los prebióticos se haya ampliado,15 no por ello se puede llamar prebiótico a cualquier cosa.

Para que una sustancia pueda considerarse un prebiótico, primero su estructura química debe estar bien descrita. Después deben efectuarse estudios preclínicos en el laboratorio y ensayos clínicos en el ser humano para confirmar:

  • su resistencia a las enzimas digestivas (por ejemplo, la acidez gástrica o la bilis) que le permitan llegan intacto a la microbiota diana, como la microbiota intestinal;
  • su selectividad y su acción sobre los microorganismos específicos;
  • las modificaciones que produce en la microbiota y un efecto beneficioso medible para la salud;
  • una dosis eficaz que no produzca efectos secundarios.16, 17, 18

Para no equivocarse: los prebióticos no son…

Fibras
Las fibras son glúcidos alimentarios no digeribles que proceden principalmente de los vegetales. Pueden ser fermentables (o solubles), como la pectina de la manzana, o no fermentables (o insolubles), como la celulosa o la lignina. Los microorganismos de la microbiota intestinal utilizan las fibras solubles, pero generalmente las utilizan la mayoría de ellos; por lo tanto, no alimentan «selectivamente» a las bacterias beneficiosas para la salud. Sin embargo, algunas fibras solubles actúan únicamente sobre bacterias beneficiosas para la salud y, por lo tanto, se consideran prebióticos; de hecho, la mayoría de los prebióticos actuales son fibras. Pero los prebióticos pueden ser otras cosas además de fibras (como la lactulosa) y no todas las fibras son prebióticos.20, 21, 22

Probióticos
Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped. . Para saber más, aquí.

Fuentes, funciones, modo de acción…: saberlo todo sobre los prebióticos

Descubra cómo son los prebióticos, dónde se encuentran y cómo actúan sobre nuestros microorganismos beneficiosos.

Un poco de química: ¿qué son los prebióticos?

En la actualidad, los compuestos que pueden considerarse prebióticos forman parte, sobre todo, de la familia de los glúcidos complejos: oligosacáridos y polisacáridos.25, 26 Los oligosacáridos son uniones, o polímeros, de varios azúcares simples o monosacáridos (generalmente de 3 a 10): glucosa, fructosa, galactosa, etc. Los polisacáridos contienen más de 20.27 Sin embargo, algunos prebióticos utilizados más raramente solo tienen dos azúcares; se llaman disacáridos.

Los principales prebióticos son

Los galactooligosacáridos (GOS - a veces llamados TOS o trans-GOS...

que contienen una molécula de glucosa y moléculas de galactosa, un azúcar que se encuentra en la leche.

Cabe señalar que los GOS forman parte de la familia de los «galactanos».31

Los fructooligosacáridos (FOS)...

que contienen una molécula de glucosa y moléculas de fructosa. Sus fuentes naturales son principalmente la fruta y la miel.

Cabe señalar que los FOS forman parte de la familia de los «fructanos».31

La inulina

un tipo de FOS que comprende varias moléculas de fructosa, principalmente procedente de la raíz de achicoria.

Cabe señalar que la insulina forma parte de la familia de los «fructanos».31

La lactulosa

un disacárido galactosa-fructosa también utilizado como medicamento para aliviar el estreñimiento.28, 29, 30

Los FOS (entre ellos la inulina) y los GOS son los prebióticos cuyos efectos sobre los microorganismos beneficiosos de la microbiota intestinal y sobre la salud están más reconocidos científicamente. Por lo tanto, en la actualidad son las «estrellas» de los prebióticos.32, 33 La dosis recomendada para obtener un efecto prebiótico en el adulto es de 5 a 8 g de FOS o GOS al día.34

Pero se están probando otras sustancias en cuanto a su potencial prebiótico, como:

  • otros glúcidos complejos de tipo fibra: xilooligosacáridos (XOS), isomaltooligosacáridos (IMO), polidextrosa, oligosacáridos de soja (SBOS), betaglucanos, pectina…;
  • derivados del almidón, como los polioles: sorbitol, maltitol…;
  • ácidos grasos poliinsaturados;
  • polifenoles; por ejemplo, cacao o té.35, 36, 37, 38

¡GOS para los bebés!

La leche materna contiene oligosacáridos que alimentan a las bifidobacterias y otras especies de microorganismos que colonizan la microbiota del bebé que recibe leche materna, participan en el desarrollo de su sistema inmunitario y metabólico, y favorecen una buena digestión. Estos oligosacáridos de la leche humana (OLH) se consideran prebióticos.39 Muchos preparados para el biberón de los lactantes contienen prebióticos que imitan los OLH, como los GOS o los FOS.40

En concreto, ¿dónde se encuentran?

Los prebióticos están presentes de forma natural en numerosos alimentos de origen vegetal y en la leche materna. También se añaden a alimentos como galletas, cereales, bebidas y productos lácteos, así como a los preparados para lactantes.41 Finalmente, están disponibles en forma de complementos alimentarios,42 solos o asociados a probióticos, vitaminas, minerales, extractos de plantas, etc.

Las fuentes naturales de prebióticos

Numerosas frutas, verduras, cereales y otros alimentos de origen natural son fuentes de prebióticos. Citemos, por ejemplo:

  • la alcachofa, la raíz de achicoria, el puerro, el espárrago (que contienen inulina);
  • el plátano, el ajo, la cebolla, la miel, el trigo (que contienen FOS);
  • la leche de soja y de avena, los anacardos, los altramuces, los garbanzos y los pistachos (que contienen GOS)…43, 44

Estos alimentos presentan un bajo contenido en prebióticos, por lo que su consumo ocasional puede no producir un efecto significativo para la salud.45

Nuestros antepasados cazadores-recolectores consumían muchos alimentos que contenían prebióticos naturales y podían ingerir hasta 135 g al día. No suele ser nuestro caso con la alimentación occidental moderna, que solo aporta de 1 a 4 g al día en Estados Unidos y de 3 a 11 g al día en Europa.46

Por lo tanto, los prebióticos actualmente se producen de manera industrial, o bien aislándolos a partir de alimentos ricos en sustancias prebióticas, o bien sintetizándolos a partir de azúcares como la fructosa, la lactosa o la sacarosa.47, 48, 49

¿Para qué sirven los prebióticos?

Si imaginamos nuestra microbiota como un jardín, podríamos decir que los prebióticos sirven de «abono» para favorecer el crecimiento de esas bonitas plantas y no de las malas hierbas. Y todo el organismo se beneficia.

Como cualquier abono, los prebióticos no son «necesarios» para alimentar a los microorganismos de la microbiota. Pero permiten estimular el crecimiento y la actividad de los que tienen un efecto beneficioso para la salud. Esto significa que contribuyen a equilibrar la microbiota, sobre todo aumentando la cantidad de bacterias beneficiosas en detrimento de las bacterias patógenas, lo cual permite a la microbiota asegurar correctamente sus misiones de digestión, asimilación de los nutrientes, sostén de las defensas naturales, etc.50, 51

Los prebióticos también favorecen la producción por las bacterias, durante el proceso de fermentación, de sustancias que participan en el buen funcionamiento del organismo y en la salud. Se trata, por ejemplo, del lactato y los ácidos grasos de cadena corta (AGCC), acetato, propionato y butirato, que actúan en el intestino y se difunden también al resto del cuerpo por la circulación sanguínea.53 Sirven de fuente de energía al organismo y desempeñan papeles importantes para la salud, como el mantenimiento de la integridad de la barrera intestinal y la regulación del metabolismo de los azúcares y las grasas.54

Finalmente, la producción de estos AGCC disminuye el pH (acidifica) el medio cólico, lo cual también tiene ventajas para la salud, como una mejor absorción de los nutrientes y una protección más eficaz contra los microbios.55, 56

Prebióticos que comparten: ¡selectivos pero no esnobs!

Estudios recientes han demostrado que el impacto de los prebióticos sobre la microbiota sin duda va más lejos que el de los microorganismos a los que van dirigidos: las sustancias procedentes de su transformación estimulan otras especies bacterianas que pueden beneficiarse de los prebióticos.57 Es una cadena beneficiosa que se crea mediante una alimentación cruzada en que el producto de una bacteria sirve de alimento a otra y así sucesivamente. Por ejemplo, el acetato y el lactato, principales metabolitos de los lactobacilos, también los utilizan otros microorganismos para producir propionato y butirato.58

¿Cómo pueden mejorar la salud los prebióticos?

Los prebióticos son un tema científico relativamente nuevo, por lo que los resultados de la investigación clínica sobre su efecto en la salud son menos numerosos que con los probióticos.59 Sin embargo, sugieren que, al actuar sobre el crecimiento y el metabolismo de las bacterias beneficiosas de la microbiota,60 los prebióticos participan en varias grandes funciones del organismo esenciales para luchar mejor contra diversos trastornos.61

Equilibrarían la microbiota para defendernos mejor contra los patógenos

Cuando los microorganismos como los lactobacilos y las bifidobacterias aumentan en la microbiota gracias a los prebióticos, la proporción de patógenos disminuye. Además, acaparan los nutrientes que, de otra manera, podrían alimentar a los microbios patógenos, lo cual frena su colonización.62 Por otra parte, durante la fermentación de los prebióticos, estas bacterias producen compuestos que reducen el pH del medio cólico, lo cual inhibe también el desarrollo de los gérmenes dañinos.63, 64

Estimularían nuestras defensas naturales

Los prebióticos mejoran las defensas inmunitarias de la microbiota intestinal, pero también del organismo entero con el que interactúa.65 Su fermentación produce metabolitos (AGCC, peptidoglicanos…) que estimulan las defensas inmunitarias y regulan la producción de moléculas anti- y proinflamatorias.66, 67 Los estudios han demostrado que la toma de prebióticos como los GOS aumenta la eficacia de las células del sistema inmunitario en la sangre de las personas de edad avanzada68 y que una mezcla de FOS e inulina mejora la respuesta del sistema inmunitario a la vacunación contra la gripe.69

Reducirían el riesgo de alergia

Los prebióticos disminuirían la actividad de ciertas células inmunitarias, los linfocitos auxiliares, que están implicados en la alergia. El efecto modulador de los prebióticos sobre la alergia se ha observado especialmente en estudios en los bebés: los que tomaban leche enriquecida en GOS y FOS tenían menos dermatitis atópica, asma y urticaria que los que tomaban leche no enriquecida.70 Sin embargo, el efecto de los prebióticos sobre la alergia todavía es incierto.71

Regularían el tránsito intestinal

Por su capacidad de unirse al agua, los prebióticos tomados por vía oral reblandecerían las heces y facilitarían su eliminación.72 Además, los AGCC que producen también podrían regular las hormonas implicadas en la motricidad intestinal.73 La lactulosa ya se utiliza como medicamento contra el estreñimiento y se han obtenido resultados esperanzadores con prebióticos a dosis bajas para aliviar algunos síntomas del síndrome del colon irritable.74 La Unión Europea ha autorizado oficialmente la alegación de salud «mejora la función intestinal» para la inulina de achicoria a 12 g al día, porque las prueba científicas de este efecto en el ser humano son robustas.75

Facilitarían la absorción de los minerales

Los prebióticos mejorarían la absorción de las sales minerales como el calcio y el magnesio, con potenciales efectos beneficiosos sobre el crecimiento de los huesos en los adolescentes y el mantenimiento de la densidad ósea en las mujeres menopáusicas.76 En efecto, los AGCC cuya producción favorecen aumentan la superficie de absorción de las células intestinales y la solubilidad de los minerales, que se vuelven más fáciles de asimilar.77, 78

Mejorarían el metabolismo de los azúcares y las grasas

Los estudios habrían demostrado que algunos prebióticos tienen un efecto positivo sobre la concentración de azúcar (glucemia) y de grasas (como los triglicéridos) en la sangre,79 pero también sobre la regulación de la insulina en las personas sanas o que padecen diabetes.80 La producción de AGCC por las bacterias beneficiosas desempeña un papel en este efecto, pero los prebióticos ayudarían también directamente al mantenimiento de la función de «barrera» de la microbiota intestinal. En efecto, frenan el paso a la sangre de ciertas moléculas como los lipopolisacáridos bacterianos, que pueden producir una inflamación crónica implicada en la diabetes y la obesidad.81

Contribuirían al control del apetito y la saciedad

Los AGCC producidos por la fermentación de los prebióticos en el intestino podrían regular el apetito y la saciedad. En efecto, estos se regulan mediante la liberación de diferentes mediadores en un circuito complejo que depende de la naturaleza de la toma alimentaria (azúcares, proteínas, grasas…), el volumen del contenido del estómago, el sistema nervioso digestivo y el cerebro.82 Entre estos mediadores, se encuentran, sobre todo, hormonas, la grelina, que estimula el apetito, así como el péptido YY y el péptido 1 similar al glucagón, que provocan la saciedad. Los AGCC interaccionarían con ciertos receptores de ácidos grasos y contribuirían con ello a la disminución de la producción de grelina y al aumento de la secreción de péptido YY y de péptido 1 similar al glucagón.83

Mejorarían la salud de la mucosa vaginal

Al alimentar a los lactobacilos de la microbiota vaginal, los GOS podrían reducir el riesgo de infección.84

Una investigación dinámica para desvelar nuevos beneficios

En la actualidad, todavía están en estudio otros efectos beneficiosos potenciales de los prebióticos para la salud, principalmente en el animal, con unos primeros resultados prometedores. Por ejemplo, los prebióticos podrían luchar contra la transformación maligna de las células. En efecto, sus productos de fermentación, como el butirato, podrían tener un efecto protector contra el cáncer colorrectal. Algunos prebióticos también podrían mejorar la memoria y la concentración en las personas de edad madura e incluso ralentizar el declive cognitivo en las enfermedades de tipo Alzheimer. Finalmente, podrían reducir la concentración de triglicéridos en la sangre, lo cual tendría un impacto positivo sobre la salud del sistema cardiovascular. Aunque las pruebas sobre los beneficios de los prebióticos se acumulan, es necesario continuar efectuando numerosos trabajos científicos antes de que las sociedades científicas difundan más recomendaciones sobre la utilización de los prebióticos.85, 86

¡Efectos que pueden variar según la persona!

El efecto de los prebióticos, como el de los probióticos, puede variar de una persona a otra. En primer lugar, depende de la presencia de los microorganismos que los prebióticos deben alimentar en la microbiota de la persona. También puede ser diferente en las personas que tienen genes que influyen en la composición de la microbiota o predisponen a ciertas enfermedades. Finalmente, puede variar según el modo de vida de cada uno: los hábitos alimentarios, el estado de salud o la toma de medicamentos, etc.87, 88 Los investigadores esperan avanzar más en el conocimiento de los efectos de los prebióticos sobre la microbiota, pero también en las técnicas que permitan analizar la microbiota de cada persona, para poder pensar en unas recomendaciones más concretas y personalizadas.89

Recomendado por nuestra comunidad

"Es bueno saberlo" Comentario traducido de Colette Pellerin (De My health, my microbiota)

"Gracias" Comentario traducido de Editha Villagante (De My Health, my microbiota)

"Gracias" Comentario traducido de Hazel Walker (De My Health, my microbiota)

"Muchas gracias por compartir esta información." - Comentario traducido de Aline Dover (De My Health, my microbiota)

"Buena información siempre" Elsie Turner (From My Health, my microbiota)

BMI 22.52-Nov 22
Bibliografia

1 Gibson GR, Hutkins R, Sanders ME, et al. Expert consensus document: The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics (ISAPP) consensus statement on the definition and scope of prebiotics. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. 2017;14(8):491-502
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10 ISAPP : Prebiotics: A Consumer Guide for Making Smart Choices - Developed by the International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics (04/11/21)
11 ISAPP : Understanding Prebiotics and Fiber, 2018
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Psoriasis y microbiota

La psoriasis es una enfermedad de la piel de origen inflamatorio, debida a una renovación demasiado rápida de la piel. La predisposición genética relacionada con diversos factores, entre ellos un desequilibrio de la microbiota, favorece su aparición.

La microbiota cutánea

La psoriasis evoluciona de manera crónica, alternando brotes y períodos de recaída, de duración e intensidad variables.

Renovación demasiado rápida de la piel

En la gran mayoría de los casos, la psoriasis se presenta en forma de placas rojas recubiertas de escamas blanquecinas, ubicadas principalmente en la zona de los codos, las rodillas, el cuero cabelludo y en la parte baja de la espalda. Ni grave, ni contagiosa, esta enfermedad dermatológica no deja de ser una enfermedad molesta, con grandes repercusiones sobre la calidad de vida.

Una microbiota intestinal menos rica

Ya se conoce el mecanismo de inflamación que caracteriza la psoriasis: la epidermis se renueva en 4 a 6 días en lugar de las 3 semanas habituales, generando una acumulación de capas de piel muerta e inflamaciones localizadas. Sin embargo, se desconocen sus causas. Se han identificado varios factores de riesgo, genéticos y medioambientales, pero todavía debe descubrirse la forma en que interactúan. Se sabe, sobre todo, que el estrés, ciertos medicamentos (beta bloqueador, antihipertensivo, interferón α) y ciertas infecciones ORL favorecen los brotes. También se ha señalado el papel de las microbiotas intestinal y cutánea. De hecho, se observó un desequilibrio en la composición de la microbiota de la piel en las lesiones psoriásicas en comparación con la piel sana, pero sin que la enfermedad se haya relacionado con un patógeno particular. Por su parte, parece que la microbiota intestinal controla la inflamación cutánea alterando la respuesta inmune. Aunque todavía se desconocen los mecanismos moleculares exactos, se sospecha que son las bacterias proinflamatorias sobrerrepresentadas las que mantienen la inflamación.

No hay tratamientos curativos

Por el momento, no existe ningún tratamiento capaz de curar la psoriasis.
La atención se basa en la aplicación de productos a base de corticoides y análogos de la vitamina D3 para los brotes, combinados con cremas hidratantes. La fototerapia se indica en formas extendidas, pero su uso debe ser limitado. Las formas graves se benefician de otros tratamientos que deber ser supervisados. Actualmente, se están realizando investigaciones para evaluar el efecto de los probióticos en la inflamación cutánea local y en la disbiosis.

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Enfermedad

Acné y microbiota

El acné, una enfermedad de la piel muy frecuente durante la adolescencia, está provocado por modificaciones hormonales asociadas a un desequilibrio de la microbiota cutánea en provecho de una bacteria, la Propionibacterium acnes.

La microbiota cutánea

Aunque en el 95 % de los casos las lesiones por acné afectan a la cara, también pueden observarse en el dorso, el cuello o la parte delantera del tórax. El acné afecta a una cuarta parte de los adultos, especialmente las mujeres.

Diferentes lesiones

El acné es una enfermedad de los folículos pilosebáceos que une el vello con una glándula productora de sebo. Esta dermatosis se manifiesta con distintos tipos de lesiones, según su estadio de evolución: los puntos negros y puntos blancos corresponden al primer estadio del acné, mientras que las pápulas y las pústulas corresponden a la etapa inflamatoria.

La función de la microbiota cutánea

Genética, hormonas, higiene... Existen múltiples causas para el acné, pero todas tienen algo en común: la implicación de la bacteria Propionibacterium acnes en su desarrollo. Este germen, que está presente en la piel de forma natural, se multiplica debido a un exceso de sebo y da lugar a un desequilibrio de la microbiota cutánea. La piel reacciona a esta disbiosis local y crea un estado de inflamación.
En la actualidad, es bien sabido que las enfermedades crónicas de la piel a menudo están asociadas a otros trastornos. Es el caso del acné. En los pacientes afectados, se observa una fuerte prevalencia de estrés, ansiedad y depresión asociados a trastornos funcionales intestinales. La hipótesis actual pone de manifiesto una alteración de las interacciones del eje «intestino-cerebro-piel», que provocaría disbiosis e inflamación a nivel local y sistémico.

Un tratamiento a medida

El tratamiento del acné depende de su gravedad y de su impacto psicológico. Por lo general, los tratamientos locales y/o los tratamientos por vía oral (antibióticos o isotretinoína), combinados con un estilo de vida saludable, presentan resultados positivos. Sin embargo, con el desarrollo de la resistencia a los antibióticos, se ha vuelto necesario llevar a cabo investigaciones alternativas, seguras y eficaces. Desde hace algunos años se llevan a cabo estudios sobre el uso de probióticos (de aplicación local o por vía oral) con fines terapéuticos. Algunos han demostrado los beneficios de algunas cepas de lactobacilos (Lactobacillus acidophilus y Lactobacillus paracasei) en la barrera cutánea, la sensibilidad de la piel, la hidratación y las funciones de la epidermis.

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Enfermedad

Lupus - una enfermedad autoinmune

El lupus, también denominado lupus eritematoso sistémico o diseminado, es una enfermedad autoinmune. La microbiota intestinal podría estar implicada en este trastorno.

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La microbiota intestinal

El número de personas afectadas por el lupuses difícil de evaluar. Se estima que su prevalencia mundial varía de 10 a 150 casos por cada 100.000 habitantes, con mayoría de mujeres (85 %).

Cuando el sistema inmunitario ataca a sus propias células

Por una razón todavía desconocida, el sistema inmunitario de las personas que padecen lupus produce anticuerpos que provocan reacciones inflamatorias y lesiones que pueden afectar a todos los tejidos. Sus síntomas son variados: fatiga, erupciones cutáneas, dolor en las articulaciones, sequedad ocular, caída del cabello, trombosis, fiebre, pleuritis o pericarditis. La enfermedad evoluciona por brotes, de duración e intensidad variables, que se alternan con fases de remisión. El diagnóstico del lupus se confirma con un análisis de sangre, mientras que el alcance del daño se mide a partir del estudio de imágenes.

Factores de predisposición, pero sin causa conocida

Aunque las causas del lupus siguen siendo un misterio, se han identificado varios factores de predisposición: los estrógenos, una composición genética, algunos medicamentos, la radiación UV, el estrés, algunos virus (virus de Epstein-Barr). Los trabajos de investigación también examinan el papel de la microbiota intestinal. Efectivamente, se observó un desequilibrio (disbiosis) en pacientes con lupus durante una fase de remisión. Además, la microbiota podría estar implicada en la producción de autoanticuerpos.

Reducir y espaciar los brotes

Ningún medicamento puede curar el lupus. Sin embargo, la asociación de varias moléculas (antiinflamatorias no esteroides, antipalúdicas, corticoides, inmunosupresoras, anticuerpos monoclonales, según la gravedad de la enfermedad) atenúa los brotes, limita las complicaciones y alarga los períodos de remisión. Paralelamente, un tratamiento de fondo, más leve, previene las recaídas.

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Enfermedad

Artritis reumatoide

La artritis reumatoide es una enfermedad articular inflamatoria y crónica que afecta a varias articulaciones a la vez. Una de sus posibles causas es la interacción de la flora intestinal con una predisposición genética específica.

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La microbiota intestinal
Actu PRO : Polyarthrite : le microbiote intestinal altéré dès les stades précoces

Aproximadamente un 1 % de la población adulta padece artritis reumatoide (AR), una enfermedad que afecta más a las mujeres que a los hombres.

Una enfermedad autoinmune que evoluciona por brotes

La AR es una enfermedad autoinmune que evoluciona por brotes y provoca una inflamación persistente en las articulaciones, principalmente de los pies y las manos. Los síntomas principales son hinchazón, dolor y rigidez en las articulaciones. Sin tratamiento médico, la AR se extiende a nuevas articulaciones y provoca su deformación o incluso su destrucción progresiva.

Predisposición genética asociada a un desequilibrio de la microbiota

Si bien existen genes que predisponen a la AR, estos no son suficientes para desencadenar la enfermedad; estos genes interactúan con factores intestinales, como la microbiota intestinal y la bucal, que llaman cada vez más la atención. Efectivamente, los pacientes presentan desequilibrios microbianos (disbiosis) muy similares a los que se observan en pacientes que padecen enfermedades inflamatorias intestinales y que se alivian con tratamiento.

Los probióticos como tratamiento adyuvante

En la actualidad, ningún tratamiento puede curar la AR, pero existen medios para frenar su evolución y aliviar los síntomas: analgésicos, tratamiento de fondo (inmunodepresores o bioterapia), reeducación (fisioterapia, ergoterapia, balneoterapia, etc.). En el último tiempo, el recurso a los probióticos como terapia complementaria es considerado un enfoque prometedor.

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Enfermedad

La enfermedad coronaria

La enfermedad coronaria abarca un conjunto de problemas provocados por un aporte insuficiente de oxígeno al músculo cardíaco.

La microbiota intestinal

Sus causas: la alimentación, el sedentarismo y la microbiota

En 2012, la enfermedad coronaria provocó 7.4 millones de muertes, según la OMS. La más frecuente es una complicación de la aterosclerosis, que se caracteriza por el depósito de sustancias grasas en el interior de las arterias coronarias, encargadas de transportar la sangre al músculo cardíaco. Este depósito forma poco a poco una placa de ateroma que reduce el diámetro de las arterias y disminuye el flujo sanguíneo. La aterosclerosis se debe a distintos factores, como una alimentación desequilibrada y la falta de actividad física.

La gravedad de la enfermedad coronaria depende del alcance de la zona privada de oxígeno y de la importancia del estrechamiento arterial. Así pues, se distinguen: la angina de pecho, el infarto de miocardio y la muerte súbita.

¿Existe un vínculo entre corazón y microbiota?

La enfermedad coronaria también estaría relacionada con la naturaleza de la microbiota. Algunas bacterias intestinales producen TMA (trimetilamina), una sustancia cuya oxidación en el hígado favorece la formación de coágulos capaces de obstruir las arterias más finas, como las coronarias que irrigan al corazón.

Crear nuevos vasos en el músculo cardíaco

En fase aguda (infarto de miocardio), el objetivo del tratamiento es destapar la arteria afectada para aportar oxígeno al músculo cardíaco. La participación de la microbiota intestinal en el desarrollo de esta cardiopatía permite imaginar numerosas aplicaciones terapéuticas preventivas: mediante probióticos enriquecer la flora intestinal con bacterias que no producen TMA, eliminar las bacterias productoras de TMA o, algo más radical, el trasplante de una microbiota fecal con escasa producción de trimetalamina.

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Enfermedad

Aterosclerosis

La aterosclerosis se caracteriza por una acumulación de cuerpos grasos en la pared de las arterias, que puede provocar desde un simple estrechamiento hasta la obstrucción total de los vasos sanguíneos. Las nuevas vías de prevención proyectan centrarse en la alimentación y la flora intestinal. 

La microbiota intestinal

Las placas de ateroma o placas de lípidos constituidas especialmente por colesterol son muy comunes; existen en todos los adultos. Su engrosamiento puede obstruir la circulación sanguínea, la irrigación de los órganos se vuelve insuficiente y esto provoca dolores y alteraciones del ritmo cardíaco. Una reacción inflamatoria local puede provocar la ruptura de la placa. Cuando las placas se vuelven inestables y se agrietan, las consecuencias son dramáticas: provocan el 80 % de los casos de muerte súbita. La ruptura de una placa también puede provocar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular (ACV). Aunque parece existir una predisposición genética, se han identificado factores de riesgo: el exceso de colesterol y el tabaco.

Las bacterias y la alimentación en tela de juicio

La microbiota intestinal podría contribuir a la inestabilidad de las placas y, en consecuencia,
a su ruptura. Algunas bacterias, así como los compuestos que liberan, provocarían una reacción inflamatoria que a largo plazo daría lugar a la ruptura de la placa de aretoma. La disbiosis, es decir, el desequilibrio en la composición de la microbiota, también podría aumentar el riesgo de aterosclerosis ante una alimentación rica en lípidos. Además, las bacterias desempeñan un papel importante ya que se ha demostrado que las infecciones y en particular la infección de las encías (periodontitis) son factores de riesgo para la aterosclerosis.

De la prevención a los probióticos

La prevención es esencial: una buena alimentación, la pérdida de peso, dejar el tabaco, etc. Por otra parte, determinados medicamentos pueden tener un efecto beneficioso en las personas de alto riesgo que padecen aterosclerosis. Actualmente se realizan estudios para averiguar si ciertos alimentos o probióticos podrían reducir el riesgo de aterosclerosis. La dieta mediterránea es muy conveniente como preventivo. Una nueva era terapéutica podría centrarse directamente en el intestino para controlar el desarrollo de la placa de aretoma.

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Enfermedad

Esquizofrenia y eje intestino-cerebro

Se sospecha que en la esquizofrenia existe una inflamación crónica a nivel cerebral.  Las alteraciones de la microbiota intestinal y del sistema inmunitario podrían estar implicadas.

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La microbiota intestinal
Actu GP : Schizophrénie et microbiote : un lien confirmé ?

La esquizofrenia afecta aproximadamente al 0,7 % de la población mundial. Esta enfermedad psiquiátrica se caracteriza por la aparición de delirios y alucinaciones, aislamiento social y alteraciones psíquicas. Con más frecuencia se declara en adolescentes y adultos jóvenes de entre 15 y 25 años.

¿Implicación del eje intestino-cerebro?


La esquizofrenia a menudo viene acompañada por trastornos gastrointestinales. En efecto, el riesgo de aparición de enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia está relacionado con una inflamación crónica del intestino que implica al sistema inmunitario. Su origen podría ser un desequilibrio de la microbiota intestinal (flora intestinal) que favorecería esta inflamación. Se han encontrado alteraciones de la microbiota en pacientes esquizofrénicos, asociadas también a un aumento de la permeabilidad del intestino (bacterias y otras sustancias que pasan al torrente sanguíneo a través de la pared intestinal). Estos estudios sugieren la existencia de una función clave del eje intestino-cerebro en el desarrollo de la enfermedad.

Actuar sobre la composición de la microbiota


A partir de estos resultados, surgen pistas de prevención y de tratamiento: reequilibrar la microbiota para reducir la inflamación crónica. Los estudios han demostrado que la administración de probióticos podría tener propiedades antiinflamatorias alterando la respuesta inmune. Sin embargo, hasta el día de hoy, ningún tratamiento de ese tipo ha podido demostrar su eficacia sobre la esquizofrenia.

Bibliografia

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Enfermedad

Trastornos del estado de ánimo

La depresión y los trastornos bipolares señalan un trastorno del estado de ánimo. Junto con los tratamientos psiquiátricos clásicos, se están llevando a cabo investigaciones para evaluar el impacto de la microbiota intestinal sobre estos trastornos.

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La microbiota intestinal

Los trastornos del estado de ánimo son frecuentes: 300 millones de personas en el mundo padecen depresión y 60 millones, trastornos bipolares.Los trastornos son responsables de un sufrimiento mental, a menudo severo, que puede conducir al suicido y que representa la primera causa de incapacidad profesional y social en el mundo.

Respuestas inadaptadas al estrés

Existe una vulnerabilidad individual a la depresión o a los trastornos bipolares, que sería en parte genética.De este modo, ante acontecimientos dolorosos de la vida, algunas personas experimentan una respuesta excesiva con secreciones muy elevadas de cortisol y de adrenalina, hormonas del estrés. Esta situación puede conducir al agotamiento nervioso y favorecer la aparición de estados depresivos. Investigaciones recientes también han evidenciado la función de la flora intestinal (microbiota) en dichas respuestas inadaptadas al estrés. Efectivamente, en los animales, la microbiota participa en la regulación de las emociones a través de la comunicación entre el intestino y el cerebro. En caso de disbiosis (perturbaciones en la composición de la microbiota), está regulación podría ser menos eficaz y podría favorecer el desarrollo de trastornos del estado de ánimo.

Una nueva posibilidad para los tratamientos

Además de los tratamientos clásicos (antidepresivos, reguladores del estado de ánimo, psicoterapia, etc.) surge otra posibilidad: reequilibrar la microbiota para influir en el estado de ánimo. Un estudio reciente ha demostrado que el consumo diario de probióticos, una combinación de lactobacilos y bifidobacterias, podría mejorar el estado de ánimo y disminuir el nivel de ansiedad en sujetos sanos.

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