La diarrea infecciosa es una afección frecuente y a menudo angustiosa que puede alterar la vida. La clave para entender y superar este problema puede estar en su propio organismo. Conozca la ciencia que hay detrás de la diarrea que sea vírica, parasitaria, bacteriana o del viajero, y descubra cómo las invasiones patógenas pueden alterar al delicado equilibrio de la microbiota intestinal y provocar trastornos digestivos.
Al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día: esa es la definición de la diarrea admitida actualmente, según la OMS. Teniendo en cuenta que se necesita la presencia conjunta de 2 criterios (frecuencia y consistencia), la deposición frecuente de heces formes (es decir, de consistencia normal) no es diarrea, ni tampoco la deposición de heces de consistencia suelta con una frecuencia normal, como en el caso de los bebés amamantados.
Aunque sea «frecuente» en sus formas benignas, la diarrea no es en absoluto un asunto trivial: fue responsable de 1,6 millones de muertes en 2016, principalmente de niños malnutridos o inmunodeprimidos, así como de personas con VIH. 1 La causa principal de estas muertes fue la grave deshidratación ligada a la pérdida de líquido en las reiteradas deposiciones.
La mayoría de los casos de diarrea aguda se deben a infecciones causadas por microorganismos patógenos, que pueden ser virus, bacterias o parásitos. 1-3
«Las enfermedades diarreicas siguen siendo la tercera causa de muerte en niños de menos de 5 años. » 1
Las diarreas infecciosas pueden provocarlas una bacteria (diarrea bacteriana), un parásito (diarrea parasitaria) o un virus (diarrea vírica). En el caso de las diarreas parasitarias, los responsables pueden ser pequeños microorganismos como Giardia intestinalis (responsable de la giardiasis) o Entamoeba histolytica (que desencadena la temida amebiasis), o gusanos, entre los cuales el más famoso es sin duda el Ascaris lumbricoides. No todas las personas reaccionan de la misma manera a una infección parasitaria: mientras que la mayoría de nosotros no presenta ningún síntoma, otros sufren diarreas que pueden llegar a ser graves o incluso mortales. La microbiota intestinal se cita cada vez más como un factor clave para explicar esta variabilidad.
Hablamos de diarrea cuando se producen al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día, y de diarrea infecciosa cuando esta diarrea proviene de una infección provocada por un agente patógeno (virus, bacteria o parásito). 1-3Si el microorganismo patógeno es un parásito, la diarrea se conoce como «parasitaria».
Términos que no se deben confundir
Dentro de la gran familia de las diarreas, aunque existen algunos casos no infecciosos (como cuando se trata de la enfermedad digestiva conocida como enfermedad de Crohn), la causa de la gran mayoría es una infección por parte de un microorganismo patógeno. Dependiendo del microorganismo involucrado, hablaremos de:
diarrea vírica, si el responsable es un virus (el rotavirus, por ejemplo, que afecta a muchos lactantes);
diarrea bacteriana, si la causa es una bacteria (por ejemplo, Vibrio cholerae, responsable de las epidemias de cólera)
diarrea parasitaria, si la provoca un parásito (por ejemplo, el miniparásito compuesto por una sola célula Giardia intestinalis, responsable de la enfermedad conocida como giardiasis y temida por los turistas; o incluso el gusano llamado áscaris, que aterroriza a las madres de niños pequeños).
Finalmente, la diarrea también puede ser un efecto secundario frecuente (hasta en un 35 % de los pacientes) 4,5 de un tratamiento con antibióticos. En ese caso, hablamos de diarrea asociada a los antibióticos.
¿Qué parásitos son los responsables?
Los parásitos intestinales pueden clasificarse en dos grandes categorías : 6-8
los protozoarios, organismos constituidos por una única célula y que miden menos de un mm, entre los que destacan Giardia intestinalis (responsable de la giardiasis), Entamoeba histolytica (que desencadena la temida amebiasis), Cyclospora cayetanensis (ciclosporosis) y Cryptosporidium spp. (criptosporidiosis);
y los helmintos, organismos constituidos por varias células, más conocidos como gusanos, entre los cuales el más famoso es sin duda el Ascaris lumbricoides.
Las infecciones causadas por estos dos tipos de parásitos son habituales: 350 millones de personas estarían infectadas con los 3 protozoarios más habituales y 895 millones con helmintos transmitidos por el suelo. La globalización de la alimentación, los viajes internacionales y las oleadas migratorias han hecho que las infecciones por protozoarios sean más frecuentes en Occidente que las infecciones por gusanos. 6
¿Cómo puede un parásito desencadenar una diarrea parasitaria aguda?
En la diarrea parasitaria, al igual que en la diarrea infecciosa en general, todo empieza con un enfrentamiento entre un microorganismo patógeno (en este caso, un parásito), transmitido generalmente por un alimento contaminado o agua sucia, y el anfitrión (nuestro organismo).Pero la infección parasitaria no conlleva obligatoriamente síntomas como la diarrea: las infecciones con el protozoario Entamoeba histolytica suelen ser asintomáticas, pero pueden provocar una enfermedad invasiva del intestino grueso en los pacientes inmunodeprimidos.7Y lo mismo ocurre en el caso de los gusanos: una pequeña infestación a menudo pasa desapercibida, mientras que una gran cantidad de gusanos puede provocar toda una serie de síntomas, incluidos trastornos del crecimiento y del desarrollo físico, ya que los gusanos se alimentan del tejido del anfitrión, lo que provoca pérdidas de sangre en el intestino y obstaculiza la absorción de los nutrientes. 8,9
Cada parásito tiene sus costumbres: 7
entre los protozoarios, Giardia intestinalis infecta la parte superior del intestino delgado y puede provocar, entre 6 y 15 días después de la infección, una diarrea aguda muy líquida, mientras que Entamoeba histolytica arremete contra el intestino grueso y puede causar una diarrea con sangre y mucosidad;
el gusano Ascaris lumbricoides nos contamina mediante la ingesta de sus huevos, que pueden estar en alimentos (frutas y verduras) mal lavados o en agua contaminada; estos huevos liberan larvas en el tubo digestivo; las larvas atraviesan la pared digestiva y llegan a los pulmones por vía sanguínea, donde pueden causar los primeros síntomas (fase pulmonar temprana). Pero la historia no termina ahí: las larvas trepan por la tráquea hasta el esófago y se deslizan por este y el tubo digestivo, donde se transformarán en gusanos adultos (fase intestinal tardía, con diarreas, leves dolores abdominales, anorexia, náuseas y vómitos) que pondrán huevos, los cuales se eliminarán en las heces.
La prevención consiste sobre todo en seguir los consejos de higiene válidos para todas las diarreas infecciosas (véase el recuadro).
Otro método está inspirado en una observación: no todos somos iguales frente a los parásitos; mientras que algunos no manifiestan el menor síntoma, otros sufrirán una diarrea aguda. La microbiota intestinal podría explicar esta variabilidad clínica: por ejemplo, en Bangladesh, la escasa abundancia de la bacteria Megasphaera antes y en el momento de detectarse el parásito Cryptosporidium se ha asociado a una diarrea parasitaria en lactantes, lo que sugiere que la microbiota intestinal puede desempeñar un papel en la gravedad de la criptosporidiosis. 10
En lo que respecta a los helmintos, la relación entre estos gusanos y la microbiota intestinal ha sido también objeto de numerosos estudios: efectivamente, existirían interacciones complejas entre ambos, pero también con la inmunidad del anfitrión. Además, los gusanos intestinales no deben evitarse obligatoriamente: en pequeñas dosis, podrían tener efectos beneficiosos para la salud, como la resistencia a otros microorganismos patógenos del sistema digestivo o incluso la prevención de enfermedades alérgicas.
Prevenir las diarreas con hábitos de higiene
La prevención de las diarreas infecciosas, ya las haya causado una bacteria, un virus o un parásito, pasa sobre todo por medidas de higiene:
lavarse las manos cuidadosamente y con frecuencia (al salir del baño, antes de comer…),
limpiar las superficies de trabajo de las cocinas,
utilizar agua potable,
distanciarse de las personas enfermas…
Puesto que la contaminación del agua con restos fecales es responsable de gran parte de estas infecciones, las diarreas infecciosas son más frecuentes cuando no se cuenta con agua potable (países de ingresos bajos, campamentos improvisados, instalaciones precarias tras un terremoto, etc.).
How to treat parasitic diarrhea?
Al igual que cualquier diarrea, la parasitaria expone sobre todo al riesgo de deshidratación a los más jóvenes, a las personas de edad avanzada y a pacientes con defensas inmunitarias debilitadas. El tratamiento consiste, en primer lugar, en ocuparse de los síntomas, es decir, una lucha contra la pérdida de agua y electrolitos (iones de sodio, potasio y cloruro):
por vía oral (con soluciones de rehidratación oral, los famosos sueros);
o por vía venosa en los casos más graves.
Cuando un profesional sanitario sospecha que una infección parasitaria podría ser la causa de esta diarrea (por ejemplo, en el caso de haber vuelto de un viaje a los trópicos), suele solicitar un análisis de heces para identificar a un posible parásito. Pero no es todo tan sencillo: el parásito no tiene por qué estar forzosamente presente en todas las heces (por lo que habría que tomar varias muestras), y la presencia de una pequeña cantidad de parásito no significa obligatoriamente que se haya encontrado al culpable. Al final, las infecciones parasitarias como la giardiasis pueden ser difíciles de diagnosticar, y la decisión terapéutica también se basa en los antecedentes y los síntomas de los pacientes. 12
Cuando no hay dudas de que se trata de una infección por gusanos, los profesionales sanitarios pueden recetar medicamentos seguros y eficaces, como el albendazol o el mebendazol.9 Estos medicamentos se distribuyen a menudo en el marco de campañas de desparasitación, que tienen como objetivo especialmente a niños y mujeres en edad fértil (15-49 años) en las zonas endémicas. 8
¿Qué debemos recordar con respecto a la diarrea infecciosa parasitaria?>
Hablamos de diarrea cuando se producen al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día, y de diarrea infecciosa cuando esta diarrea proviene de una infección provocada por un agente patógeno (virus, bacteria o parásito). La diarrea, por la deshidratación que causa, fue responsable de 1,6 millones de muertes en 2016, principalmente de niños malnutridos o inmunodeprimidos, así como de personas con VIH. 1-3
En caso de infección por un parásito, la diarrea se llama «parasitaria». Los parásitos intestinales son de dos tipos: los protozoarios, que miden menos de un mm, entre los que destacan Giardia intestinalis, responsable de la giardiasis, y Entamoeba histolytica, que desencadena la temida amebiasis; y los helmintos, más conocidos como gusanos, entre los cuales el más famoso es sin duda el áscaris. 6-8
En la gran mayoría de los casos, la presencia de parásitos digestivos es asintomática y no reviste gravedad, y puede ser incluso beneficiosa (inmunidad).En ocasiones, desencadena una diarrea cuyas características (presencia de sangre o flemas, muy líquida…) dependen del parásito 7.
La prevención de las diarreas parasitarias consiste sobre todo en seguir las reglas de higiene (lavar y cocinar los alimentos, lavarse las manos) y en la mejora del acceso a agua potable. La microbiota también ha sido objeto de numerosos estudios, ya que podría explicar la variabilidad de los síntomas y de la gravedad entre distintas personas. 10
El tratamiento de las diarreas parasitarias consiste en la lucha contra la deshidratación. Si se identifica el parásito, se puede considerar recetar medicamentos 9 También se proponen campañas de desparasitación sistemática. 8
El potencial médico de la microbiota parece haber abierto las puertas a un jugoso mercado: el del autodiagnóstico. Esta falta de mecanismos de protección da lugar a alegaciones engañosas y riesgos para pacientes dispuestos a hacer cualquier cosa para reducir el sufrimiento causado por una enfermedad crónica.
Como consecuencia del potencial de la microbiota en el campo de la salud, que la investigación sacó a la luz estos últimos años, está floreciendo el mercado de las pruebas de autodiagnóstico prometiendo el oro y el moro. Un grupo de investigadores y médicos estadounidenses se subleva contra estas alegaciones y analiza, en una tribuna publicada en la revista Science, los servicios y promesas online de 31 empresas, 17 de ellas basadas en los Estados Unidos, cuya oferta se centra principalmente en la microbiota intestinal y, en menor medida, en la microbiota vaginal o cutánea.
En la práctica, estas pruebas recuerdan a su equivalente genético: adquisición de un kit, toma de una muestra que se manda al laboratorio y secuenciación para determinar la composición taxonómica de la microbiota. El cliente recibe un análisis a menudo gráfico y un veredicto (microbiota sana o disbiosis) obtenido por comparación con bases de datos cuya representatividad es cuestionable. En caso de disbiosis, se ofrecen recomendaciones y complementos alimenticios, vendidos por el 45% de las empresas que comercializan estas pruebas. Por supuesto, se aconseja efectuar pruebas regulares como seguimiento de la mejoría.
El 63%
de la población mundial considera útil el análisis de la microbiota intestinal
Según los autores de la tribuna, estas pruebas de autodiagnóstico no cumplen los tres criterios que garantizan la exactitud y utilidad de un ensayo:
la validez analítica (porcentaje de falsos positivos y negativos) no se puede garantizar: la microbiota bacteriana todavía no se ha descifrado por completo, la prueba no busca todas las bacterias y los resultados varían de un laboratorio a otro e incluso en un mismo laboratorio (falta de estandarización de los métodos, bases de datos variables, etc.);
la validez clínica (¿microbiota sana o disbiótica?) no tiene mucho sentido sin una definición normalizada de lo que es una «microbiota sana»;
la utilidad clínica es dudosa: la información obtenida no permite emitir ninguna recomendación ni proponer ningún tratamiento.
Es cierto que numerosas empresas se tomaron la molestia de precisar que su prueba carece de valor «diagnóstico». Sin embargo, sus alegaciones comerciales hacen pensar lo contrario, puesto que los resultados parecen científicos.
El paciente corre el riesgo de perder oportunidades
Ahora bien, las consecuencias de estas pruebas pueden ser catastróficas para los pacientes que sufren enfermedades crónicas: autodiagnóstico erróneo, retraso en el tratamiento e incluso suspensión del tratamiento y sustitución por una alternativa que carece de efectos comprobados. Por ejemplo, un paciente pretendía prepararse un trasplante fecal casero. De ahí la necesidad, según los firmantes de la tribuna, de una reglamentación que obligue a las empresas que comercializan estas pruebas a proporcionar información precisa sobre su metodología, a adoptar los estándares que se establezcan en el futuro y a publicar sus resultados, y que prohíba las alegaciones engañosas y las falsas promesas. Además, la investigación en general todavía debe avanzar para definir lo que es una microbiota sana y confirmar, o no, la eficacia de cambios en la dieta y/o de complementos alimenticios.
Las diarreas infecciosas pueden provocarlas una bacteria (diarrea bacteriana), un parásito (diarrea parasitaria) o un virus (diarrea vírica). En el caso de las diarreas bacterianas, las bacterias implicadas se llaman Shigella, responsable de una enfermedad llamada shigelosis; Vibrio cholerae, causante de las temidas epidemias de cólera, y también Salmonella o Escherichia coli, que a veces ocupan las portadas de los medios en los países occidentales. En general, estas diarreas se curan por sí solas: basta con asegurarse de evitar la deshidratación y darle unas semanas a la microbiota intestinal para que recupere su equilibrio. No obstante, en algunas poblaciones de riesgo o cuando la infección se extiende, puede ser necesario el uso de antibióticos, en ocasiones acompañados de probióticos para restaurar la microbiota intestinal.
Hablamos de diarrea cuando se producen al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día, y de diarrea infecciosa cuando esta diarrea proviene de una infección provocada por un agente patógeno (virus, bacteria o parásito) 1-3. Si el microorganismo patógeno es una bacteria, la diarrea se conoce como «bacteriana».
Diarrea vírica, diarrea bacteriana, diarrea parasitaria, términos que no se deben confundir
Dentro de la gran familia de las diarreas, aunque existen algunos casos no infecciosos (como cuando se trata de la enfermedad digestiva conocida como enfermedad de Crohn), la causa de la gran mayoría es una infección por parte de un microorganismo patógeno. Dependiendo del microorganismo involucrado, hablaremos de:
diarrea vírica, si el responsable es un virus (el rotavirus, por ejemplo, que afecta a muchos lactantes);
diarrea bacteriana, si la causa es una bacteria (por ejemplo, Vibrio cholerae, responsable de las epidemias de cólera)
diarrea parasitaria, si la provoca un parásito (por ejemplo, el miniparásito compuesto por una sola célula Giardia intestinalis, responsable de la enfermedad conocida como giardiasis y temida por los turistas; o incluso el gusano llamado áscaris, que aterroriza a las madres de niños pequeños).
Shigella, responsable de una enfermedad llamada shigelosis y de 212 438 muertes en el mundo en 2016; y
Vibrio cholerae, responsable de las temidas epidemias de cólera y de 107 290 muertes registradas en 2016, normalmente en poblaciones pobres que no tienen acceso al agua potable.
Pero no son las únicas: las bacterias de tipo Salmonella o Escherichia coli ocupan en ocasiones las portadas de los medios en los países occidentales, cuando contaminan productos alimenticios (carne picada cruda, quesos…) y requieren retiradas mediáticas de los productos de los supermercados.
¿Cómo puede una bacteria desencadenar una diarrea bacteriana aguda?
En la diarrea bacteriana, al igual que en la diarrea infecciosa en general, todo empieza con un enfrentamiento entre un microorganismo patógeno (en este caso, una bacteria), transmitido por un alimento contaminado, agua sucia o el contacto con una persona enferma, y el anfitrión (nuestro organismo).Pero cuidado: la peligrosidad de las bacterias varía entre ellas y detrás del mismo nombre se ocultan en realidad tipos bacterianos muy numerosos; por ejemplo, no existe una, sino más de 2 500 salmonelas diferentes, más o menos agresivas 7. Y lo mismo ocurre con Escherichia coli: no todas las E. coli son microorganismos patógenos y, las que lo son, son de muchos tipos diferentes2;8.
El resultado del enfrentamiento entre la bacteria y el organismo depende de equilibrios complejos en los que está muy implicada la microbiota intestinal. Por ello, los animales desprovistos de flora intestinal son muy sensibles a las bacterias responsables de la diarrea: una microdosis de algunas salmonelas basta para provocarles una infección mortal, mientras que es necesaria una dosis de 100 a 100 000 000 de veces mayor para matar a ratones con una microbiota intestinal intacta 9. ¿A qué se debe esta diferencia? Sin microbiota, el sistema inmunitario está inmaduro y, por tanto, desarmado frente a una invasión de microorganismos patógenos, que, por otro lado, tienen vía libre para instalarse, ya que no hay otras bacterias que ocupen el terreno 9.
Cuando la bacteria toma la delantera, secreta toxinas específicas, que hacen que cada diarrea bacteriana sea diferente 2,10:
la toxina de Shigella destruye las células de la pared del tubo digestivo y causa así una diarrea grave con sangre y flemas;
la toxina de Vibrio cholerae altera la absorción y la secreción de iones y agua en el tubo digestivo, lo que provoca una diarrea muy líquida y rica en iones; >
los distintos tipos de E. coli producen diversas toxinas: la E. coli enteropatógena causa una diarrea líquida persistente (en general en los lactantes), mientras que la E. coli enteroinvasiva provoca una diarrea que contiene bilis y mucosidad, etc.
La diarrea bacteriana aguda causada por el agente infeccioso genera una disbiosis intestinal grave 2. La microbiota necesitará varias semanas para recuperar cierto equilibrio, y en ocasiones no logrará volver a su estado inicial 2,11.
La peligrosidad de Shigella alimenta la esperanza de contar con una vacuna que, con el tiempo, podría evitar unas 200 000 muertes provocadas cada año por esta bacteria, y que también reduciría el uso de antibióticos y la aparición de resistencias que harán que el tratamiento deje de ser eficaz. Se están desarrollando varias vacunas contra las Shigella, pero no hay ninguna aprobada aún12.
Otro método: la microbiota intestinal. En las personas, una microbiota intestinal «sana» se considera un medio para prevenir el cólera13. Además, los probióticos se perciben como una forma de limitar la gravedad de algunas infecciones bacterianas2: la levadura probiótica Saccharomyces boulardii podría facilitar la restauración de la microbiota intestinal en niños que sufran de diarrea aguda 14; el probiótico E. coli (no patógeno) inhibe la formación de biopelículas por parte de las bacterias patógenas, incluidas las de E. coli patógenas 2; un trío de cepas concretas de Lactobacillus, Bifidobacterium y Streptococcus reduce la duración de la diarrea con sangre (disentería) y de la hospitalización2.
A estas medidas preventivas se añaden, por supuesto, los consejos de higiene y distanciamiento válidos para cualquier diarrea infecciosa (véase el recuadro). En el caso concreto de las infecciones alimentarias (salmonela o E. coli), conviene asegurarse de cocinar bien los alimentos (el calor mata a la E. coli, lo que explica por qué las contaminaciones alimentarias suelen darse en carnes crudas o mal cocinadas).
Prevenir las diarreas con hábitos de higiene
La prevención de las diarreas infecciosas, ya las haya causado una bacteria, un virus o un parásito, pasa sobre todo por medidas de higiene:
lavarse las manos cuidadosamente y con frecuencia (al salir del baño, antes de comer…),
limpiar las superficies de trabajo de las cocinas,
utilizar agua potable,
distanciarse de las personas enfermas…
Puesto que la contaminación del agua con restos fecales es responsable de gran parte de estas infecciones, las diarreas infecciosas son más frecuentes cuando no se cuenta con agua potable (países de ingresos bajos, campamentos improvisados, instalaciones precarias tras un terremoto, etc.).
¿Cómo tratar la diarrea bacteriana?
Las diarreas bacterianas, muy frecuentes y que no suelen revestir gravedad, a menudo se curan por sí solas. No obstante, se debe prestar atención al riesgo de deshidratación de los más pequeños, las personas de edad avanzada y los pacientes con un sistema inmunitario debilitado: es conveniente compensar la pérdida de agua y electrolitos (iones de sodio, potasio y cloruro):
por vía oral (con soluciones de rehidratación oral, los famosos sueros);
por vía venosa en los casos más graves.
Los antibióticos
No se recomienda recurrir a los antibióticosen el caso de personas con buena salud que padezcan diarreas leves o moderadas, para evitar la selección de cepas resistentes7. En cambio, se pueden recetar antibióticos a las personas de riesgo (lactantes, personas de edad avanzada o pacientes inmunodeprimidos) o cuando la infección se extienda del intestino a otras partes del organismo 7.
Los profesionales sanitarios también pueden recomendar ciertas cepas de probióticos para tratar la diarrea infecciosa aguda en niños: estas bacterias buenas reducen la duración de la diarrea o de la hospitalización, o la frecuencia de las deposiciones (ESPGHAN 2023)..
El caso concreto de las diarreas por C. difficile
Las cifras dan escalofríos: de cada 100 pacientes que entran en el hospital, 7 en los países de ingresos elevados y 15 en los países de ingresos bajos o intermedios contraerán al menos una infección durante su hospitalización. Y, de media, uno de cada diez pacientes afectados fallecerá por una infección, llamada nosocomial 15.
A la cabeza de los microorganismos patógenos implicados se encuentra la bacteria Clostridioides difficile (antiguamente conocida como Clostridium difficile), principal responsable de las diarreas infecciosas nosocomiales en adultos. En Europa se producirían unos 120 000 casos al año; en los Estados Unidos, unos 450 00016.
¿Qué debemos recordar con respecto a la diarrea infecciosa bacteriana?
Hablamos de diarrea cuando se producen al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día, y de diarrea infecciosa cuando esta diarrea proviene de una infección provocada por un agente patógeno (virus, bacteria o parásito). La diarrea, por la deshidratación que causa, fue responsable de 1,6 millones de muertes en 2016, principalmente de niños malnutridos o inmunodeprimidos, así como de personas con VIH 1-3.
En caso de infección por una bacteria, la diarrea se llama «bacteriana». Las bacterias Shigella (shigelosis) y Vibrio cholerae (cólera) son las más mortales en los países pobres sin acceso a agua potable. En los países occidentales, Salmonella y Escherichia coli dan de qué hablar a causa de infecciones alimentarias, mientras que C. difficile es la principal responsable de las diarreas infecciosas nosocomiales en adultos 6.
A veces, la microbiota intestinal logra combatir la infección; otras veces, la bacteria gana y desencadena una diarrea cuyas características (presencia de sangre o de flemas, gran pérdida de líquidos…) dependen de la bacteria implicada 2,10.
La prevención de las diarreas víricas consiste sobre todo en seguir las reglas de higiene (lavar y cocinar los alimentos, lavarse las manos, distanciamiento…). Los probióticos podrían utilizarse para prevenir algunas infecciones bacterianas 2. Por último, en la investigación se trabaja para perfeccionar vacunas contra las Shigella 12.
El tratamiento de las diarreas bacterianas consiste en la lucha contra la deshidratación. Los profesionales sanitarios pueden recetar antibióticos a las personas de riesgo (lactantes, personas de edad avanzada o pacientes inmunodeprimidos) o cuando la infección se extienda del intestino a otras partes del organismo 7. Estos se pueden combinar con probióticos para reducir la diarrea y la hospitalización (ESPGHAN 2023).
Las diarreas infecciosas pueden provocarlas una bacteria (diarrea bacteriana), un parásito (diarrea parasitaria) o un virus (diarrea vírica). Con respecto a las diarreas víricas, hay implicados 5 virus principales, el más importante de los cuales es el rotavirus, que constituye la principal causa de mortalidad diarreica en los niños de menos de 5 años. Y eso a pesar de la vacunación de los lactantes contra este terrible virus desde 2006. De hecho, se ha demostrado que la vacunación tiene una eficacia menor en los países de ingresos bajos, lo que sin duda está relacionado con la composición de la microbiota intestinal.
Hablamos de diarrea cuando se producen al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día, y de diarrea infecciosa cuando esta diarrea proviene de una infección provocada por un agente patógeno (virus, bacteria o parásito). 1-3Si el microorganismo patógeno es un virus, la diarrea se conoce como «vírica».
No se deben confundir la diarrea vírica, la bacteriana y la parasitaria
Dentro de la gran familia de las diarreas, aunque existen algunos casos no infecciosos (como cuando se trata de la enfermedad digestiva conocida como enfermedad de Crohn), la causa de la gran mayoría es una infección por parte de un microorganismo patógeno. Dependiendo del microorganismo involucrado, hablaremos de:
diarrea vírica, si el responsable es un virus (el rotavirus, por ejemplo, que afecta a muchos lactantes);
diarrea bacteriana, si la causa es una bacteria (por ejemplo, Vibrio cholerae, responsable de las epidemias de cólera)
diarrea parasitaria, si la provoca un parásito (por ejemplo, el miniparásito compuesto por una sola célula Giardia intestinalis, responsable de la enfermedad conocida como giardiasis y temida por los turistas; o incluso el gusano llamado áscaris, que aterroriza a las madres de niños pequeños).
Finalmente, la diarrea también puede ser un efecto secundario frecuente (hasta en un 35 % de los pacientes) 4,5 de un tratamiento con antibióticos. En ese caso, hablamos de diarrea asociada a los antibióticos.
¿Qué virus son los responsables?
Aunque el rotavirus ha demostrado ser el más mortal (se calcula que 210 000 niños menores de 5 años murieron en 2016), está lejos de ser el único virus responsable de diarreas agudas e incluso de muertes: los adenovirus, norovirus, sapovirus y astrovirus matan cada uno entre 17 000 y 37 000 niños pequeños al año. 6
Cabe señalar que el SARS-CoV-2, nombre codificado del virus responsable de la pandemia de COVID-19, también causaría diarreas, cuya frecuencia resulta difícil de cuantificar, ya que las cifras son muy variables entre distintos estudios: algunos investigadores notifican estos episodios en el 2 % de los casos, mientras que otros lo hacen en el 50 %. 7
¿Cómo puede un pequeño virus desencadenar una diarrea vírica aguda?
En la diarrea vírica, al igual que en la diarrea infecciosa en general, todo empieza con un enfrentamiento entre un microorganismo patógeno (en este caso, un virus) y el anfitrión. El resultado de este encuentro depende de equilibrios complejos en los que está muy implicada la microbiota intestinal: por ejemplo, en ratones, algunas bacterias parecen capaces de evitar e incluso curar la infección por rotavirus. 8 De esta forma, el mismo virus tendrá un efecto diferente dependiendo del estado de la microbiota intestinal de la persona a la que infecta. Una microbiota menos diversa sería más sensible. 12
Cuando el virus gana la batalla, el proceso es siempre prácticamente igual: infecta las células que recubren el intestino delgado y causan lesiones que obstaculizan la absorción de líquidos. 9Como resultado se produce una diarrea muy líquida (pero sin presencia de sangre) que puede ir acompañada de otros síntomas (vómitos, náuseas, cólicos intestinales y fiebre). 10 Se trata de la famosa gastroenteritis vírica, que vuelve a la carga todos los inviernos. Es especialmente grave en el caso de infección con el rotavirus, que causa síntomas más pronunciados, y suele ir acompañada de una disbiosis de la microbiota intestinal, malherida por esta invasión de virus. 11,12
Teniendo en cuenta la peligrosidad del rotavirus para las personas más frágiles, se han perfeccionado vacunas preventivas para reducir la mortalidad de los niños pequeños: la vacunación de lactantes contra los rotavirus habría evitado 139 000 muertes de menores de cinco años entre 2006 y 2019. Esto supone a la vez un gran avance, pero pequeño si tenemos en cuenta la esperanza que se había depositado en la vacunación; de hecho, la eficacia de la vacuna parece menor en los países de ingresos bajos o intermedios (que son, paradójicamente, los más afectados).
Entre los factores que podrían explicar esta menor eficacia está la composición de la microbiota, que influye en la respuesta inmunitaria a la vacunación intestinal. 13-16 A esta medida preventiva se añaden, por supuesto, los consejos de higiene y distanciamiento válidos para cualquier diarrea infecciosa.
Prevenir las diarreas con hábitos de higiene
La prevención de las diarreas infecciosas, ya las haya causado una bacteria, un virus o un parásito, pasa sobre todo por medidas de higiene:
lavarse las manos cuidadosamente y con frecuencia (al salir del baño, antes de comer…),
limpiar las superficies de trabajo de las cocinas,
utilizar agua potable,
distanciarse de las personas enfermas…
Puesto que la contaminación del agua con restos fecales es responsable de gran parte de estas infecciones, las diarreas infecciosas son más frecuentes cuando no se cuenta con agua potable (países de ingresos bajos, campamentos improvisados, instalaciones precarias tras un terremoto, etc.).
¿Cómo tratar la diarrea vírica?
Las diarreas víricas, muy frecuentes y que no suelen revestir gravedad, pueden, sin embargo, causar una deshidratación grave en los más frágiles (lactantes, niños desnutridos, adultos inmunodeprimidos o personas mayores). Su tratamiento se basa en una lucha contra la pérdida de agua y electrolitos (para remplazar, por ejemplo, los iones de sodio, potasio y cloruro perdidos):
- por vía oral (con soluciones de rehidratación oral, los famosos sueros);
- o por vía venosa en los casos más graves.
Los profesionales sanitarios pueden recomendarle ciertas cepas de probióticos para tratar la gastroenteritis aguda en niños: estas bacterias buenas reducen la duración de la diarrea o de la hospitalización, o la frecuencia de las deposiciones (ESPGHAN 2023).
No hay antibióticos contra los virus
Igual que no se le ocurriría utilizar un matamoscas para deshacerse de un ratón ni una ratonera para atrapar una mosca, con los virus, los antibióticos no sirven para nada. Esto se debe a que los antibióticos matan las bacterias, no los virus. Lo que es peor: en algunos casos, los antibióticos pueden causar diarrea como efecto secundario, lo que no sería para nada bienvenido en un paciente que ya tiene una diarrea vírica.
¿Qué debemos recordar?
Hablamos de diarrea cuando se producen al menos tres deposiciones sueltas o líquidas al día, y de diarrea infecciosa cuando esta diarrea proviene de una infección provocada por un agente patógeno (virus, bacteria o parásito). La diarrea, por la deshidratación que causa, fue responsable de 1,6 millones de muertes en 2016, principalmente de niños malnutridos o inmunodeprimidos, así como de personas con VIH. 1-3
En caso de infección por un virus, la diarrea se llama «vírica». El rotavirus es el virus responsable de los fallecimientos en la mayoría de los casos, seguido, muy de lejos, de los adenovirus, norovirus, sapovirus y astrovirus. 6
A veces, la microbiota intestinal logra combatir la infección; otras veces, el virus gana y desencadena una diarrea acuosa que puede estar asociada a otros síntomas (vómitos, náuseas, cólicos abdominales y fiebre). Se trata de la gastroenteritis vírica. 10
La prevención de las diarreas víricas se basa en la vacunación de los lactantes contra los rotavirus (menos eficaz en los países de ingresos bajos o intermedios), el acceso al agua potable y los hábitos de higiene y distanciamiento válidos para cualquier diarrea infecciosa. 13-16
El tratamiento de las diarreas víricas consiste en la lucha contra la deshidratación. Pueden recetarse algunas cepas de probióticos para tratar la gastroenteritis aguda en niños (ESPGHAN 2023). En cambio, los antibióticos son ineficaces frente a los virus y pueden incluso intensificar la diarrea.
Un equipo de científicos acaba de hacer un descubrimiento asombroso: los «obeliscos», nuevas formas de vida parecidas a los virus, prosperan en nuestra propia microbiota y están dando un vuelco a nuestra percepción de las bacterias del intestino y la boca.
Imagine abrir un libro que cuente la historia de una ciudad escondida en un rincón de su propia casa, cuya existencia ni siquiera sospechaba. Eso es más o menos lo que le acaba de suceder a un equipo de científicos de la Universidad de Stanford al descubrir los (sidenote:
Obeliscos
Formas de vida similares a los virus descubiertas recientemente en el interior de las bacterias de la boca y el intestino humanos. Los obeliscos se caracterizan por su singular estructura de ARN y ponen en tela de juicio todo lo que creíamos saber sobre las formas de vida microbianas y virales.
), un tipo de partículas recientemente identificadas y similares a los virus, que viven en el interior de las bacterias de nuestra boca e intestinos.
A la manera de arqueólogos que van desempolvando vestigios de la antigüedad, los investigadores utilizaron herramientas genéticas avanzadas para cartografiar el ADN de estas bacterias, revelando la presencia de obeliscos en alrededor del 7% de las bacterias intestinales, proporción que puede alcanzar un asombroso 50% en las bacterias bucales. Este descubrimiento no sólo revoluciona nuestra manera de ver las diminutas formas de vida que habitan en las profundidades de nuestro cuerpo, sino que también abre la puerta a una revisión completa de nuestros conocimientos sobre los virus y los complejos ecosistemas de nuestra microbiota.
El equipo de investigadores analizó el material genético contenido en muestras de bacterias orales e intestinales mediante una técnica puntera conocida como secuenciación completa del metagenoma. Este método permite a los científicos leer y comparar las secuencias de ADN presentes, proporcionando una imagen completa del entorno microbiano. Utilizando sofisticadas herramientas bioinformáticas, los investigadores identificaron estos obeliscos, que se caracterizan por su genoma de ARN circular y su peculiar estructura en forma de bastoncillo.
Uno de los rasgos más intrigantes de los obeliscos es sin duda su genoma basado en el ARN. El ARN, o ácido ribonucleico, es una molécula similar al ADN que desempeña una serie de funciones biológicas fundamentales, entre las cuales destaca su papel de mensajero en el transporte de las instrucciones de control de la síntesis de proteínas procedentes del ADN. A diferencia de la mayoría de los organismos, que almacenan su información genética en el ADN, los obeliscos utilizan el ARN, lo que aumenta su grado de complejidad.
¿Qué aplicaciones prácticas podría tener este descubrimiento?
La presencia de proporciones tan elevadas de obeliscos en la microbiota humana indica que podrían estar implicados en nuestra salud al afectar a diversas funciones, desde la digestión hasta la respuesta inmunitaria. El estudio reveló que los obeliscos pueden persistir en el cuerpo humano durante más de 300 días, por lo que podrían ejercer efectos de larga duración en sus huéspedes, es decir... ¡en nosotros!
El descubrimiento de los obeliscos no solo abre nuevas puertas para comprender la evolución de los virus, sino que también pone de relieve las complejas interacciones que existen dentro de nuestra microbiota. Las investigaciones llevadas a cabo para desentrañar los misterios de estas estructuras de ARN podrían dar lugar a importantes avances en el tratamiento de enfermedades o la manipulación de la microbiota para mejorar los resultados de la atención sanitaria.
Los microorganismos, criaturitas invisibles pero muy vivas y ultrasofisticadas, son imprescindibles para la vida en la tierra y para nuestra salud. ¿Qué servicios nos prestan? ¿Cómo protegerlos? ¿Por qué algunos de ellos provocan enfermedades? ¡Se lo contamos todo!
Microorganismos: criaturas microscópicas con macropoderes
Los microorganismos son seres vivos indetectables a simple vista, a veces llamados «microbios» o «gérmenes». Generalmente, constan de una sola célula y están por todas partes: desde los abismos hasta el fondo de nuestro intestino, pasando por el aire, el suelo, las plantas y los ríos.
Microorganismos: incansables trabajadores ocultos
Los microorganismos son esenciales para la vida en la tierra gracias a sus superpoderes. Por ejemplo, cabe mencionar su papel clave en la descomposición de los residuos vegetales y animales o su función esencial en la fijación del carbono y el nitrógeno. Por lo tanto, son los eslabones clave del funcionamiento de los ecosistemas terrestres, los aliados imprescindibles de la salud de los seres vivos.
Nuestro cuerpo constituye también un auténtico ecosistema en el cual viven en armonía con nosotros miles de millones de microorganismos «amigos» que nos prestan múltiples servicios; se habla de flora o de (sidenote:
Microbiota
La microbiota es la comunidad de microorganismos —bacterias en su mayoría, pero también virus, hongos y arqueas— que colonizan el organismo humano. Los tipos, el número y la distribución de estos microorganismos son muy diferentes según las zonas del cuerpo. La microbiota del intestino —también llamada «microbiota intestinal» o «flora intestinal»— es la que contiene la mayor cantidad de microorganismos. También es la más estudiada. En el ser humano, se encuentran microbiotas en la vagina (microbiota vaginal), en la superficie de la piel (microbiota cutánea), en las vías urinarias (microbiota urinaria), en las vías respiratorias (microbiota pulmonar) y en la zona de la boca, la garganta y la nariz (microbiota ORL). Estas numerosas microbiotas interactúan entre sí y desempeñan papeles importantes en las funciones digestivas, metabólicas, inmunitarias y neurológicas.
). Este tipo de comunidades microbianas no solo se observa en los animales y las plantas, sino también en el suelo e incluso en los océanos 1.
500 millones
Es el número de rinovirus, el virus responsable del resfriado, que podrían caber en una esfera del tamaño de una cabeza de alfiler.
1 mil millones
Es el número de bacterias y el número de virus que contiene 1 g de heces.
1 mil millones
También es el número de bacterias y el número de hongos que contiene 1 g de suelo.
Por cada bacteria, un servicio prestado al ser humano
Las bacterias Rhizobium, al fijar el nitrógeno de la atmósfera al suelo en las raíces de las leguminosas, favorecen su crecimiento, a la vez que reducen el uso de abonos químicos.
Las bacterias Lactobacillus acidophilusyStreptococcus thermophilustransforman la leche en yogur.
El hongo Penicillium roqueforti transforma la leche cuajada y fermentada en queso azul o en roquefort.
Hace 3,4 a 3,7 millones de años: aparición de las primeras bacterias y arqueas (primera forma de vida en la tierra).
1665: el científico inglés Robert Hook observa por primera vez microorganismos con un microscopio (mohos).
1674: el pañero holandés Antoni van Leeuwenhoek observa por primera vez bacterias con un microscopio; las llama «animalículos».
1838: el naturalista y zoólogo alemán Christian Gottfried Ehrenberg inventa la palabra «bacteria».
1857: Louis Pasteur pone en evidencia el papel de las bacterias en la fermentación.
1882: Robert Koch descubre el bacilo responsable de la tuberculosis.
1918: epidemia de gripe española causada por el virus H1N1 (25 millones de muertos).
1930: primera observación de virus con un microscopio electrónico.
1917: Félix d’Hérelle y Frédérick Tword descubren los bacteriófagos.
1929: Alexander Fleming descubre la penicilina (antibiótico).
1977: Carl Woes descubre las arqueobacterias.
1995: el equipo de Craig Venter realiza la primera secuenciación integral del genoma bacteriano.
2019: pandemia de COVID-19 (virus SARS-CoV-2).
Some definitions of microorganisms
Bacterias
Virus (incluidos fagos)
Protozoos
Microalgas
Hongos
Arqueas
Bacterias
Estos microorganismos son, junto con los virus, los más conocidos por el público general. En el aspecto microscópico, tienen formas muy variadas (bastoncillos, esferas, espirales…) y se encuentran por todas partes: plantas, animales, seres humanos, suelo, mares, etc. Las bacterias desempeñan un papel esencial en la descomposición de la materia orgánica animal y vegetal. Por suerte para nosotros, solo un pequeño número de ellas son parásitos o patógenos. Algunas deterioran los alimentos, mientras que otras mejoran su sabor y su conservación (fermentación). La mayoría de las bacterias que viven en simbiosis con el ser humano se encuentran en el aparato digestivo (microbiota). En el suelo, Nitrobacter transforma los nitritos en nitratos y Methanobacterium, los carbonatos en metano. Las bacterias propiónicas, por su parte, transforman la lactosa de la leche y le dan un aroma de avellana al emmental o el gruyer, mientras que ciertos estafilococos no patógenos contribuyen al afinado de los quesos y a la formación de la corteza 4.
Por desgracia, algunas bacterias son más conocidas por sus efectos negativos para la salud. En nuestra microbiota intestinal, la mayoría de Escherichia colison inofensivas, pero algunas cepas pueden provocar intoxicaciones alimentarias. La bacteria Shigella, por ejemplo, es responsable de una enfermedad llamada shigelosis y de 212 438 fallecimientos en el mundo en 2016. Vibrio cholerae, por su parte, es responsable de las temidas epidemias de cólera y de 107 290 muertes registradas en 2016, generalmente en poblaciones pobres que no tienen acceso al agua potable 5. Otro ejemplo tristemente famoso es Clostridium tetani, que produce una toxina responsable del tétanos, o también Clostridioides difficile, una bacteria resistente a los antibióticos, principal responsable de las diarreas infecciosas nosocomiales, que pueden ser mortales en el adulto 5.
Virus (incluidos fagos)
En la gran familia de los microorganismos, los virus se conocen como los más pequeños. Su estructura es muy sencilla: una molécula de ADN o de ARN rodeada de proteínas que forman una «cápside». Una de las particularidades de los virus es que dependen por completo de una célula huésped. En otras palabras, tienen que penetrar en la célula para utilizar su maquinaria a fin de replicarse, antes de infectar a nuevas células vecinas. Es lo que ocurre con los virus que infectan al ser humano (virus del SIDA, del resfriado, de la gripe…). Una vez liberados, esta célula huésped muere y los nuevos virus pueden atacar a otras células.
Aunque llevan una etiqueta a menudo muy negativa, sin embargo no todos los virus son patógenos para el ser humano, y algunos incluso son nuestros aliados. Es el caso de los virus llamados bacteriófagos o fagos (literalmente «comedores de bacterias»), que solo infectan bacterias.Los bacteriófagos, muy útiles para regular ciertas poblaciones bacterianas, ofrecen nuevas perspectivas terapéuticas y una alternativa a los antibióticos 4. Entre ellos, se encuentra Siphoviridae, Myoviridae y Podoviridae, que difieren de los virus «clásicos» por la presencia de una cola que les permite fijarse a las bacterias. Los bacteriófagos representan la mitad de las especies de virus conocidos en la actualidad 4.
En la microbiota, el conjunto de las comunidades virales forma lo que se llama el «viroma».
Protozoos
Los protozoos, menos conocidos por el público general, son microorganismos unicelulares que tienen formas muy variadas: cambiante, como la ameba, o fija y compleja, como el paramecio. Se encuentran principalmente en entornos variados y húmedos, sobre todo en el agua dulce, los medios marinos y el suelo. Pueden desplazarse con movimientos «amiboides» gracias a los cilios o propulsarse mediante flagelos. Algunos protozoos pueden infectar a las plantas y los animales, en especial al ser humano. Es el caso de Plasmodiumfalciparum, tristemente famoso en el mundo por causar formas graves de paludismo (o malaria) y temible durante los viajes a ciertos países4.
Microalgas
Se encuentran en el agua dulce o el agua de mar, sobre todo en los océanos, los lagos y los ríos. Pueden desarrollarse a veces en los suelos y sobre las rocas húmedas, y en el pelaje de ciertos animales. Contienen clorofila, que les permite sintetizar su propio alimento a partir de la radiación solar. Las diatomeas son microalgas que, al final de su vida, se depositan en el fondo marino. La parte blanda se descompone y la pared mineral de sílice sedimenta bajo el efecto de la presión del agua 4.
El fitoplancton agrupa el conjunto de las microalgas presentes en el agua de mar. Forma parte, junto con las bacterias y los virus que también viven allí, de la «microbiota marina». Esta población diversificada de microorganismos representa más de dos terceras partes de la biomasa marina. Tiene una influencia positiva sobre el ecosistema oceánico y contribuye a la salud del planeta1.
Hongos
La mayoría de los hongos viven en el suelo y sobre los vegetales. Se distinguen 3 grandes grupos de hongos: los mohos filamentosos pluricelulares, los hongos filamentosos macroscópicos y las levaduras microscópicas unicelulares 4. En la naturaleza, los mohos y los hongos filamentosos participan en el ciclo del carbono a través de la formación de largos filamentos ramificados (micelios) capaces de descomponer la materia vegetal. El micelio más grande conocido, situado en el estado de Oregón (Estados Unidos), cubre una superficie de 9,7 km2. En el ámbito de la salud, Penicillium notatum es el origen del descubrimiento accidental de la penicilina por Alexander Fleming en 1928, uno de los avances científicos más importantes jamás conseguidos 6.En el ámbito agroalimentario, la utilización de ciertos hongos filamentosos es el origen de la fabricación de quesos. Penicillium roqueforti se emplea para afinar los quesos azules, y el complejo de especies Penicillium camemberti se usa para la fabricación de quesos de pasta blanda, como el camembert y el brie 6. Las levaduras, como Saccharomyces, son células que brotan a partir de una célula madre. La especie Saccharomyces cerevisiae se utiliza para la producción de vino y cerveza 6.
Algunos hongos son parásitos de plantas y les causan enfermedades, como el mildiu o la sarna. Solo un pequeño número de hongos afectan a la salud humana (tiña, algodoncillo…) o también la levadura Candida albicans en el caso de la candidiasis 4.
Arqueas
Las arqueas, muy similares a las bacterias, con las que se confundieron durante largo tiempo, son microorganismos unicelulares que a veces forman filamentos o amasijos. En la década de 1970, las investigaciones demostraron que eran distintas, desde el punto de vista evolutivo, de las bacterias. Comparten puntos comunes con las células eucariotas (como las nuestras), que tienen una estructura más compleja que la bacterias procariotas. Las arqueas son capaces de vivir en entornos extremos (fuentes de agua caliente, géiseres, hielo de la Antártida, etc.), a presiones y a concentraciones de sal elevadas y a temperaturas muy bajas o, al contrario, muy elevadas4. Halobacterium o Halococcus viven en los lagos y, gracias a sus pigmentos, les dan un color rojo o amarillo, mientras que Pyrobaculum se reproduce bajo tierra, en los reservorios de petróleo, a más de 100 °C.
Ame a sus microbios, amor con amor se paga
¡Si pensaba que los microbios solo eran buenos para ser eliminados, habrá comprendido que estaba totalmente equivocado! La gran mayoría de ellos son imprescindibles para la vida y las actividades humanas. Debe saber que también son esenciales para el funcionamiento de nuestro organismo y para mantener una buena salud.
Intercambio de buenos modales 3, 7, 8
En efecto, somos el huésped de una multitud de microorganismos variados que se califican como «comensales» —para diferenciarlos de los microorganismos patógenos— y con los que constituimos una auténtica simbiosis. Porque, a cambio de alojamiento y comida, los microbios nos prestan inestimables servicios.
Unas cuantas cifras sorprendentes
5 quintillones (es decir 5 x 1030) Es el número de bacterias y arqueas que viven en el planeta.
Es, con mucho, la forma de vida más extendida en la tierra.
100 millones de años-luz Es la distancia que cubriría la alineación de los 1031 virus que viven en la tierra.
Hay 50 a 150 veces más genes diferentes en la microbiota que en las células del organismo humano. Por lo tanto, la microbiota representa un auténtico «segundo genoma» 3.
Hay 10 veces más bacterias que células en el ser humano.2
En el intestino, las bacterias de la microbiota se alimentan de las fibras alimentarias —que somos incapaces de degradar— y liberan a cambio valiosos compuestos llamados « (sidenote:
Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC)
Los Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) son una fuente de energía (carburante) de las células de la persona que interactúan con el sistema inmunitario y están implicadas en la comunicación entre el intestino y el cerebro.
Silva YP, Bernardi A, Frozza RL. The Role of Short-Chain Fatty Acids From Gut Microbiota in Gut-Brain Communication. Front Endocrinol (Lausanne). 2020;11:25.)». Estas moléculas alimentan a las células intestinales, participan en su crecimiento y su diferenciación, y refuerzan su función de barrera. Los microbios también sintetizan sustancias bioactivas útiles, como aminoácidos o vitaminas (K2, B5, B6…).
La buena salud de la microbiota depende de múltiples factores: genética, edad, lugar de vida, forma del parto… Pero el modulador más potente de la microbiota intestinal es la alimentación. Para que sea favorable a una microbiota «sana», es decir, rica y diversificada, debe incluir suficientes vegetales variados (fruta, verdura, oleaginosas, cereales integrales, leguminosas…), que proporcionarán buenos «sustratos» a los microorganismos —la comida que les gusta—, pero también bacterias vivas (alimentos fermentados como chucrut, kombucha, kéfir…).
La alimentación no debe incluir demasiados alimentos dañinos, como los que contienen emulsionantes y edulcorantes.
La moderación de ciertos medicamentos (antibióticos, antiácidos, laxantes, ansiolíticos…), la supresión del alcohol y el tabaco, y la práctica de una actividad física regular también son medios poderosos de favorecer el buen equilibrio de la microbiota.
Cuando los microbios van mal, nuestro cuerpo paga el pato
Ya sabe que los microbios son responsables de multitud de enfermedades infecciosas: el rinovirus produce resfriados; el virus SARS-CoV-2, la COVID-19; la bacteria Salmonella, la gastroenteritis; el hongo Candida, la candidiasis… Por fortuna, los antimicrobianos (antibióticos, antivirales, antifúngicos…) actualmente permiten curar la mayoría de las infecciones causadas por los microorganismos.
Resistencia de los microorganismos a los antimicrobianos: ¡atención, peligro!
Problema: debido a una utilización excesiva de estos tratamientos, se observa desde hace unos años la proliferación de bacterias, virus y hongos que se han vuelto resistentes a estos. Por ejemplo, algunas bacterias patógenas ya no responden a ningún antibiótico; se habla de bacterias «multirresistentes» o «superbacterias». Por eso, algunas enfermedades que se podían curar (infecciones urinarias, infecciones de transmisión sexual u hospitalarias, diarreas, tuberculosis…) hoy pueden ser difíciles o incluso imposibles de tratar 9.
La resistencia a los antimicrobianos, reconocida por la OMS como un problema de salud pública, podría acabar con la vida de hasta 10 millones de personas al año de aquí a 2050 (tantas como el cáncer) 10. La OMS recomienda limitar el uso de los antimicrobianos, sobre todo de los antibióticos, en la ganadería, la salud humana o la agricultura, pero, sobre todo, insta a encontrar nuevos tratamientos más eficaces para luchar contra las infecciones.
Semana Mundial de la Administración Antimicrobiana
La Semana Mundial de Concienciación sobre la RAM (WAAW) se celebra cada año del 18 al 24 de noviembre. En 2023, al igual que en 2022, el tema es «Prevenir juntos la resistencia a los antimicrobianos». La resistencia a los antimicrobianos es una amenaza no solo para los seres humanos, sino también para los animales, las plantas y el medio ambiente.
El objetivo de la campaña es, por tanto, concienciar sobre la resistencia a los antimicrobianos y promover las mejores prácticas, basadas en el concepto «Una sola salud», entre todas las partes interesadas (público en general, médicos, veterinarios, ganaderos y agricultores, responsables de la toma de decisiones, etc.) para reducir la aparición y propagación de infecciones resistentes.
Desequilibrios que abonan el terreno a las enfermedades de la civilización3, 5, 8
Pero los microorganismos no solo son responsables de enfermedades infecciosas. ¿Sabía que también están implicados en la obesidad, la diabetes, la osteoporosis, el cáncer e incluso las enfermedades vasculares y neurodegenerativas (Parkinson, Alzheimer…)?
En efecto, los estudios demuestran que las personas que padecen estas enfermedades presentan un desequilibrio de la microbiota llamado « (sidenote:
Disbiosis
La disbiosis no es un fenómeno homogéneo ya que varía en función del estado de salud de cada individuo. Se define generalmente como una alteración de la composición y funcionamiento de la microbiota, provocada por un conjunto de factores ambientales y relacionados con el individuo, que alteran el ecosistema microbiano.
Levy M, Kolodziejczyk AA, Thaiss CA, et al. Dysbiosis and the immune system. Nat Rev Immunol. 2017;17(4):219-232.)». La disbiosis se caracteriza por una pérdida de abundancia y diversidad de las poblaciones microbianas, sobre todo intestinales. Numerosos estudios demuestran que este desequilibrio puede tener un impacto negativo sobre el funcionamiento del organismo y favorecer la aparición o el empeoramiento de las enfermedades.
Los datos actuales no permiten saber de forma precisa si la disbiosis es una causa de la enfermedad o si la enfermedad es una causa de la disbiosis. No obstante, los estudios tienden a indicar que, favoreciendo una microbiota «sana» abundante y diversificada, o equilibrándola, sería posible preservar la salud.
Modular la microbiota para prevenir enfermedades e incluso… ¡curarlas!
Existen varios medios de modular positivamente la microbiota intestinal en caso de disbiosis o enfermedad 3, 7:
La alimentación y el estilo de vida (véase anteriormente).
Los prebióticos (inulina, galactooligosacáridos [GOS], fructooligosacáridos [FOS] y lactulosa): estos compuestos son capaces de alimentar específicamente a grupos de bacterias beneficiosas, como Bifidobacterium y Lactobacillus, y favorecer así su proliferación 11.
Los probióticos (cepas específicas de bacterias o levaduras vivas con un efecto demostrado para la salud); por el momento, solo existen pruebas científicas de su eficacia en la diarrea infantil o la diarrea asociada a la toma de antibióticos, ciertas enfermedades inflamatorias del intestino o también la enterocolitis necrosante, pero su potencial terapéutico es objeto de numerosas investigaciones 11.
La transferencia de microbiota fecal (TMF) consiste en transferir la microbiota intestinal de una persona sana al intestino de una persona enferma. Por ejemplo, esta técnica ha producido resultados contundentes (90% de curación) en las infecciones por Clostridium difficile 12, pero también podría ser útil para aliviar los síntomas del autismo 13.
El mundo microbiano, un reservorio infinito de pistas terapéuticas
Los microorganismos constituyen un campo de exploración valioso para los investigadores. Por ejemplo, para luchar mejor contra la resistencia bacteriana a los antibióticos y poder disponer de herramientas de control, los científicos necesitan comprender mejor cómo las bacterias intercambian sus genes, cómo adquieren resistencia a los antimicrobianos y por qué vías estas circulan entre el entorno, el ser humano y el animal 10.
Las técnicas de genómica de alta resolución y de metagenómica, ampliamente utilizadas en los estudios sobre la microbiota humana, constituyen, en este sentido, potentes herramientas de exploración de las dinámicas microbianas.
La microbiota en la encrucijada de las investigaciones
También se llevan a cabo cada vez más estudios para comprender mejor cómo interactúan los microorganismos de la microbiota con el ser humano, cómo contribuyen al buen funcionamiento de sus células, cuáles son los perfiles microbianos más favorables para la salud y qué modificaciones contribuyen a las enfermedades 3.
Objetivo: encontrar nuevas pistas terapéuticas y nuevas bacterias probióticas que permitan modular la microbiota y tratar con más eficacia ciertas enfermedades agudas y crónicas.
Algunas pistas prometedoras
Ciertas sustancias producidas de forma natural por las bacterias, como las bacteriocinas, podrían utilizarse para elaborar nuevos tratamientos capaces de eliminar los microorganismos patógenos o frenar su desarrollo. Otras moléculas procedentes del metabolismo de las bacterias, como los (sidenote:
Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC)
Los Ácidos Grasos de Cadena Corta (AGCC) son una fuente de energía (carburante) de las células de la persona que interactúan con el sistema inmunitario y están implicadas en la comunicación entre el intestino y el cerebro.
Silva YP, Bernardi A, Frozza RL. The Role of Short-Chain Fatty Acids From Gut Microbiota in Gut-Brain Communication. Front Endocrinol (Lausanne). 2020;11:25.), también podrían emplearse por sus múltiples beneficios para la salud, sobre todo por sus efectos antiinflamatorios o antineoplásicos.
La modulación genética de bacterias como Escherichia colipodría hacerlas capaces de producir diferentes tipos de moléculas interesantes: algunas destinadas a modular positivamente la microbiota en caso de disbiosis inducida por antibióticos, otras que actúan como vacuna para luchar contra Vibrio cholera (la bacteria responsable del cólera) y otras capaces de matar específicamente ciertos patógenos como Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que causa estragos en las personas inmunodeprimidas.
Por último, los bacteriófagos podrían utilizarse para actuar específicamente contra las bacterias resistentes a los antibióticos en caso de infección, lo cual constituiría una alternativa potencialmente poderosa a los antibióticos.
Como habrá comprendido, a pesar de su naturaleza invisible y su mala reputación, los microorganismos merecen toda nuestra estima y nuestra atención. ¡Porque está claro que los necesitamos para vivir!
A pesar de que las comunidades que forman, las interacciones que tienen con el entorno y el papel que desempeñan en nuestro organismo, todavía están llenos de misterio. ¡No pasa un día sin que un nuevo estudio demuestre la importancia de su presencia a nuestro lado y, por lo tanto, la de reforzar nuestra simbiosis con ellos!
Para celebrar 2024, un año rico en acontecimientos deportivos, el Instituto de Microbiota Biocodex pone de relieve el papel de la microbiota en la salud y el deporte. ¿Podría ser la microbiota intestinal nuestro entrenador invisible? Descúbralo a continuación.
Bacterias, virus, hongos (incluidas las levaduras) e incluso parásitos: toda una flora, conocida como «microbiota intestinal», habita nuestro sistema digestivo.
Y todo es por nuestro bien: la microbiota intestinal facilita la digestión, ayuda a madurar nuestro sistema inmunitario, nos protege de agentes patógenos y toxinas intestinales, etc. Esta lista de beneficios no es ni mucho menos exhaustiva, porque la microbiota intestinal tiene otros muchos alicientes, también en el deporte: ¡este entrenador invisible puede ayudarnos en nuestros esfuerzos, mejorar nuestros tiempos y motivarnos para entrenar!
A la inversa, se cree que la actividad física modula la composición de nuestra microbiota, favoreciendo ciertas bacterias capaces de optimizar nuestro rendimiento. Al igual que la microbiota, el ejercicio físico es también una cuestión de equilibrio, e incluso de moderación: un entrenamiento demasiado intenso puede ser contraproducente y desequilibrar este círculo virtuoso. Esfuérzate al máximo, ¡pero no te agotes!
Las perspectivas que abre el descubrimiento de estos vínculos entre la microbiota, el aparato digestivo y el deporte son inmensas: ¿podremos optimizar el rendimiento de los deportistas mediante un enfoque personalizado de la microbiota?
Sumérjase en el corazón de un mundo microscópico para descubrir esta relación bidireccional con nuestro rendimiento muscular y mental.
Sumérjase en el corazón de la microbiota y la exhibición deportiva
Dr. Henrik Roager es profesor asociado e investigador de la Universidad de Copenhague. Dirige el grupo de investigación Microbioma y Metabolómica, que se centra en cómo la microbiota intestinal contribuye a la digestión, la salud y el rendimiento deportivo. Vea el vídeo para descubrir lo que el Dr. Henrik Roager tiene que decir sobre la contribución de la microbiota en el deporte.
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Para saber más
Descubra nuestra selección de artículos sobre los beneficios para la salud del deporte y la microbiota
En una nueva investigación, se examina cómo la vaginosis bacteriana podría propagarse por contacto sexual, mediante un detallado análisis genético y un método de inclusión de participantes único para hacer el seguimiento de las bacterias en redes personales.
El 44%
De las mujeres sabe que la vaginosis bacteriana está asociada a un desequilibrio de la microbiota vaginal
La (sidenote:
Vaginosis bacteriana
La vaginosis bacteriana (VB) es un tipo de inflamación vaginal causada por un desequilibrio de las especies de bacterias que están presentes de forma natural en la vagina.
) (VB) suele ser un signo revelador de un desequilibrio en la microbiota vaginal, una enfermedad que podría tener su origen en la transmisión sexual de bacterias. Aunque la comunidad científica admite la posibilidad de que exista ese tipo de transmisión, este mecanismo no se había podido comprender de forma definitiva. Investigadores estadounidenses de la Escuela de Medicina de la Universidad de Maryland han examinado la similitud entre las cepas bacterianas de parejas sexuales y redes sexuales más amplias para entender mejor la transmisión sexual y mejorar el tratamiento de la enfermedad en ambos miembros de la pareja. 1
El efecto bola de nieve
En la investigación clínica se utilizó un método conocido como «inclusión en bola de nieve», una técnica en la que los participantes iniciales del estudio buscan a los participantes futuros de sus redes personales para que se incorporen. Este enfoque asegura un muestreo naturalista de la población que refleja las interacciones de la vida real. En este caso, el estudio consistía en cuatro oleadas y se incluyeron 138 participantes, predominantemente hombres y mujeres jóvenes afroamericanos, todos los cuales dieron positivo para infecciones de transmisión sexual como clamidiosis o gonorrea.
Los investigadores tomaron muestras de hisopados de la vagina y el pene y las analizaron mediante secuenciación del metagenoma completo, un método que lee las secuencias genéticas enteras presentes en una muestra, lo que permite realizar un análisis detallado de la comunidad microbiana. Utilizaron herramientas como inStrain para evaluar la «concordancia de cepas», o el grado de similitud genética, entre las bacterias que se hallaron en distintos participantes, lo que ayudó a identificar si las cepas se propagan mediante contacto sexual.
Solo 1 de cada 2 mujeres
conocen las variaciones en la composición de la microbiota vaginal en las diferentes etapas de su vida.
De los 54 participantes, en el estudio se encontraron 115 casos de coincidencia parcial de cepas bacterianas de 25 especies. Es interesante señalar que Lactobacillus iners se transmitió en el 6 % de las participantes, lo que apunta hacia vías de transmisión directa en interacciones del mismo sexo. En una comparación directa, se reveló una tasa significativamente mayor de cepas de bacterias compartidas entre contactos sexuales que entre los que no habían tenido contacto sexual.
La mayoría (94 %) de los casos de concordancia se dieron entre personas que no habían tenido contacto sexual, incluida una amplia aparición de cepas de Gardnerella swidsinskii y Lactobacillus crispatus entre las mujeres, frente a un 6 % entre contactos, lo que subraya el papel fundamental que desempeña la actividad sexual en la propagación de cepas bacterianas concretas. La inesperada tasa elevada de concordancia entre personas sin contacto sexual indica que los factores comunitarios y ambientales desempeñan un papel importante en la transmisión de bacterias, lo que da a entender que existe una red de intercambio de bacterias más compleja de lo que se pensaba.
Implicaciones clínicas: una llamada de atención para los profesionales sanitarios
Es interesante señalar que, en una encuesta del International Microbiota Observatory , se reveló que, de 6500 participantes, solo el 18 % comprendía totalmente qué es la microbiota vaginal. Solo 1 de cada 3 mujeres sabía que las bacterias de la microbiota vaginal son seguras para la vagina (37 %) y que la vaginosis bacteriana está asociada a un desequilibrio en la microbiota vaginal (35 %). 2 Este desconocimiento subraya la necesidad de utilizar un enfoque transformador para el tratamiento de la vaginosis bacteriana (VB) y de enfermedades relacionadas con esta.
Con motivo de 2024, un año rico en acontecimientos deportivos, el Biocodex Microbiota Institute desvela el papel de la microbiota en la salud y el deporte. ¿Actúa la microbiota como un entrenador invisible? Descúbralo a continuación.