Cerveza y roquefort: la microbiota revela lo que comían nuestros antepasados

Cereales, legumbres, bayas… Así es como imaginamos las frugales comidas de nuestros antepasados europeos. Sin embargo, su microbiota intestinal nos revela, gracias al análisis de heces humanas conservadas durante más de 3000 años en minas de sal austriacas, que su menú también incluía queso azul y cerveza.

La microbiota intestinal

Huesos, vasijas de barro, armas, piezas de tela... Los tesoros que encuentran los arqueólogos durante las excavaciones nos permiten conocer mejor las costumbres de nuestros antepasados. ¡Tenemos tendencia a olvidarlo, pero las heces constituyen también un material valioso para obtener información sobre la dieta de nuestros antepasados! En algunos yacimientos arqueológicos, como las minas de sal subterráneas de Hallstatt, en Austria, los excrementos humanos prehistóricos, o «paleoheces», perduraron a través de los siglos desde la Edad de Hierro, protegidas de la degradación. Estas paleoheces representan minas de información sobre la alimentación, la salud y la microbiota intestinal de nuestros lejanos antepasados. Esto motivó a un equipo de investigadores italoaustriacos a estudiar algunas muestras.

El análisis de la microbiota indica una dieta de tipo «no occidental» hasta la época barroca

El análisis microscópico de las (sidenote: Cuatro muestras de heces Una muestra procedente de la Edad del Bronce, una segunda de la Edad de Hierro y dos muestras procedentes del periodo barroco. ) reveló que la base de la alimentación de nuestros antepasados europeos eran cereales (cebada, espelta, mijo...), legumbres, frutas silvestres (manzanas, arándanos) y nueces. Por su parte, el análisis del ADN de las bacterias contenidas en los excrementos mostró que su microbiota intestinal era similar a la de las poblaciones que siguen una dieta no occidental basada en productos no transformados, frutas y verduras. Los investigadores suponen que este tipo de dieta perduró hasta el siglo xviii en Europa, antes de que un estilo de vida más moderno, la (sidenote: Dieta occidental  La dieta de tipo occidental se caracteriza por un exceso de azúcares, ciertas grasas, alimentos transformados y pesticidas ambientales, y por una carencia de fibras. Esta dieta se asocia a la obesidad y a ciertos trastornos inflamatorios y metabólicos, como la diabetes de tipo 2, la resistencia a la insulina y las enfermedades inflamatorias crónicas del intestino.
Siracusa F, Schaltenberg N, Villablanca EJ, et al. Dietary Habits and Intestinal Immunity: From Food Intake to CD4+ T H Cells. Front Immunol. 2019 Jan 15;9:3177.
)
 y los avances médicos tuvieran un impacto sobre la microbiota intestinal.

Hace cerca de 3000 años, el queso roquefort ya era un manjar refinado 

Una de las muestras procedentes de la Edad de Hierro generó estupefacción entre los científicos. Esta muestra era extraordinariamente rica en ADN de dos especies de (sidenote: Microorganismos Organismos vivos que son demasiado pequeños para observarlos a simple vista. Incluyen bacterias, virus, hongos, arqueas, protozoos, etc. y se llaman comúnmente «microbios». What is microbiology? Microbiology Society. ) : Penicillium roqueforti y Saccharomyces cerevisiae. Pues sí, se trata de las dos levaduras que todavía se utilizan en la actualidad, la primera para hacer quesos «azules» y la segunda para hacer cerveza, vino y pan. Está claro que consumían «alimentos transformados» en las mesas de Europa. 

Ya sabíamos que nuestros antepasados fabricaban cerveza en la Edad de Hierro. Pero los investigadores consideran que la presencia de quesos azules muestra la sofisticación de las tradiciones culinarias de los antiguos europeos. Las condiciones de temperatura y humedad eran ideales para afinar quesos salados con sal natural y fermentados con levadura en cubas de madera. ¡Esta receta sigue siendo válida para la fabricación del queso roquefort que saboreamos en la actualidad!

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Enfermedades mentales y microbiota intestinal: ¿la solución de un rompecabezas?

Se ha demostrado la existencia de desequilibrios de la microbiota en varias enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia, depresión o los trastornos obsesivos compulsivos (TOC). ¿Pero cada enfermedad tiene «su» propia disbiosis o existen alteraciones microbianas comunes entre todas? Una revisión de varios estudios lo analiza.

 

La microbiota intestinal La microbiota ORL La microbiota cutánea La microbiota vaginal Trastornos mentales

Se han realizado varios estudios recientemente en varios países para identificar las peculiaridades de la alteración de la microbiota intestinal de las personas que padecen enfermedades mentales. ¿Su flora intestinal presenta menos riqueza que las de las personas con un buen estado de salud? ¿Está menos diversificada? ¿Hay presentes determinadas especies de microorganismos? ¿O por el contrario faltan otras? Hay mucho en juego, ya que si se descubre en varios estudios que hay particularidades asociadas a una o varias enfermedades mentales, estas podrían servir como marcadores útiles para el diagnóstico de los pacientes, la estrategia en el tratamiento o la evaluación de la respuesta a estos... Pero hasta la fecha, los resultados de estos estudios han sido contradictorios.

Observamos varios desequilibrios comunes en varias enfermedades psiquiátricas 

Destaca una publicación en  (sidenote: JAMA Journal of the American Medical Association   )  Psychiatry al revisar casi 60 estudios sobre el tema. El objetivo de sus autores: confirmar que las enfermedades mentales están relacionadas con las alteraciones de la microbiota intestinal y determinar si son específicas en cada enfermedad:

Los científicos han constatado que hay una disminución significativa de la riqueza de la microbiota intestinal de los pacientes con problemas mentales, pero hay poca diferencia entre la diversidad de especies en comparación con la microbiota de los sujetos sanos. En lugar de poner en evidencia las características concretas de cada enfermedad, estos estudios demuestran más bien que hay desequilibrios similares en la flora intestinal en varios pacientes con trastornos mentales. Estas alteraciones se traducen normalmente en el aumento de varias especies que favorecen la inflamación y la disminución de otras especies de acción antiinflamatoria en los trastornos bipolares, la esquizofrenia y la ansiedad.

Factores que pueden llegar a confundir que hay que tener en cuenta 

Esta revisión nos ha permitido determinar los factores responsables de las diferencias en los resultados de los estudios. Por una parte, la zona geográfica: la alimentación y por tanto la microbiota y sus desequilibrios no son iguales en China y en los países occidentales. Por otra parte, la toma de medicamentos: al parecer, los psicotrópicos favorecen la aparición de disbiosis. Por tanto, los investigadores deben tener esto en cuenta para desvelar todos los misterios que relacionan a la microbiota intestinal con las enfermedades mentales para beneficiar a los pacientes.

Recomendado por nuestra comunidad

"Me alegro mucho de que se esté investigando más en este campo. ¡Sigan trabajando!" - Comentario traducido de Amanda Robertson (De My health, my microbiota)

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Los metabolitos séricos asociados a la microbiota intestinal: ¿hacia un mejor diagnóstico del cáncer colorrectal?

Según un nuevo estudio publicado en la revista Gut, se podría usar un perfil de metabolitos séricos asociado a la microbiota intestinal como una nueva herramienta de diagnóstico temprana, fiable y no invasiva del adenoma y del cáncer colorrectal. 

Los desequilibrios de la microbiota, o disbiosis, se han asociado a numerosas enfermedades, como diabetes, obesidad, enfermedades neuropsiquiátricas o neurodegenerativas, e incluso al cáncer. Los metabolitos producidos por las bacterias intestinales llegan rápidamente a la circulación sanguínea. En este contexto, un nuevo estudio tiene por objeto establecer el perfil de metabolitos séricos asociado con la microbiota intestinal (MI). ¿Objetivo? Descubrir si existe un indicador metabolómico sérico asociado a la MI en las personas con cáncer o adenoma colorrectal. Este método de detección preciso, rápido y no invasivo permitiría establecer un diagnóstico precoz del adenoma y el cáncer colorrectal (CCR).

Variaciones metabolómicas en todas las etapas

El análisis de muestras séricas de una cohorte de descubrimiento (31 individuos sanos, 12 pacientes con adenoma y 49 con CCR) permitió identificar 885 metabolitos séricos cuya cantidad difería entre los pacientes con adenoma o CCR y los sujetos sanos.
Sabemos que las alteraciones de la MI pueden reprogramar el metaboloma fecal en pacientes que presentan una anomalía colorrectal. ¿Pero pueden hacerlo en el suero? Para determinar la potencial contribución de estos marcadores en la predicción de anomalías colorrectales, se llevó a cabo un análisis de los metabolitos séricos y metagenómicos fecales de la MI en 11 individuos sanos y 33 pacientes con una enfermedad colorrectal. Se identificaron 322 metabolitos para asociarlos a la MI, entre los cuales figuraban especies conocidas por su asociación al inicio y la progresión del CCR (Fusobacterium nucleatum, Parvimonas micra…). Posteriormente se aplicó un algoritmo para identificar con precisión ocho metabolitos séricos que permitían diferenciar a los sujetos sanos de los pacientes con adenoma o CCR en esta cohorte (área bajo la curva: 0,96). Estos se seleccionaron como panel predictivo de enfermedad colorrectal: GMSM (Gut Microbiome-associated Serum Metabolites).

¿Hacia un modelo predictivo?

Este modelo se probó en una cohorte de modelización (72 individuos sanos y 120 pacientes con enfermedad colorrectal) y una cohorte de validación independiente (53 sujetos sanos y 103 pacientes con anomalías colorrectales) y permite discriminar con fiabilidad a los pacientes que presentan un adenoma o un CCR de los sujetos sanos (área bajo la curva: 0,98 y 0,92 respectivamente). Por último, este modelo se comparó con otros medios de detección comunes: el antígeno carcinoembrionario (ACE) y la prueba inmunoquímica fecal. Mientras el ACE es capaz de discriminar a los pacientes de los sujetos sanos de la cohorte de validación con un área bajo la curva de 0,72, la prueba inmunoquímica fecal también parece inferior al panel GMSM (sensibilidad del 65,2% frente al 83,5%) para distinguir a los dos grupos.

Por lo tanto, la disbiosis intestinal observada en los pacientes con CCR podría asociarse a alteraciones de los metabolitos séricos. La identificación de estos marcadores en el suero es prometedora y permite la detección temprana y no invasiva de los pacientes con adenoma o CCR.

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La microbiota intestinal: ¿una nueva esperanza para prevenir la obesidad infantil?

La epidemia de nuestro siglo: según la OMS, casi 40 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso u obesidad en 20191. Para prevenir la obesidad infantil y reequilibrar la balanza energética, se pone el foco en la alimentación y la actividad física. Aunque necesario, no es suficiente. Las esperanzas están puestas en la microbiota intestinal, protagonista clave del metabolismo y de la comunicación con el cerebro. Aclaración. 

La microbiota intestinal Obesidad

40 millones casi 40 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso u obesidad en 2019

Microbiota y obesidad: la disbiosis nos tiene en ascuas

La microbiota intestinal, todo un ecosistema microbiano que puebla nuestras tripas, es crucial para nuestra salud. Con respecto a la obesidad, actualmente sabemos que la poca diversidad de la microbiota intestinal y la infrarrepresentación de determinadas especies bacterianas aumentan el riesgo de adiposidad, de resistencia a la insulina y de inflamación. Por tanto, los pacientes obesos tendrían una flora menos rica que las personas delgadas aunque los resultados aún no sean unánimes.

Microbiota y obesidad: los factores de riesgo

Además de los factores genéticos, otros factores también contribuyen al parecer al desarrollo de la obesidad en los niños: la alimentación de la madre durante el embarazo, el tipo de parto, la alimentación durante los primeros meses (lactancia frente a biberón), tratamientos con antibióticos durante la infancia... Los mecanismos biológicos por los que estos posibles factores de riesgo van a influir en el desarrollo de la obesidad no están claramente determinados. En cambio, nos interesa y tenemos claras sospechas sobre la microbiota.

Microbiota y obesidad: demostrado científicamente

Sabemos que la obesidad es una enfermedad multifactorial. Por tanto, es demasiado pronto para plantear una relación de causa-efecto exclusiva entre microbiota y obesidad en los seres humanos. Sin embargo, varios estudio han demostrado esta relación en los animales y que concluían que la característica de la «obesidad» puede transmitirse de un ratón donante «obeso» a un ratón receptor «delgado» a través del trasplante de la microbiota fecal y vice versa

Solo un estudio ha probado el trasplante de la microbiota de personas delgadas en personas con sobrepeso. De momento, no se ha constatado ninguna reducción del (sidenote: Indice de Masa Corporal (IMC) El Indice de Masa Corporal (IMC) evalúa la constitución de una persona al estimar la masa grasa corporal calculada por una relación entre el peso (kg) y la altura (m). https://www.nhlbi.nih.gov/health/educational/lose_wt/BMI/bmicalc.htm https://www.euro.who.int/en/health-topics/disease-prevention/nutrition/a-healthy-lifestyle/body-mass-index-bmi ) .

Microbiota y obesidad: cuando las bacterias controlan nuestro plato y nuestro peso

Apetito y obesidad, ¿cómo funciona? La relación entre alimentación, microbiota y obesidad es compleja. El modus operandi es el siguiente: los alimentos se digieren, después los nutrientes son metabolizados por las bacterias, por moléculas producidas como los (sidenote: Ácidos biliares Los ácidos biliares facilitan la digestión y la absorción de lípidos en el intestino. Además, también ejercen funciones de tipo hormonal y están implicados en diversos procesos metabólicos. La microbiota intestinal va a modificar a los ácidos biliares y a cambio estos van a tener un efecto en su composición. Staels B, Fonseca VA. Bile acids and metabolic regulation: mechanisms and clinical responses to bile acid sequestration. Diabetes Care. 2009;32 Suppl 2(Suppl 2):S237-S245.  Li R, Andreu-Sánchez S, Kuipers F, Fu J. Gut microbiome and bile acids in obesity-related diseases. Best Pract Res Clin Endocrinol Metab. 2021;35(3):101493.  ) , los (sidenote: Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) Los Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) son una fuente de energía (carburante) de las células de la persona que interactúan con el sistema inmunitario y están implicadas en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Silva YP, Bernardi A, Frozza RL. The Role of Short-Chain Fatty Acids From Gut Microbiota in Gut-Brain Communication. Front Endocrinol (Lausanne). 2020;11:25. ) u otras moléculas las cuales a su vez ponen en marcha determinados mecanismos que van a tener un impacto en la obesidad. Por ejemplo, una microbiota alterada va a influir en el control del almacenamiento de las grasas y a aumentar en exceso la recuperación de energía. El intestino y el cerebro no van a comunicarse correctamente si hay un desajuste del apetito y de la sensación de saciedad.

Microbiota y obesidad: personalizar nuestra alimentación para una mejor prevención

Como sabemos, lo que comemos influye en la composición de nuestra microbiota. La microbiota de un niño va a evolucionar durante los primeros años de su vida. Refleja el entorno que lo rodea y su alimentación. Para los investigadores, este periodo sería importante para realizar intervenciones alimentarias. ¿Cómo? A través de los prebióticos naturalmente presentes en los alimentos y que encantan a las bacterias pero también gracias a los probióticos, que son microorganismos que podemos ingerir directamente.

Adaptar su alimentación en función de las particularidades de su microbiota. Este nuevo punto de vista podría ayudarnos a prevenir mejor los riesgos de obesidad durante la infancia. ¿Y si este tipo de alimentación personalizada se convirtiera en un aliado de peso en la lucha contra la obesidad, la pandemia que casi se ha triplicado en cincuenta años? El abanico de posibilidades (y de esperanzas) está abierto.

 

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight

Bibliografia

Baranowski T, Motil KJ. Simple Energy Balance or Microbiome for Childhood Obesity Prevention? Nutrients. 2021;13(8):2730. Published 2021 Aug 9.  

 

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Cáncer de mama, antibióticos y microbiota intestinal: una combinación perdedora

La utilización de antibióticos es común en las pacientes que padecen cáncer de mama, por ejemplo para prevenir infecciones oportunistas o durante los periodos de inmunodeficiencia. En este estudio, un equipo de investigadores demuestra, en un modelo murino de cáncer de mama, que los antibióticos aceleran el crecimiento del tumor al inducir desequilibrios de la microbiota intestinal.

La microbiota intestinal (MI) está implicada en la progresión de ciertas enfermedades y varios tipos de cáncer. Sin embargo, existen pocas investigaciones que describan en detalle su influencia en el cáncer de mama. Por su parte, los antibióticos afectan a la población bacteriana de la MI. Ahora bien, el uso de antibióticos es frecuente en pacientes con cáncer aunque sus beneficios sean controvertidos. ¿Conclusión? Faltaba un estudio que evaluara el efecto de los antibióticos sobre la MI y su impacto sobre la evolución del cáncer de mama. Un estudio reciente en un modelo murino publicado en iSciences llena este vacío.

Crecimiento tumoral acelerado y empobrecimiento de la microbiota en ratones tratados con antibióticos

Antes y después de la inyección de células tumorales específicas del cáncer de mama, se administró a ratones un cóctel de antibióticos: vancomicina, neomicina, metronidazol, anfotericina y ampicilina (VNMAA). Con respecto a los controles, estos animales presentaron con rapidez un crecimiento tumoral significativamente acelerado y un empobrecimiento considerable de la microbiota intestinal.

Posteriormente, los investigadores se centraron en las consecuencias de un antibiótico ampliamente utilizado en pacientes con cáncer de mama: la cefalexina. Aunque la cefalexina tiene un menor impacto sobre la microbiota que el cóctel VNMAA, produjo un aumento similar del crecimiento tumoral.

Papel antitumoral de ciertas bacterias intestinales

En ratones tratados con antibióticos, la metagenómica permitió detectar una disbiosis, no a favor de bacterias patógenas, sino en detrimento de bacterias protectoras. Los animales tratados con VNMAA y cefalexina presentaban una reducción de la abundancia relativa de bacterias que supuestamente tienen un papel antitumoral, a saber, Lactobacillus reuteri, Lachnospiraceae bacterium y Faecalibculum rodentium. La simple reintroducción de esta última bacteria permitió restablecer el nivel de crecimiento tumoral anterior.

Los mastocitos, motores del crecimiento tumoral en caso de disbiosis

Las alteraciones de la microbiota inducidas por los antibióticos no ejercen un efecto significativo sobre el microentorno inmunitario del tumor. En cambio, inducen un aumento del número de mastocitos en el estroma tumoral.

Los investigadores administraron cromoglicato (un estabilizador de los mastocitos) a ratones tratados con antibióticos y a controles. Si bien el cromoglicato inhibió el crecimiento tumoral de los animales tratados con antibióticos, no tuvo ningún efecto sobre los controles. Estos datos sugieren un papel potencial de los mastocitos en la progresión del cáncer de mama en las pacientes que presentan una disbiosis inducida por antibióticos.

Aunque este estudio se centra en un modelo murino, abre la vía a nuevas perspectivas para el tratamiento del cáncer de mama. Ahora resulta fundamental comprender a qué se debe el aumento de los mastocitos, qué cambios se producen en los mastocitos en respuesta a la alteración de la microbiota responsable de la inducción de estos cambios, y cómo los favorece.

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Microbiota intestinal y quimioterapia: ¿efectos indeseables o mayor eficacia del tratamiento?

Una revisión de los artículos publicados sobre este tema evalúa las relaciones entre la microbiota intestinal y la eficacia y los efectos indeseables de la quimioterapia. Explicación.

La quimioterapia mejora considerablemente la supervivencia global de los pacientes de cáncer. En cambio, los (sidenote: Más del 87% de los pacientes sometidos a quimioterapia sufrieron al menos un efecto secundario. ) todavía alteran en gran medida su bienestar físico (vómitos, diarrea, estreñimiento, fatiga, sofocos...) y psicológico (depresión, insomnio, trastornos cognitivos...), sin olvidar la incidencia de infecciones y la morbimortalidad relacionadas con la inmunodepresión. Aunque solo se dispone de escasos datos, se sospecha que existe una asociación entre la microbiota intestinal y la eficacia de la quimioterapia y sus efectos indeseables. De ahí este metanálisis que incluye 17 estudios ( (sidenote: 5 estudios sobre el cáncer colorrectal, 3 sobre la leucemia mieloide aguda, 2 sobre el linfoma no Hodgkin, 1 sobre el cáncer de mama, 1 sobre el cáncer de pulmón, 1 sobre el cáncer de ovario, 1 sobre el cáncer de hígado y los 3 últimos sobre otros tipos de cáncer. ) ) sobre la relación entre la microbiota intestinal, la quimioterapia y los efectos secundarios.

Microbiota, eficacia y toxicidad de la quimioterapia

De los 17 estudios examinados, 7 eran de tipo observacional. Entre ellos, 3 evaluaron la relación entre la microbiota intestinal, la eficacia de la quimioterapia y la aparición de efectos secundarios mediante muestras fecales obtenidas antes de la quimioterapia. Otros 4 estudios evaluaron la asociación entre la microbiota intestinal, la quimioterapia y la aparición de efectos secundarios posquimioterapia mediante muestras fecales obtenidas después del tratamiento. ¿Resultado? Existe una asociación entre la microbiota intestinal, la eficacia de la quimioterapia y la aparición de efectos secundarios.

Los otros 10 estudios, esta vez prospectivos (esto es, estudios que permiten evaluar una posible relación de causa a efecto), investigaron el impacto de la quimioterapia sobre la microbiota intestinal (riesgo de infección, diarrea...) durante el tratamiento con múltiples tomas de muestras de heces (antes, durante y/o después de la quimioterapia). De estos estudios se desprende que la quimioterapia modula la microbiota intestinal de los pacientes de cáncer. Este efecto modulador podría asociarse a un mayor riesgo de infección y tener un impacto sobre la eficacia del tratamiento. Además, la disbiosis inducida parece relacionada con los efectos indeseables.

Uso de la microbiota como biomarcador y modulación de la misma 


Estos resultados abren amplias perspectivas: no solo la microbiota intestinal podría utilizarse como biomarcador para predecir los resultados de la quimioterapia y sus efectos secundarios, sino que su modulación durante el tratamiento permite esperar una reducción de los efectos indeseables y una mayor eficacia del tratamiento, según los resultados de ciertos estudios de intervención (prebióticos, actividad física...).


Esta revisión de las relaciones complejas entre la microbiota intestinal y la quimioterapia también pone de manifiesto el potencial de las futuras investigaciones para mejorar el tratamiento de los pacientes, aunque sea necesario realizar ensayos multicéntricos internacionales para obtener datos que tengan en cuenta diferentes factores de confusión (edad, origen étnico, sexo, comorbilidades, medicamentos, lugar de vida, alimentación, actividad...).
 

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Qué sucede cuando ciertas bacterias vaginales «activan» la progresión del cáncer de cuello de útero

La composición de la microbiota cervical cambiaría de manera característica con lesiones precancerosas evolutivas. Hasta el punto de que la presencia de determinadas bacterias podría llevar a sospechar de la existencia de lesiones graves o incluso cáncer.

La microbiota vaginal Cáncer de estómago

El tercer cáncer femenino más común en el mundo (incluso el segundo en mujeres de 15 a 44 años), el cáncer de cuello de útero, lo provoca la persistencia del famoso virus del papiloma (VPH), un enemigo público perseguido activamente durante los frotis. Habitualmente, una fase precancerosa larga, con lesiones progresivas, precede a la posible aparición del cáncer. Los investigadores han planteado la hipótesis de que la microbiota vaginal puede contribuir al riesgo de contaminación por VPH, su persistencia y el desarrollo de lesiones.

Menos lactobacilos

Al estudiar la microbiota del moco cervical de 94 mujeres de entre 18 y 52 años, los investigadores han demostrado que es diferente según la etapa de la enfermedad. Cuanto más avanzadas son las lesiones, más aumenta la diversidad bacteriana dentro de la flora del cuello uterino de cada mujer y más se atenúa gradualmente el dominio de los lactobacilos (bacterias en forma de bastón) a favor de otras bacterias. Sin embargo, a diferencia de la microbiota intestinal, la vaginal está equilibrada cuando muestra una baja diversidad y cuando los lactobacilos son ampliamente predominantes (> 70 % de la comunidad bacteriana de mujeres sanas). Por tanto, en las mujeres con cáncer de cuello de útero ocurre todo lo contrario: la diversidad es máxima y los lactobacilos han perdido su esplendor.

La vaginal está equilibrada cuando muestra una baja diversidad!

Explorar este tema

Marcadores de lesiones avanzadas o de cáncer

Segunda observación del equipo: la microbiota vaginal de las mujeres con lesiones de alto grado o incluso cáncer se diferenciaba cada vez más de la de las mujeres sanas en términos de la variedad de bacterias presentes. Por tanto, nuevas especies bacterianas (Porphyromonas, Fusobacterium, Prevotella y Campylobacter) parecen relacionarse con la presencia de cáncer de cuello de útero, mientras que otras bacterias (Sneathia) indican la presencia de lesiones de alto grado. ¿Son las lesiones las que desequilibran la flora o el desequilibrio de la flora lo que influye en el desarrollo de las lesiones? La relación causal debe explorarse más a fondo.

Según los investigadores, la presencia de estas bacterias podría, en el futuro, buscarse como marcador de progresión de la enfermedad. El análisis de la microbiota cervical podría así influir en el diagnóstico, incluso en la prevención y el tratamiento del cáncer de cuello de útero. Mientras tanto, todavía se requieren frotis regulares para detectar cualquier lesión lo antes posible.

Bibliografía

Wu S, Ding X, Kong Y et al. The feature of cervical microbiota associated with the progression of cervical cancer among reproductive females. Gynecol Oncol. 2021 Sep 6:S0090-8258(21)01314-7.

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¿Un ácido graso de cadena corta de la microbiota intestinal para combatir la endometriosis?

La endometriosis afecta drásticamente la calidad de vida de las mujeres debido al dolor y a la infertilidad que puede provocar. Aunque afecta a 1 de cada 10 mujeres, sus mecanismos siguen siendo poco conocidos y sus tratamientos, poco satisfactorios. Un estudio reciente en animales1 abre nuevas perspectivas al mostrar que el butirato, un ácido graso de cadena corta producido por la microbiota intestinal, ralentiza el desarrollo de lesiones en el endometrio.

 

Las teorías sobre el origen de la endometriosis siguen sin estar claras. La hipótesis actual es que los fragmentos del endometrio migran fuera del útero hacia el espacio peritoneal durante la menstruación retrógrada y se implantan en el tejido circundante. Pero, mientras que el 90% de las mujeres tiene períodos retrógrados, solo el 10% sufre endometriosis. Además, los tratamientos actuales para la enfermedad no están exentos de efectos secundarios y no previenen su reincidencia. 

Para ofrecer a la mujer nuevas soluciones terapéuticas, es necesario identificar otros factores que contribuyan a la modificación del entorno peritoneal y al desarrollo de lesiones. En este contexto, la microbiota intestinal está llamando la atención de los investigadores. De hecho, la de las mujeres con endometriosis tiene menor diversidad alfa y una composición bacteriana alterada en comparación con las mujeres sin endometriosis. Además, los metabolitos producidos por la flora intestinal en un modelo de endometriosis en ratones son diferentes de los de los ratones de control. Esto es importante porque es a través de los metabolitos resultantes de la transformación de las fibras alimentarias cuando la microbiota intestinal aporta sus beneficios al cuerpo humano. Entre estos, los ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como el butirato, el acetato o el propionato tienen efectos antiproliferantes y antiinflamatorios. Por lo tanto, los autores del estudio publicado en Life Science Alliance han investigado el papel de estos AGCC en la endometriosis in vivo en un modelo de ratón con endometriosis e in vitro en células con lesiones en el endometrio.

El butirato inhibe el crecimiento de las lesiones activando varios mecanismos

Los primeros resultados muestran que la endometriosis desequilibra la microbiota intestinal de los ratones, lo que lleva a una reducción de la producción de butirato. El equipo también ha observado que el butirato (y no otros AGCC, como el acetato o el propionato) inhibe el crecimiento de las lesiones en el endometrio. El butirato actuaría a través de tres mecanismos como mínimo: activando los receptores de membrana acoplados a las proteínas G (GPCR): GPR43 y GPR109A, al inhibir la enzima histona deacetilasa (HDAC) y activar Rap1GAP (proteína activadora de GTPasa Ras-próximo-1). Rap1GAP bloquea la vía de señalización Rap1 involucrada en la proliferación, migración y adhesión celular. Ya se conoce como supresor de tumores, incluso en el cáncer de endometrio.

Ahora será necesario realizar más estudios para determinar si las mujeres con endometriosis tienen niveles más bajos de butirato fecal que las mujeres sin esta afección. Si este es el caso, se podrían probar diferentes enfoques para prevenir el desarrollo de lesiones: dieta, análogos de butirato, suplementos de butirato o probióticos que inducen la producción de butirato.

Recomendado por nuestra comunidad

"Gracias por este artículo!!" - Comentario traducido de Diome🌺 (De Biocodex Microbiota Institute en X)

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