No todas las microbiotas tumorales son iguales: según el tipo de tumor, varían la frecuencia y la diversidad de las bacterias. En especial, existe un perfil específico por cada tipo de cáncer (mama, pulmón, cerebro, hueso...).
La presencia de bacterias en tumores humanos no es un descubrimiento reciente, sino un hecho establecido desde hace más de 100 años. Sin embargo, esta microbiota tumoral es poco conocida, porque su biomasa es escasa. Combinando múltiples tecnologías, un equipo de investigadores estudió 1010 muestras de tumores y 516 muestras de tejidos adyacentes sanos, abarcando en total siete tipos de tumores (mama, pulmón, ovario, páncreas, melanoma, hueso y cerebro).
Bacterias tumorales y macrófagos
El primer hallazgo fue que se detecta ADN bacteriano con más o menos frecuencia según el tipo de tumor: desde el 14,3% de los casos en el melanoma hasta más del 60% en el cáncer de mama, páncreas y hueso. El estudio de más de 400 tumores adicionales confirma la presencia frecuente de componentes bacterianos (ARNr 16S y (sidenote:
Lipopolisacáridos:
moléculas de la pared externa de las bacterias
)) tanto en las células cancerosas como en las células inmunitarias adyacentes. En cambio, rara vez se detectaron cocos y bacilos, lo cual sugiere una posible alteración de la envoltura de las bacterias intratumorales.
Una microbiota específica de cada cáncer
El segundo hallazgo fue que el cáncer de mama presenta una microbiota especialmente rica y diversificada, con una media de 16,4 especies bacterianas detectadas por tumor, frente a menos de 9 en los demás tipos de cáncer. El cultivo de muestras frescas de tumores parece confirmar que estas bacterias están vivas. Pero, sobre todo, cada tipo de tumor se caracteriza por una composición bacteriana distinta. Por ejemplo, las especies que pertenecen a los filos Firmicutes y Bacteroidetes son más abundantes en los tumores colorrectales, mientras que las del filo Proteobacteria predominan en el cáncer de páncreas.
Un efecto de nicho
Por último, las actividades metabólicas de las microbiotas intratumorales son relativamente específicas de ciertos tipos de tumores. Por ejemplo, en el cáncer de pulmón, se observa una mayor abundancia de bacterias capaces de degradar las sustancias químicas presentes en el humo del cigarrillo (tolueno, acrilonitrilo…). Según los investigadores, concentraciones elevadas de estos metabolitos podrían crear un nicho favorable para las bacterias capaces de metabolizarlas.
¿Manipular la microbiota tumoral?
Estos trabajos no permiten concluir, por el momento, si las bacterias desempeñan un papel causal en el desarrollo del tumor o si su presencia es la consecuencia del mismo (el tumor podría desorganizar el sistema vascular y facilitar la penetración celular de bacterias). No obstante, de la misma manera que, según otros estudios, la microbiota intestinal podría afectar la respuesta a los (sidenote:
ICI (immune checkpoint inhibitors), inmunoterapia basada en anticuerpos monoclonales dirigidos contra los puntos de control (checkpoints) del sistema inmunitario
), los investigadores esperan que la manipulación de la microbiota tumoral pueda afectar a la inmunidad del tumor y su respuesta a la inmunoterapia; de hecho, la microbiota del melanoma fue diferente entre los buenos y malos respondedores. Esto suscita la esperanza de que se descubran nuevas herramientas diagnósticas e incluso nuevos tratamientos para los pacientes.
Un estudio realizado en (agro)pastores o cazadores-recolectores cameruneses revela las relaciones desconocidas entre el modo de subsistencia, el parasitismo y la microbiota intestinal. La diversidad de la microbiota aumentaría en presencia de helmintos.
Cerca de una cuarta parte de la población mundial sufre parasitismo intestinal. Sin embargo, en el ecosistema formado por los microorganismos que colonizan el intestino, los parásitos quizás sean los menos conocidos, al igual que sus interacciones con la microbiota. Por ello, un equipo se propuso evaluar las relaciones entre la presencia de parásitos en 575 adultos cameruneses y la composición de la microbiota intestinal, su metagenoma y la respuesta inmunitaria del huésped. La composición de la microbiota se analizó no solo por secuenciación y amplificación del ARNr 16 S, sino también mediante metagenómica « shotgun ».
La microbiota, reflejo del parasitismo
Después del modo de subsistencia de las poblaciones (pastores, agropastores o cazadores-recolectores), el parasitismo, especialmente presente en los cazadores-recolectores, fue el factor que mostró la asociación más estrecha con la composición de la microbiota. Se observó una correlación entre la cantidad de parásitos intestinales, especialmente la presencia conjunta de cuatro helmintos transmitidos por contacto con el suelo –Ascaris lumbricoides, Necator americanus, Trichuris trichiura y Strongyloidesstercoralis (llamados «ANTS»)–, y la diversidad alfa. La composición de la microbiota permitía predecir la presencia intestinal de helmintos con un porcentaje de exactitud del orden del 80% y hasta un 84% para los ANTS. La colonización intestinal por los ANTS se asociaba a un aumento de la concentración de citocinas circulantes (algunas de ellas proinflamatorias), lo cual sugiere que los ANTS podrían modular mecanismos inmunitarios. La microbiota podría estar implicada, ya que su composición es capaz de predecir las concentraciones circulantes de interleucina 5, ampliamente implicada en la respuesta inmunitaria en caso de infección por helmintos.
Parásitos y microbiota: interacciones funcionales
Para explorar las interacciones metabólicas potenciales entre la microbiota y los parásitos, los investigadores relacionaron la presencia de parásitos con las funciones del metagenoma bacteriano. En los individuos positivos para ANTS, observaron una mayor presencia de genes bacterianos implicados en el metabolismo de la purina y la pirimidina, dos moléculas de nitrógeno utilizadas en la composición de los nucleótidos del ADN que algunos parásitos no pueden sintetizar y, por lo tanto, deben obtener del medio que los rodea. El tamaño de la cohorte también permitió analizar las relaciones entre el modo de subsistencia y la microbiota intestinal. Por ejemplo, en la microbiota de las etnias pastoriles se observó una mayor abundancia de varias especies capaces de metabolizar la galactosa y los lípidos lácteos, diferentes de las bifidobacterias que se encuentran en los europeos. Según los investigadores, profundizar en las interacciones entre el huésped, sus parásitos y su microbiota podría ayudar a desarrollar estrategias dirigidas a la microbiota para tratar o prevenir la helmintiasis.
Un estudio realizado en el hombre muestra una reducción del deseo y consumo de alcohol en personas alcohólicas después de una modificación de la microbiota intestinal por trasplante fecal.
El alcoholismo, causa importante de mortalidad, tiene graves repercusiones en el funcionamiento de los órganos. Entre los daños colaterales causados por el alcoholismo cabe mencionar alteraciones severas de la microbiota intestinal que provocan una disfunción en el diálogo entre el intestino y el cerebro. Partiendo de la observación de que la microbiota intestinal tiene un papel potencial en los trastornos del comportamiento y las adicciones, un equipo de investigadores se preguntó si se podría reducir la dependencia del alcohol transfiriendo la microbiota intestinal de un individuo sano a pacientes alcohólicos. Para ello, distribuyeron 20 hombres de 60 a 70 años con alcoholismo crónico en dos grupos, uno de los cuales recibió un trasplante de microbiota fecal (TMF) procedente de un donante sano mientras que el otro recibió un enema de placebo.
El TMF reduce el deseo y consumo de alcohol
Quince días después del TMF, los investigadores observaron:
- una reducción del deseo de consumir alcohol en el 90% de los pacientes sometidos a TMF frente al 30% de los pacientes que recibieron el placebo;
- una disminución de las moléculas marcadoras del consumo de alcohol en la orina de los pacientes sometidos a TMF, signo de un menor consumo;
- y una mejoría de la función cognitiva y del bienestar psicosocial
Seis meses después de la intervención, los pacientes sometidos a TMF continuaban declarando menos trastornos graves relacionados con el consumo de alcohol (hospitalización, ingreso en urgencias).
¿Participación de un diálogo “intestino-cerebro”?
El impacto beneficioso del TMF respecto a la dependencia del alcohol se acompañó de un aumento en la diversidad microbiana y en las concentraciones de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) en las heces y la sangre. Las concentraciones elevadas de AGCC se asociaron con la presencia de ciertas bacterias específicas y puntuaciones de adicción más bajas. Según los autores, la mejoría del comportamiento de los pacientes respecto al alcohol podría deberse al aumento de los AGCC después del TMF, ya que actuarían como potenciales mensajeros para una mejor comunicación entre el intestino y el cerebro. Aunque se trate de resultados preliminares, permiten vislumbrar la instauración futura de terapias basadas en la modulación de la microbiota para atenuar los trastornos de adicción al alcohol.
Bajaj JS, Gavis EA, Fagan A, et al. A Randomized Clinical Trial of Fecal Microbiota Transplant for Alcohol Use Disorder. Hepatology. 2021 May;73(5):1688-1700.
¿Y si bastara con un análisis de heces, posiblemente seguido de un análisis de sangre, para diagnosticar una cirrosis hepática y distinguirla de una fibrosis? Esta es la nueva esperanza que suscitan estos trabajos.
La esteatosis hepática no alcohólica (EHNA) afectaría al 24% de la población mundial. Se ha planteado como hipótesis la implicación de la alteración de la microbiota intestinal en la progresión de la fibrosis avanzada a cirrosis. Además, a fin de determinar la capacidad diagnóstica de esta asociación, se analizó la microbiota de las heces de 163 participantes estadounidenses: 54 controles sin EHNA, 27 pacientes con EHNA y cirrosis (es decir, el estadio más avanzado de la enfermedad), y sus parientes de primer grado. Para completar los resultados se añadieron los datos procedentes de dos cohortes independientes, china e italiana.
Dos perfiles característicos independientes
Los resultados indican una pérdida de diversidad bacteriana en los pacientes con EHNA y cirrosis. Se observa una correlación entre esta diversidad y parámetros clínicos, en especial las concentraciones de LDL, la coagulación y la insulinemia. Pero, sobre todo, un método de (sidenote:
Machine Learning
Tecnología de inteligencia artificial que permite a los ordenadores aprender únicamente gracias al uso de una gran cantidad de datos.
) permitió identificar un perfil bacteriano basado en 19 especies y característico de la cirrosis con una precisión de diagnóstico de 0,91. Esta disbiosis se asoció a un perfil funcional caracterizado principalmente por la biosíntesis de aminoácidos específicos (aromáticos y ramificados), ácidos grasos y nucleótidos. Estos resultados, confirmados en cohortes independientes, sugieren que la alteración de la regulación de procesos metabólicos microbianos fundamentales podría contribuir a la progresión a cirrosis de la enfermedad. Por ejemplo, la modificación de la producción de metabolitos podría explicar cómo puede afectar una disbiosis intestinal al hígado. Para apoyar más esta posible asociación causal, se identificó un perfil independiente basado en 17 metabolitos que ofrece la misma precisión diagnóstica que el perfil microbiano, con correlaciones significativas entre estos dos perfiles.
Distinguir cirrosis y fibrosis
Posteriormente, los investigadores intentaron afinar este perfil microbiano característico. Combinándolo con la edad y la concentración de albúmina sérica, lograron mejorar ligeramente la precisión de la discriminación entre pacientes cirróticos y controles y, sobre todo, confirmar su eficacia en las cohortes china e italiana. Por último, la inclusión de un parámetro adicional especialmente discriminante (aumento de la concentración sérica de aspartato-aminotransferasa en los pacientes cirróticos) permitió distinguir la cirrosis de los estadios tempranos de la fibrosis leve o moderada.
¿Un diagnóstico no invasivo e incluso un tratamiento?
La robustez de este perfil intestinal característico en poblaciones geográfica y culturalmente distintas demuestra su potencial utilidad como estrategia de diagnóstico de la cirrosis. Algunas especies bacterianas de la microbiota intestinal podrían resultar útiles como prueba de diagnóstico no invasivo y universal, e incluso convertirse en dianas de nuevos enfoques terapéuticos.
En el cáncer rectal localmente avanzado, la quimioterapia anterior a la escisión reduce, en general, la cantidad de F. nucleatum en la superficie del tumor. Ahora bien, del destino de esta bacteria podría depender la tasa de recaída de los pacientes...
Existen pruebas cada vez más numerosas de que Fusobacterium representa una importante bacteria patógena intestinal asociada al cáncer colorrectal. Sin embargo, su papel en el cáncer colorrectal localmente avanzado, su destino después de una quimioterapia y su implicación en la evolución del tumor se desconocían hasta un reciente estudio retrospectivo que cuantificó F. nucleatum en el microentorno del tumor de 143 enfermos que recibieron una radioquimioterapia neoadyuvante (87 pacientes) o no (56 controles) antes de la escisión del tumor.
Menos F. nucleatum después de una quimioterapia preoperatoria
La visualización de F. nucleatum y su recuento por hibridación in situ demostraron que la bacteria se localizaba principalmente en la superficie luminal del tumor y que la radioquimioterapia reducía de manera significativa su cantidad: la densidad de F. nucleatum fue mucho más alta en los tumores no tratados que en los tumores tratados (mediana de la puntuación de 7,4 frente a 1,6), mientras que el 58% de los tumores fueron positivos para F. nucleatum en los controles frente al 26% en los pacientes sometidos a quimioterapia.
La abundancia no es nociva, pero la persistencia es un indicador de recaída
Se evaluaron los efectos del tratamiento en muestras pareadas (tomadas antes y después de la radioquimioterapia) de 71 enfermos. La abundancia de F. nucleatum no fue predictiva de la respuesta al tratamiento. En cambio, su persistencia después de la radioquimioterapia aumentó en un factor 9 el riesgo de recaída. La falta de activación de la citotoxicidad inmunitaria podría estar implicada, aunque no se demostró ninguna relación causal: los tumores que se volvieron negativos para F. nucleatum después del tratamiento mostraban un fuerte aumento de los linfocitos T CD8+ después del tratamiento; a la inversa, los tumores que seguían siendo positivos para F. nucleatum después de la quimioterapia no presentaban inducción de estos linfocitos T CD8+ en las muestras tomadas después del tratamiento.
La persistencia de F. nucleatum como un futuro biomarcador
Así pues, la persistencia de F. nucleatumdespués de la quimioterapia podría asociarse a tasas de recaída elevadas en el cáncer rectal localmente avanzado, un fenómeno posiblemente relacionado con la supresión de la citotoxicidad inmunitaria. Esto permite esperar un tratamiento más personalizado del cáncer rectal gracias a este prometedor biomarcador predictivo del riesgo de recaída después de una radioquimioterapia neoadyuvante.
La fecundación in vitro (FIV), con un porcentaje de nacimientos superior al 52%, constituye la técnica de elección para el tratamiento de la infertilidad. Sin embargo, en algunas mujeres, el embrión transferido no consigue implantarse, lo que impide el embarazo. ¿Y si la causa fuera un desequilibrio de la microbiota vaginal?
A pesar de relaciones sexuales frecuentes durante al menos un año, del 8 al 12% de las parejas en edad de procrear padecen infertilidad. Si bien la FIV se ha extendido rápidamente como el tratamiento más eficaz, algunas mujeres no consiguen quedar embarazadas y sufren fracasos repetidos de implantación (FRI). Recientemente se han implicado trastornos hormonales, vasculares o inmunitarios, pero no bastan para explicar todos los fracasos de implantación del embrión en la FIV. Dado que numerosas enfermedades ginecológicas y diversos trastornos relacionados con el embarazo ya se han asociado con una disbiosis vaginal, esta también podría tener un papel en el fracaso de la FIV.
Una microbiota desequilibrada con un bajo contenido de lactobacilos
Para probar esta hipótesis, se analizó la microbiota vaginal de 67 mujeres sometidas a FIV; entre estas últimas, 27 padecieron FRI inexplicables y 40 llevaron su embarazo a término después de un solo ciclo de tratamiento. Los resultados revelan la presencia de disbiosis vaginal en las mujeres con FRI: una microbiota más diversificada y abundante, con más bacterias asociadas a diversas infecciones ginecológicas (vaginosis bacteriana, vaginitis, infección urinaria). En cambio, su microbiota vaginal contenía una cantidad relativamente más baja de lactobacilos. Según los cálculos de los autores, el porcentaje de embarazo superaba el 72% cuando la microbiota vaginal estaba formada en más de un 90% por lactobacilos y caía al 34% en el caso contrario.
¿Pronto se podrá prever el riesgo de fracaso de la FIV?
Por último, también se observaron diferencias en las concentraciones de ciertas sustancias producidas por la microbiota vaginal en las pacientes que presentaban FRI. En especial, una importante disminución de moléculas necesarias para la implantación y el desarrollo del embrión, que mostraba una correlación directa con la reducción de la cantidad de lactobacilos. Los autores piensan que la composición de la microbiota vaginal, y especialmente la disminución de la cantidad de lactobacilos, podría desempeñar un papel fundamental en el fracaso repetido de implantación del embrión, y esperan que estos resultados abran el camino hacia el desarrollo de biomarcadores capaces de predecir el riesgo de FRI.
Fu M, Zhang X, Liang Y, Lin S, Qian W, Fan S. Alterations in Vaginal Microbiota and Associated Metabolome in Women with Recurrent Implantation Failure. mBio. 2020;11(3):e03242-19. Published 2020 Jun 2. doi:10.1128/mBio.03242-19
En caso de infección pulmonar por el virus respiratorio sincitial, la microbiota intestinal adquiere un perfil típico que depende de la severidad de la infección y que se caracteriza por una mayor abundancia de ciertas familias bacterianas. Un argumento más que confirma la existencia de un eje intestino-pulmón.
La mayoría de los individuos contraen una infección por el virus respiratorio sincitial (VRS) antes de la edad de 1 año. Si bien los síntomas se limitan a una infección benigna de las vías respiratorias superiores en la mayoría de los lactantes, entre el 0,5 y el 2% de ellos desarrollan infecciones severas de las vías respiratorias inferiores, incluidas bronquiolitis y neumonías que requieren hospitalización. No existe ninguna vacuna u otro tratamiento preventivo.
Perfiles filogenéticos característicos
En un contexto en el que proliferan los descubrimientos sobre las relaciones entre la microbiota intestinal y la salud respiratoria, un equipo comparó la microbiota de 37 lactantes sanos con la de 58 lactantes hospitalizados por una infección confirmada por el VRS, moderada o severa. El análisis de las heces por secuenciación del ARN 16S no mostró diferencias significativas entre los tres grupos en cuanto a la diversidad (alfa) de la microbiota. En cambio, reveló perfiles filogenéticos característicos («clúster») capaces de discriminar no solamente a los lactantes VRS de los controles, sino también a los 53 casos moderados de los 5 casos severos. En especial, se observó una sobrerrepresentación de la familia bacteriana S24_7, junto con una reducción de Moraxellaceae, Tissierella y Soehngenia, en la microbiota intestinal de los lactantes con una forma de infección severa con respecto a los controles.
S24_7, marcador de severidad de la infección?
En la familia S24_7, la (sidenote:
UTO
Para Unidades Taxonómicas Operativas, que reúnen individuos filogenéticamente cercanos
) 191 llamó muy especialmente la atención de los investigadores porque su cantidad aumentaba en los lactantes con infección severa con respecto a los controles, pero también en los casos severos respecto a los moderados. Por lo tanto, podría ser un indicador de la severidad de la enfermedad. El presunto mecanismo subyacente consiste en una posible interacción con el sistema inmunitario ya que las bacterias S24_7 contienen genes que codifican enzimas que degradan la IgA, una inmunoglobulina implicada en la protección de las mucosas y la prevención de infecciones respiratorias superiores. Sin embargo, los datos no permiten determinar si S24-7 es la causa o la consecuencia de la infección por el VRS, entre otros motivos porque otros productos metabólicos de la microbiota que no implican a las bacterias S24_7 podrían provocar una alteración de la regulación de la IgA o una modificación de la respuesta inmunitaria. En cualquier caso, este estudio abona el terreno para la identificación de perfiles de microbiota asociados a las infecciones por el VRS y a su severidad. De este modo, podría ayudar a identificar a los lactantes con riesgo de desarrollar una forma severa e inspirar el desarrollo de combinaciones microbianas inmunoprotectoras.
Cada vez más estudios muestran los beneficios del ejercicio físico sobre la composición y diversidad de la microbiota intestinal. Pero ¿qué ocurre con los deportistas profesionales? ¿Cómo influye este ecosistema en su rendimiento?
Aunque relativamente estable, la composición de la microbiota intestinal puede evolucionar, favorablemente o no, bajo los efectos de numerosos factores (alimentación, entorno, estado de salud, medicamentos...) y tener repercusiones en el metabolismo. Algunos estudios incluso han demostrado los efectos beneficiosos del ejercicio físico sobre su composición y diversidad. Pero ¿qué sucede en los deportistas profesionales que siguen entrenamientos intensivos? Un equipo de investigadores polacos se interesó por esta cuestión y comparó la microbiota de 14 maratonistas y 11 esquiadores de fondo con la de 46 personas sedentarias. El objetivo era investigar una posible asociación entre la intensidad del entrenamiento y la composición bacteriana.
Una microbiota más rica y más diversificada
La microbiota intestinal de los deportistas de alto nivel era globalmente más rica y más diversificada, lo cual supone una mayor capacidad de resistencia a diversas enfermedades. Además, la diferencia era más acentuada cuando su alimentación tenía un elevado valor calórico y era rica en nutrientes (especialmente zinc y cobre). Los deportistas profesionales, grandes consumidores de verduras y alimentos feculentos, albergaban en el tubo digestivo más bacterias implicadas en la degradación de la fibra.
Influencia en el rendimiento deportivo
Su microbiota se distinguía también por la abundancia de bacterias pertenecientes a la gran familia Firmicutes y la escasez de Bacteroidetes; ahora bien, según un estudio reciente, una relación F/B elevada se asociaría a un alto consumo de oxígeno (VO2 máx), elemento clave en los deportistas de alto nivel. Abundante también en los deportistas, la especie Prevotella, bacteria que podría asociarse con un mejor rendimiento físico, estaba sobrerrepresentada en los maratonistas. Otras diferencias: la sobreproducción, en los deportistas, de ciertas moléculas que facilitan la degradación de los azúcares y grasas y que mejoran el rendimiento en los ejercicios de gran intensidad. Entonces, ¿son sinónimos deporte de alto nivel y microbiota de competición? Según los autores, el primero modelaría a la segunda que, a cambio, contribuiría a mejorar el rendimiento deportivo.
Kulecka M, Fraczek B, Mikula M, et al. The composition and richness of the gut microbiota differentiate the top Polish endurance athletes from sedentary controls. Gut Microbes. 2020;11(5):1374-1384.
La flora intestinal de personas obesas tratadas con estatinas podría ser muy similar a la de sujetos no obesos. De hecho, las estatinas podrían modular la microbiota intestinal y evitar las disbiosis, aunque por el momento no se ha establecido una relación causal.
Desde los inicios de la metagenómica, la investigación se ha empeñado en dilucidar los vínculos entre la microbiota intestinal y la obesidad. Desde 2012, (sidenote:
Proyecto europeo que incluye a más de 2 000 participantes sanos o con enfermedades cardiometabólicas de distintos estadios (obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares), reclutados en París, Leipzig (Alemania) y Copenhague (Dinamarca). www.metacardis.net) investiga el posible papel de la microbiota en el desarrollo de enfermedades cardiometabólicas. Entre los estudios realizados cabe mencionar la caracterización de la microbiota de 888 sujetos, obesos o no. Dado que más del 42% de ellos declararon tomar al menos un medicamento, se evaluaron los efectos de los tratamientos más comunes, en particular las estatinas.
¿Un enterotipo marcador de la inflamación?
Se detectaron distintos vínculos entre los marcadores de obesidad y la microbiota intestinal en los 782 participantes que no tomaban estatinas: cuanto mayor era el índice de masa corporal (IMC), más blandas eran las heces y más intensa la inflamación; el IMC, el porcentaje de masa grasa y la concentración sérica de triglicéridos mostraron una correlación con las variaciones de la microbiota intestinal. Pero se observó sobre todo una asociación entre la prevalencia de un enterotipo denominado Bact2 (alta proporción de Bacteroides, baja proporción de Faecalibacterium), el IMC y la inflamación. Mientras que tan solo el 3,90% de los sujetos de peso normal o con sobrepeso eran portadores del enterotipo Bact2, este porcentaje alcanzó el 17,73% en sujetos obesos. Además, cuanto más abundantes eran los Bacteroides, más severa era la inflamación, incluso en sujetos delgados. Por cierto, los niveles de inflamación de los participantes portadores de Bact2 resultaron más elevados de lo que dejaba prever su grado de obesidad, lo cual sugiere que Bact2 es un enterotipo potencialmente disbiótico asociado con una inflamación de bajo grado.
Efecto de las estatinas sobre la microbiota
A la inversa, en los 106 participantes tratados con estatinas, la prevalencia de Bact2 no aumentó con valores del IMC más elevados: entre sujetos obesos, solo el 5,88% de los que tomaban estatinas presentaban el enterotipo Bact2 (frente al 17,7 % de los sujetos obesos no tratados con estatinas). Este resultado se confirmó en otras 2 cohortes e indica que las estatinas podrían limitar las alteraciones de la microbiota intestinal. Si bien el estudio no permite establecer un mecanismo de causa y efecto entre el medicamento y la menor prevalencia de Bact2, podrían estar implicados dos procesos, o la combinación de ambos:
• al afectar el crecimiento de ciertos microorganismos, las estatinas podrían oponerse a los efectos de las bacterias intestinales en las comorbilidades de la obesidad inflamatoria y metabólica;
• los efectos antiinflamatorios de las estatinas podrían atenuar las interacciones entre la microbiota y el huésped y permitir el desarrollo posterior de enterotipos sin relación con la inflamación.
Se iniciarán nuevos estudios para comprobar si las estatinas ejercen un efecto directo en la flora bacteriana o si se deben tener en consideración otros factores (por ejemplo, el estilo de vida más sano de las personas mejor informadas sobre el riesgo cardiovascular).
Lo que comemos y cuándo comemos puede afectar a nuestra microbiota. Según un estudio reciente, los adolescentes que se saltan comidas tendrían una microbiota salival diferente de los que comen regularmente.
Actualmente, está establecido que nuestra alimentación modela la composición de la microbiota y, por lo tanto, nuestra salud. Numerosos estudios demostraron que los buenos hábitos alimentarios influyen positivamente en la composición de la microbiota intestinal, pero son pocos los que exploraron la relación entre los hábitos alimentarios y la microbiota salival. Sin embargo, dado que la boca es la puerta de entrada de la alimentación, la microbiota salival podría reflejar nuestros comportamientos alimentarios y, por lo tanto, nuestro estado de salud.
Enfoque en el comportamiento alimentario de los adolescentes
Para saberlo, los autores desmenuzaron la microbiota salival de 842 adolescentes finlandeses sanos. Los adolescentes rellenaron un cuestionario para conocer sus comportamientos alimentarios y se clasificaron según si evitaban la fruta y la verdura (sin FV) (42,9%), si preferían comidas sanas (45,5%) o comida chatarra (11,6%) y, por último, si tomaban regularmente el desayuno (83,1%) y la cena (82,4%).
Muéstrame tu microbiota salival y te diré cómo comes
Sorprendentemente, la microbiota salival era similar tanto en su diversidad como en su composición a pesar de las preferencias alimentarias de los jóvenes (sin FV, comida sana o comida chatarra). En cambio, se observó que la regularidad de las comidas tenía una influencia en la diversidad: los adolescentes con una alimentación regular tenían una mayor diversidad microbiana que los que se saltaban comidas. Así pues, los «comedores irregulares» tendrían un riesgo elevado de presentar una disminución de la diversidad, sabiendo que se admite generalmente que una microbiota muy diversa es beneficiosa para la salud.
Asociación entre una mayor abundancia de bacterias y malos hábitos alimentarios
El estudio también demostró una gran abundancia de ciertas bacterias en la saliva de los adolescentes que adoptan una alimentación sin FV y los que se saltan comidas. Anteriormente, la presencia de estas bacterias en la saliva se asociaba a enfermedades bucodentales y a una higiene bucal deficiente. Según los autores, la regularidad de las comidas desempeñaría un papel más importante que los hábitos alimentarios en la composición de la microbiota salival; de hecho, algunas bacterias de la saliva podrían usarse como indicadores de malos hábitos alimentarios.
Viljakainen J, Raju SC, Viljakainen H, et al. Meal Regularity Plays a Role in Shaping the Saliva Microbiota. Front Microbiol. 2020;11:757. Published 2020 Apr 24.