¿Fragilidad ósea: ¿y si la microbiota intestinal fuera determinante?

¿Y si la salud de los huesos dependiera de la microbiota intestinal? Esta hipótesis es muy plausible según los resultados de un estudio 1 que vincula el riesgo de fracturas por fragilidad con las bacterias presentes en nuestro sistema digestivo. 

La microbiota intestinal

El riesgo de sufrir una (sidenote: Fractura por fragilidad Las fracturas por fragilidad se producen a raíz de un traumatismo de baja intensidad (una fuerza mecánica que normalmente no causaría una fractura), como una caída desde la posición de pie o una altura inferior. Estas fracturas constituyen la principal consecuencia clínica de la osteoporosis, aunque pueden producirse en mujeres posmenopáusicas incluso en ausencia de osteoporosis. )  (es decir, una fractura no asociada a un traumatismo importante), generalmente relacionada con la osteoporosis, aumenta con la edad: fractura del cuello del fémur tras una pequeña caída, fractura de muñeca sin traumatismo importante, compresión vertebral, etc. De hecho, 1 de cada 2 mujeres y 1 de cada 4 hombres sufrirán algún día una fractura osteoporótica.

Esto se debe a que el hueso, que se remodela constantemente, tiende a destruirse más rápido de lo que puede reconstruirse a partir de los 45 años. Además de los métodos tradicionales de prevención ósea, como una dieta sana y ejercicio físico, se abre una nueva vía –la microbiota intestinal– que desempeña un conocido papel en la salud ósea y el riesgo de osteoporosis. Esta vez, un nuevo estudio demuestra que nuestra flora intestinal es capaz de predecir el riesgo de acabar escayolados.

178 millones

En 2019 se produjeron 178 millones de fracturas en todo el mundo, lo que supone un aumento del 33,4% respecto al año 1990, debido en parte al crecimiento demográfico y al envejecimiento de la población. 2

Bacterias intestinales: ¿aliadas o enemigas de nuestros huesos?

La salud de la microbiota intestinal depende de una gran variedad de bacterias intestinales. Esta diversidad también repercute en la fortaleza de nuestros huesos, según revela un equipo de investigadores que analizó la microbiota de más de 7 000 finlandeses y llegó a la conclusión de que cuanto más diversa es la microbiota, menor es el riesgo de fractura.

Las fracturas son más frecuentes en las personas mayores, sobre todo en las mujeres. 2

¿Cómo explicar este vínculo? Entre las muchas bacterias que colonizan nuestros intestinos, se cree que algunas ejercen un efecto beneficioso, mientras que otras, por el contrario, tienden a debilitar nuestros huesos. Las Proteobacterias, ya implicadas en varias enfermedades inflamatorias crónicas del intestino y en el síndrome del intestino irritable, también podrían promover una inflamación generalizada en el organismo, provocando fragilidad ósea.

Por el contrario, los Tenericutes producen pequeños ácidos grasos, como el butirato, que ejercen un efecto antiinflamatorio protector.

¿Una microbiota equilibrada para unos huesos fuertes?

En el futuro, la prevención de las fracturas por fragilidad podría incluir tratamientos para reequilibrar la flora intestinal. Además de una ingesta adecuada de calcio y vitamina D, es aconsejable mimar sus bacterias beneficiosas para mantener huesos sanos.

¿Cómo prevenir las fracturas por fragilidad? ²

• Mejorar la diet y la nutrición

Practicar actividad física regular

• Dejar de fumar

• Limitar el consumo de alcoho

• Tratar la osteoporosis

• Prevenir las caídas

Sin embargo, por muy prometedores que sean estos resultados, aún queda mucho camino por recorrer para confirmar la relación causa-efecto entre las bacterias y las fracturas, y para entender cuál es el mecanismo de acción por el que las bacterias intestinales protegen o debilitan los huesos. Mientras tanto, para envejecer con huesos sanos conviene cuidar sus intestinos.

La microbiota intestinal

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Resistencia a los antibióticos: descubrimiento de un millón de péptidos antimicrobianos

Se está volviendo cada vez más urgente descubrir nuevas moléculas antibióticas debido al desarrollo de resistencia a los antibióticos. Por sí solo, el aprendizaje automático ha permitido identificar cerca de un millón de potenciales péptidos antimicrobianos. ¹

Uno de los retos que la medicina debe afrontar urgentemente consiste en encontrar nuevos antibióticos para resolver los problemas de resistencia. El (sidenote: Machine Learning Tecnología de inteligencia artificial que permite a los ordenadores aprender únicamente gracias al uso de una gran cantidad de datos. ) podría dar un impulso salvador a este proceso gracias a la predicción de las reservas mundiales de (sidenote: Péptidos antimicrobianos (PAM) Los péptidos antimicrobianos (PAM) son secuencias cortas de aminoácidos presentes en una gran variedad de organismos como bacterias, plantas, anfibios, insectos, peces y mamíferos. Son capaces de alterar el crecimiento microbiano, generalmente mediante una interferencia con la integridad de la pared celular. Profundizar https://www.sciencedirect.com/topics/agricultural-and-biological-sciences/antim… ) disponibles en la Tierra. Estos PAM representan una terapia prometedora. De hecho, ya se han utilizado en la práctica clínica como antivirales (p. ej., enfuvirtida)) y son objeto de ensayos clínicos por sus propiedades inmunomoduladoras para el tratamiento de infecciones microbianas (causadas por levaduras o bacterias). Sus ventajas frente a los antibióticos no son nada desdeñables. Algunos tienen un espectro de actividad reducido, lo que facilita el desarrollo de terapias dirigidas. Además, la evolución de la resistencia a muchos PAM es lenta y no tiene nada que ver con la resistencia cruzada a otras clases de antibióticos de uso común.

1,27 millones En la actualidad, las infecciones resistentes a los antibióticos son responsables del fallecimiento de 1,27 millones de personas al año.¹

Cerca de un millón de candidatos

En la práctica, gracias al aprendizaje automático, los investigadores han podido predecir y clasificar los PAM candidatos (PAM-c) producidos por el conjunto de todos los organismos terrestres mediante un examen sistemático de las bases de datos públicas mundiales (63 410 metagenomas y 87 920 genomas de bacterias o arqueobacterias). Los autores se limitaron a una categoría específica de PAM, concretamente aquellos codificados por los propios genes de estos organismos y compuestos por menos de 100 aminoácidos. Como resultado obtuvieron un catálogo (denominado «AMPSphere» en inglés) que contiene 833 498 secuencias de péptidos no redundantes. 

La mayoría de estos PAM-c (91,5%) eran desconocidos hasta ahora. Proceden de organismos que viven en 72 hábitats diferentes divididos en 8 tipos principales (suelo/plantas: 36,6%; agua: 24,8%; intestino humano: 13%, etc.). La mayoría de estos PAM-c se caracterizan por su rareza y su hábitat específico. La mayoría procede del mundo microbiano y 4 de los 5 géneros bacterianos que tienen la mayor contribución a la AMPSphere viven con un huésped (3 de los cuales –Prevotella, FaecalibacteriumCAG-110– son comunes en los animales). 

Se probaron 100 candidatos con éxito

Para confirmar el poder antimicrobiano de los PAM-c, los investigadores sintetizaron 100 de ellos y los probaron contra bacterias patógenas resistentes y bacterias comensales del aparato digestivo. In vitro, 79 de estos 100 PAM resultaron activos contra bacterias patógenas o comensales, y 63 de ellos contra 11 patógenos problemáticos para la salud pública. Cuatro péptidos fueron eficaces (100% de células muertas tras 24 horas de incubación a 37°C) a concentraciones muy bajas (en torno a 1 μmol/litro), comparables a las de los péptidos más potentes descritos en la literatura científica.

Resistencia a antibioticos: la microbiota en primer plano

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¿Cuáles son los mecanismos de acción de los PAM? El estudio de péptidos activos contra Acinetobacter baumannii o Pseudomonas aeruginosa reveló que provocan una permeabilización considerable de la membrana externa de estos patógenos.

La eficacia de los principales PAM candidatos también se confirmó in vivo en modelos murinos de absceso (infección por A. baumannii).

Estos experimentos in vitro e in vivo demuestran que el aprendizaje automático es capaz de identificar PAM funcionales a partir del microbioma global.

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Sus bacterias intestinales podrían ser la clave para controlar el hambre

Descubra cómo sus bacterias intestinales podrían ser el arma secreta para controlar el hambre y el peso. Nuevas investigaciones revelan que los probióticos, los prebióticos y las dietas ricas en fibra podrían reconfigurar su microbioma, reforzando las hormonas de la saciedad y manteniendo controlado el comer en exceso. ¡El futuro del control del peso podría estar en su intestino!

La microbiota intestinal Obesidad Los probióticos Prebióticos: lo esencial para comprender

La regulación del apetito es un proceso complejo y multidimensional que juega un papel primordial en el mantenimiento de la homeostasis energética. La saciedad, distinta del hambre y de la satisfacción, es clave para esta regulación

  • El hambre representa la necesidad fisiológica de comida, normalmente impulsada por señales del cerebro como respuesta al agotamiento de energía.
  • La satisfacción, por otro lado, marca la sensación de estar lleno experimentada durante una comida, y señala el final de la ingesta
  • En contraste, la saciedad se refiere a la sensación prolongada de estar lleno que elimina el deseo de comer entre comidas y que influye en el tiempo de la siguiente ingesta de alimentos.

Comprender el mecanismo subyacente tras la saciedad es vital para los profesionales sanitarios y también para las personas que se esfuerzan en combatir la obesidad, la diabetes, y otros trastornos metabólicos Cada vez más, las investigaciones apuntan a la microbiota intestinal como regulador clave de la señalización de la saciedad, vinculando el entorno microbiano del intestino a la función del cerebro a través de lo que comúnmente se denomina el eje intestino-cerebro. Las nuevas evidencias sugieren que las bacterias intestinales y sus metabolitos, especialmente los ácidos grasos de cadena corta ( (sidenote: AGCC Los Ácidos Grasos de Cadena Corta son una fuente de energía (combustible) para las células del individuo. Interactúan con el sistema inmunitario y participan en la comunicación entre el intestino y el cerebro. Bibliografia:
Silva YP, Bernardi A, Frozza RL. The Role of Short-Chain Fatty Acids From Gut Microbiota in Gut-Brain Communication. Front Endocrinol (Lausanne). 2020;11:25.
)
), son un componente esencial para la regulación de la saciedad, ya que influyen en la liberación de hormonas de la saciedad y modulan el apetito. 1,2,3

En este artículo le invitamos a explorar el creciente número de evidencias sobre el papel de la microbiota intestinal en la regulación de la saciedad, poniendo el foco en los metabolitos microbianos, su interacción con el eje intestino-cerebro y las implicaciones para la práctica clínica. Analizaremos cómo las intervenciones dietéticas destinadas a modificar la composición de la microbiota intestinal, como puede ser el uso de probióticos, prebióticos y dietas ricas en fibra, pueden influir en la saciedad y ofrecer enfoques novedosos para el control de la obesidad y de los trastornos metabólicos relacionados.

¿En qué se diferencian los prebióticos, los probióticos y los posbióticos?

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Conversaciones intestino-cerebro: ¿Cómo conforma la microbiota las señales de saciedad?

El eje intestino-cerebro es una intrincada red que comunica señales de saciedad entre el intestino y el cerebro. Dicha interacción es influenciada en gran medida por la microbiota intestinal, que regula el apetito a través de hormonas como pueden ser el péptido similar al glucagón de tipo 1 (GLP-1), el péptido YY (PYY) y la pancreocimina (CCK). Estas hormonas son producidas por células especializadas en el intestino denominadas células enteroendocrinas como respuesta a la ingesta de alimentos.

El GLP-1, el PYY y la CCK desempeñan papeles clave en comunicar al cerebro que estamos llenos. Por ejemplo:

  • El GLP-1 ralentiza la velocidad en la que los alimentos pasan a través del tracto digestivo, lo que proporciona al cuerpo más tiempo para absorber los nutrientes y ayuda a controlar los niveles de azúcar en sangre. 5
  • El PYY actúa para reducir el apetito tras las comidas al señalar al cerebro que se deje de comer. 6
  • La CCK se libera cuando se detectan grasas y proteínas en el intestino y ayuda a digerir los alimentos a la vez que nos hace sentir llenos. 7

Juntas, estas hormonas actúan en el cerebro para reducir la ingesta de comida y prolongar la sensación de estar lleno, lo que ayuda a mantener un equilibrio saludable en el consumo de alimentos.

Una de las contribuciones clave de la microbiota es la producción de AGCC (acetato, propionato y butirato) durante la fermentación de la fibra. Los AGCC estimulan la liberación de GLP-1 y PYY, lo que refuerza la sensación de estar lleno y ayuda a controlar el apetito. 1 Adicionalmente, los AGCC interactúan con el nervio vago, que conecta directamente el intestino con los centros del hambre del cerebro, lo que mejora las señales de saciedad. 2

La saciedad, el hambre, la satisfacción

  • La saciedad se refiere a la sensación prolongada de estar lleno que elimina la necesidad de comer entre comidas
  • El hambre es el impulso fisiológico de comer, que es disparado por la necesidad de energía del cuerpo, a menudo indicada por señales hormonales y neuronales
  • La satisfacción es la sensación de estar lleno experimentada durante una comida y que indica al cuerpo dejar de comer. 

El papel de la microbiota va más allá de la señalización; los AGCC reducen también la inflamación en el hipotálamo, preservan la integridad de la regulación de la saciedad y ayudan a prevenir trastornos metabólicos relacionados con la obesidad. 2  Pero ¿cómo influyen los probióticos y las intervenciones dietéticas específicas, tales como los prebióticos, en la microbiota intestinal para aumentar la saciedad? 

El eje intestino-cerebro: ¿Cuál es el papel de la microbiota?

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Papel de los probióticos en la mejora de las señales de la saciedad:

Estudios recientes han demostrado que ciertas bacterias pueden producir proteínas que envían señales a nuestro cerebro, diciéndonos que estamos llenos. Un ejemplo es una proteína llamada ClpB, producida por ciertas bacterias como Hafnia alvei. Dicha proteína se comporta de forma similar a alfa-MSH, una hormona que ayuda a regular el apetito. Esta proteína estimula la liberación de PYY, una hormona que fomenta la sensación de estar lleno y reduce el apetito. 3

Estudios de experimentación con animales han demostrado que Hafnia alvei puede ayudar a reducir la ingesta de alimentos y el aumento del peso corporal en modelos animales mediante la amplificación de estas señales de saciedad. 3 Cuando se utiliza como suplemento probiótico, Hafnia alvei puede incrementar la sensación de estar lleno en humanos, lo que mejora los comportamientos alimentarios saludables y contribuye al control del peso a largo plazo. 4 Aunque se requiere una mayor investigación, las conclusiones preliminares sugieren que los probióticos podrían ofrecer un complemento para las intervenciones dietéticas destinadas a controlar el apetito y reducir el exceso de peso. 3

Estimulación de la saciedad: ¿Cómo modulan la microbiota los prebióticos y las fibras alimentarias?

Las intervenciones dietéticas, especialmente aquellas que incluyen prebióticos y fibras alimentarias, ofrecen un modo directo de influir en la microbiota intestinal y aumentar la saciedad. Los prebióticos son componentes alimenticios no digeribles que estimulan selectivamente el crecimiento y la actividad de las bacterias intestinales beneficiosas. Un excelente ejemplo es la inulina, una fibra que aumenta la producción de AGCC, especialmente propionato y butirato, que desempeñan un papel clave en la señalización de la saciedad. 2

En estudios humanos, la suplementación de éster de propionato de inulina (IPE) ha mostrado resultados prometedores. Por ejemplo, las personas que consumieron IPE experimentaron una reducción en la libre ingesta de energía, lo que significa que redujeron de forma natural su consumo de alimentos sin esfuerzo consciente. 2  Los AGCC producidos a partir de la fermentación de la fibra, particularmente el propionato, estimularon directamente la liberación de GLP-1 y PYY, lo que aumentó la sensación de estar lleno. 1

Por otro lado, el almidón resistente, otra fibra fermentable, ha demostrado su capacidad para reducir los niveles de glucosa posprandial e influir en las hormonas de la saciedad. Un estudio demostró que la suplementación de almidón resistente durante seis semanas reducía los niveles de leptina, una hormona implicada en el equilibrio energético a largo plazo, lo que señaló una mejor regulación del apetito. 1

Estos ejemplos ponen de relieve cómo las dietas ricas en fibra pueden modular la actividad microbiana intestinal para influir positivamente en la saciedad. Pero ¿qué ocurre con otros metabolitos microbianos más allá de los AGCC? ¿Qué influencia tienen en la regulación central y periférica del hambre?

Más allá de la fibra: El papel de los metabolitos neuroactivos en el control del apetito

Además de los AGCC, las bacterias intestinales producen diversos metabolitos neuroactivos que desempeñan papeles cruciales en la regulación del apetito y de la saciedad a través de secuencias tanto centrales como periféricas. Entre estos, la serotonina, el ácido gamma-aminobutírico (GABA) y la dopamina son neurotransmisores clave implicados en la modulación de la ingesta alimentaria y el equilibrio energético. 2

90 % de la serotonina del cuerpo sea producida en el intestino

Resulta interesante que aproximadamente el 90 % de la serotonina del cuerpo sea producida en el intestino por las células enterocromafines, influenciadas por el entorno microbiano.  Dicha serotonina no solo regula la motilidad intestinal sino que también interactúa con el nervio vago para señalar los centros de saciedad del cerebro, lo que contribuye a la eliminación del hambre tras las comidas. 2

En el caso del GABA, ciertas cepas de lactobacilos y bifidobacterias pueden producir este neurotransmisor. El GABA afecta al hipotálamo, que es vital para la regulación del hambre, al modular los circuitos neurológicos que controlan el comportamiento de la alimentación. Los estudios han demostrado que ratones libres de gérmenes exhibían una señalización de GABA alterada, que resultaba en un aumento del apetito, lo cual pone de relieve el papel crucial del GABA derivado del intestino para controlar el hambre. 3

Además, la dopamina, que está implicada en los mecanismos de recompensa alimentaria, también se ve influenciada por la microbiota intestinal. Los desequilibrios en las secuencias de la dopamina pueden llevar a comer en exceso e incluso a comportamientos de atracones de comida, lo que subraya el papel potencial de la microbiota en el control no solo del hambre sino también de la adicción a la comida.1

Disbiosis: Cuando el desequilibrio intestinal sabotea la saciedad

La disbiosis, desequilibrio o adaptación inadecuada de la microbiota intestinal, se ha convertido en un factor crucial en la alteración de las señales normales de la saciedad. En personas con obesidad y trastornos metabólicos, se observa normalmente disbiosis, caracterizada por una reducción de la diversidad microbiana y un crecimiento excesivo de ciertas bacterias patógenas. 3 Dicho desequilibrio puede afectar negativamente a la producción de metabolitos microbianos clave, especialmente los AGCC, que son esenciales para regular las hormonas responsables de la saciedad, como GLP-1 y PYY. 1

Además, la disbiosis pone en peligro la barrera intestinal, al incrementar la translocación de endotoxinas bacterianas como los lipopolisacáridos (LPS) a la circulación. Los niveles elevados de LPS están asociados con inflamación crónica de baja intensidad, que altera la señalización de la saciedad induciendo neuroinflamación en el hipotálamo, una región cerebral clave implicada en la regulación del hambre. 2 Este estado inflamatorio altera la capacidad del cerebro para responder adecuadamente a las hormonas de la saciedad, lo que contribuye a comer en exceso y a la disfunción metabólica.

Las investigaciones muestran que las personas con microbiomas disbióticos a menudo presentan niveles elevados de la hormona de estimulación del apetito, la grelina, que conduce a sensaciones persistentes de hambre y dificultad para mantener un equilibrio energético saludable. 3 Estas alteraciones ponen de relieve la importancia de mantener una microbiota sana y diversa, no solo para la salud digestiva sino también para la regulación adecuada del apetito y el control metabólico a largo plazo.

¿Ha oído hablar de la «disbiosis»?

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Recableado de la saciedad: Aprovechamiento de los probióticos, los prebióticos y las dietas ricas en fibra para la ganancia terapéutica

El potencial terapéutico de los probióticos, los prebióticos y las dietas ricas en fibra para modular la microbiota intestinal ofrece una potente herramienta para aumentar la saciedad y tratar los trastornos metabólicos. 8 Las investigaciones demuestran sistemáticamente que las fibras alimentarias, como la inulina, los fructooligosacáridos (FOS) y el almidón resistente, sirven como agentes vitales para estimular la producción de AGCC (específicamente butirato, propionato y acetato) que influyen directamente en la regulación de la saciedad a través del eje intestino-cerebro9

Las evidencias apuntan a un futuro en el que la nutrición de precisión (intervenciones dietéticas personalizadas basadas en el perfil de microbioma individual) podrían constituir una estrategia terapéutica clave 10 Al tratar la microbiota con probióticos, prebióticos y fibras específicos, los profesionales clínicos pueden restablecer el equilibrio intestinal, mejorar la saciedad y ayudar a los pacientes a controlar tanto el apetito como la salud metabólica de forma más eficaz. A medida que se profundiza en la comprensión del papel de la microbiota en la saciedad, se abre un nuevo horizonte de terapias personalizadas que van más allá de los enfoques tradicionales para tratar la obesidad y las enfermedades metabólicas. 11

Bibliografia

1. Deehan EC, Mocanu V, Madsen KL. Effects of dietary fibre on metabolic health and obesity. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. 2024;21(5):301-318.

2. Bastings JJAJ, Venema K, Blaak EE, et al. Influence of the gut microbiota on satiet signaling. Trends Endocrinol Metab. 2023;34(4):243-255.

3. Pizarroso NA, Fuciños P, Gonçalves C, et al. A Review on the Role of Food-Derived Bioactive Molecules and the Microbiota-Gut-Brain Axis in Satiety Regulation. Nutrients. 2021;13(2):632.

4. Déchelotte P, Breton J, Trotin-Picolo C, et al. The Probiotic Strain H. alvei HA4597® Improves Weight Loss in Overweight Subjects under Moderate Hypocaloric Diet: A Proof-of-Concept, Multicenter Randomized, Double-Blind Placebo-Controlled Study. Nutrients. 2021;13(6):1902.

5. Drucker DJ. Mechanisms of Action and Therapeutic Application of Glucagon-like Peptide-1. Cell Metab. 2018;27(4):740-756. 

6. Degen L, Oesch S, Casanova M, et al. Effect of peptide YY3-36 on food intake in humans. Gastroenterology. 2005;129(5):1430-1436.

7. Rehfeld JF. Cholecystokinin-From Local Gut Hormone to Ubiquitous Messenger. Front Endocrinol (Lausanne). 2017;8:47.

8. Mallappa RH, Rokana N, Duary RK, et al. Management of metabolic syndrome through probiotic and prebiotic interventions. Indian J Endocrinol Metab. 2012 Jan;16(1):20-7.

9. Chambers ES, Morrison DJ, Frost G. Control of appetite and energy intake by SCFA: what are the potential underlying mechanisms?. Proc Nutr Soc. 2015;74(3):328-336. 

10. Zmora, N., Suez, J. and Elinav, E. You are what you eat: diet, health and the gut microbiota. Nat Rev Gastroenterol Hepatol 16, 35–56 (2019).

11. Torres-Fuentes C, Schellekens H, Dinan TG, Cryan JF. A natural solution for obesity: bioactives for the prevention and treatment of weight gain. A review. Nutr Neurosci. 2015;18(2):49-65.

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Infecciones urinarias: ¿hacia estrategias alternativas dietéticas y probióticas?

En el control de las infecciones urinarias, las estrategias preventivas, basadas en el equilibrio alimentario e incluso el empleo de probióticos, podrían representar pistas alternativas al tratamiento curativo con antibióticos. Porque estos últimos, aunque eficaces a corto plazo, son el origen de disbiosis, nuevas infecciones y resistencias.

Más del 80 % de las infecciones urinarias están causadas por (sidenote: Escherichia coli uropatógena E. coli a menudo dotadas de genes suplementarios (comparadas con E. coli comensales) que potencian su virulencia (flagelo, toxinas, polisacáridos de superficie…). ) . Estas bacterias intestinales pueden migrar desde el ano, colonizar la uretra y ascender hacia la vejiga. Además, trabajos anteriores han demostrado, en las mujeres que padecen infecciones urinarias, una mayor cantidad de E. coli en el aparato digestivo y similitudes entre las especies intestinales y las que colonizan las vías urinarias. 

Con el fin de evaluar la disbiosis y los demás factores de riesgo potenciales en las mujeres que tienen antecedentes de cistitis, unos investigadores reclutaron a 753 mujeres voluntarias de 18 a 45 años, diagnosticadas de una infección urinaria durante los cinco últimos años y, por lo demás, sanas. 1

Excepto un pico en las mujeres jóvenes de 14 a 24 años, la prevalencia de las infecciones urinarias aumenta con la edad. La prevalencia en las mujeres mayores de 65 años es de alrededor del 20 %, frente a alrededor del 11 % en el conjunto de la población. 2

Entre el 50 y el 60 % de las mujeres adultas tendrán al menos una infección urinaria a lo largo de su vida y cerca del 10 % de las mujeres menopáusicas refieren que han tenido una infección urinaria en el año precedente. 2

Optar por una alimentación más sana

Prácticamente ¾ de las mujeres estudiadas (71 %) presentaban una disbiosis intestinal, que se asociaba no solo a la (sidenote: Infección urinaria recurrente Una infección urinaria recurrente se define como la manifestación de ⩾2 episodios sintomáticos en 6 meses o ⩾3 episodios sintomáticos en 12 meses. ) de sus infecciones urinarias, sino también a la presencia de múltiples resistencias a los antibióticos en su microbiota.

Otra particularidad de la población estudiada es su alimentación, tanto si se trata de bebidas (menos de 1 L de agua al día, consumo de zumos con azúcar…), de comidas (productos salados en exceso, dietas hipercalóricas ricas en azúcares añadidos y en grasas saturadas…) o de complementos alimentarios para evitar las infecciones urinarias.

Más del 80 % de las infecciones urinarias están causadas por Escherichia coli uropatógena. ¹

150 millones Las infecciones de las vías urinarias se encuentran entre las enfermedades bacterianas más frecuentes y afectan a 150 millones de personas en el mundo cada año. ¹

Para los investigadores, estas observaciones apoyan la relación entre la dieta alimentaria y la composición de la microbiota intestinal. En este sentido, recuerdan anteriores trabajos, según los cuales solo el 12 % de la variación estructural de la microbiota intestinal puede atribuirse a cambios genéticos, mientras que el 57 % puede explicarse por cambios alimentarios. 

La microbiota como nueva estrategia terapéutica 

Aunque el tratamiento estándar de las infecciones urinarias se basa en el empleo de antibióticos, estos alteran a largo plazo la microbiota intestinal (disbiosis) y favorecen los microorganismos multirresistentes. De ahí la importancia, según los autores, de opciones terapéuticas alternativas y complementarias.

Los investigadores recuerdan los efectos beneficiosos de los probióticos, en especial de Lactobacillus spp., que reduce la adherencia, el crecimiento y la colonización de las bacterias uropatógenas como E. coli: L. salivarius de liberación entérica consigue llegar a las microbiotas urinaria y vaginal, a las que protege; un probiótico compuesto por dos cepas de lactobacilos y extractos de arándano rojo reduce significativamente el número de infecciones urinarias recurrentes en las mujeres jóvenes premenopáusicas con respecto a un producto placebo. 

Con una ventaja importante con respecto a los antibióticos: la administración de lactobacilos no favorece la aparición de resistencias.

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Noticias Gastroenterología

Xpeer: La microbiota en la salud íntima de la mujer a lo largo de la vida

Ginecólogos, matronas y farmacéuticos reciben formación gratuita sobre «La microbiota en la salud íntima de la mujer a lo largo de la vida», impartida por la Profesora Alessandra Graziottin en este curso.

Imagen

Sinopsis del curso:

Este curso acreditado tiene como objetivo formar a ginecólogos, matronas y farmacéuticos sobre la importancia de la microbiota, en particular la microbiota vaginal, para la salud íntima. Dirigido por una experta de renombre, la Dr. Graziottin, a lo largo de este curso los participantes obtendrán una comprensión global de cómo la microbiota afecta a la salud íntima a lo largo de la vida. En primer lugar, abordaremos los conocimientos básicos sobre el microbioma intestinal antes de profundizar en la microbiota vaginal a lo largo de las diferentes etapas de la vida, incluyendo el potencial de una placenta estéril, la microbiota neonatal y los cambios durante la infancia, la pubertad, los años fértiles y la menopausia. No se pierda las recomendaciones prácticas, los conceptos erróneos más comunes y el resumen de los puntos clave que le proporcionarán los conocimientos y habilidades necesarios en su práctica clínica.

Esta actividad cuenta con el apoyo financiero sin restricciones de Biocodex.

¿Quién es Alessandra Graziottin?

La Dra. Alessandra Graziottin es una ginecóloga, oncóloga, sexóloga y psicoterapeuta italiana. Es directora del Centro de Ginecología y Sexología Médica del Hospital San Raffaele Resnati de Milán.

  • En 2008 fundó la Fundación Alessandra Graziottin para el tratamiento del dolor en la mujer Onlus, de la que es presidenta.
  • Actualmente es profesora asesora en el Máster Avanzado en Andrología y Medicina Sexual de la Universidad de Florencia.
  • También ha sido Profesora Consultora en el Máster Avanzado en Sexología clínica de la Universidad de Pisa, y Profesora en el Curso Máster de Medicina Sexual para Estudiantes de Psicología de la Universidad de Venecia y de la Universidad Salesiana (UPS) de Roma.

 

Es una ginecóloga de renombre, que ha publicado 22 libros científicos y 7 libros de divulgación (como autora, coautora o editora), más de 90 capítulos de libros científicos, 8 manuales educativos para mujeres y más de 400 artículos científicos sobre diversos aspectos de la ginecología y la sexología médica.

Declaración de conflictos de intereses: La autora declara recibir honorarios de stellas, Fagron, Mammowave, Mylan, Named, Techdow, Uriach; participar como ponente en mesas patrocinadas por Astellas, Biofemme, Bromatech, Lolipharma, Named, Techdow, Uriach; y formar parte de consejos asesores de Astellas, Mylan, Techdow, Uriach.

Acerca de Xpeer

Xpeer Medical Education es la primera aplicación de formación médica que genera créditos del mercado, con vídeos de microaprendizaje divertidos de solo 5 minutos.

Con un algoritmo potente para personalizar la experiencia de usuario y el contenido, inspirado en las plataformas de streaming de vídeo más populares, Xpeer ofrece toda una nueva experiencia para la formación continuada y el desarrollo de los profesionales sanitarios.

La aplicación, acreditada por la Unión Europea de Médicos Especialistas, ofrece formación médica científica de gran calidad. En Xpeer, encontrará este programa sobre la microbiota y 500 horas de educación médica en 2021 en su especialidad, además de cursos de formación tecnológica y desarrollo de capacidades profesionales y personales.

Más información sobre las acreditaciones

La aplicación Xpeer está acreditada por el Consejo Europeo de Acreditación para la Formación Médica Continua (EACCME) y concede créditos ECMEC reconocidos oficialmente en 26 países.

Los participantes del módulo obtienen 1 crédito FMF Europeo (ECMEC) por cada hora de formación (60 minutos efectivos de e-learning, excluyendo las introducciones…). Este crédito se adquiere una vez completado el módulo y validada la evaluación correspondiente por los participantes.

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Artículos Ginecología

Las bacterias intestinales convierten las hormonas del estrés en progestágenos: el asombroso papel del gas hidrógeno

Un equipo de investigadores acaba de descubrir que ciertas bacterias intestinales son capaces de convertir las hormonas del estrés en progestágenos, ¡y todo gracias al gas hidrógeno! Este inesperado descubrimiento podría cambiar por completo nuestra concepción de la salud intestinal, el embarazo e incluso el bienestar mental.

Un equipo de investigadores acaba de hacer un descubrimiento revolucionario, a saber, que ciertas bacterias intestinales son capaces de convertir las hormonas relacionadas con el estrés en progestágenos, todo ello con la ayuda de gas hidrógeno. Esta investigación, a cargo de Megan McCurry y su equipo, muestra cómo determinados microbios intestinales, concretamente Gordonibacter pamelaeae y Eggerthella lenta, metabolizan los glucocorticoides –hormonas producidas por el organismo en respuesta al estrés– en progestágenos, los cuales desempeñan un papel fundamental en el embarazo y la función cerebral. Los resultados, publicados en la revista Cell, abren nuevas perspectivas para nuestra comprensión de la influencia de la microbiota intestinal en la salud de las mujeres, especialmente durante el embarazo.

El inesperado papel del gas hidrógeno

Uno de los descubrimientos más asombrosos de este estudio es sin duda la función que desempeña el hidrógeno en el metabolismo bacteriano intestinal. Se sabe ahora que el hidrógeno, tradicionalmente considerado un subproducto de la digestión, constituye un factor clave que potencia la capacidad de las bacterias para convertir los glucocorticoides en progestágenos. El estudio muestra que la producción de gas hidrógeno por ciertas bacterias intestinales como E. coli crea un entorno favorable para esta transformación de hormonas esteroideas. Cuando estas bacterias se cultivan juntas, producen mucho más hidrógeno, lo que facilita el proceso de conversión.

Este descubrimiento del papel del hidrógeno en estas transformaciones hormonales tan importantes pone de relieve un aspecto totalmente nuevo del funcionamiento de la microbiota intestinal. Hasta ahora, se creía que el papel del hidrógeno en el metabolismo intestinal se limitaba básicamente a la producción de gases y la fermentación, pero este estudio arroja luz sobre su influencia decisiva en el metabolismo secundario, en particular en el procesamiento de hormonas esteroideas.

Producción de progestágenos bacterianos: un posible vínculo con el embarazo y la salud mental

El estudio también revela que la conversión de las hormonas del estrés en progestágenos por parte de las bacterias intestinales reviste una gran importancia fisiológica, especialmente durante el embarazo. Los investigadores descubrieron que los niveles de progestágenos bacterianos en las heces de las mujeres embarazadas eran significativamente más elevados que en las del resto de las mujeres. Uno de estos progestágenos, la alopregnanolona, ya ha sido aprobada por la FDA para el tratamiento de la depresión posparto, lo que indica un impacto potencial de este proceso bacteriano en la salud mental materna.

Los niveles de progestágenos en las heces son dos órdenes de magnitud más elevados en las mujeres embarazadas en comparación con el resto de las mujeres.

Este vínculo entre la producción hormonal bacteriana y el embarazo es crucial, ya que los progestágenos no sólo regulan el embarazo, sino que también actúan como neuroesteroides que afectan a la función cerebral. El estudio sugiere que estas transformaciones bacterianas podrían influir no sólo en el desenlace del embarazo, sino también en ciertas afecciones posparto como la depresión y la ansiedad.

Los microbios intestinales: ¿nuevos protagonistas endocrinos?

Más allá del embarazo, las implicaciones de estas observaciones se extienden a otros campos sanitarios más amplios. Si las bacterias intestinales son capaces de transformar las hormonas del estrés en moléculas bioactivas que afectan al cerebro y al aparato reproductor, esto abre nuevas perspectivas fascinantes en la comprensión del impacto de la salud intestinal sobre la regulación hormonal general. Este descubrimiento sugiere que la microbiota intestinal actúa prácticamente como un órgano endocrino adicional, capaz de influir en el equilibrio hormonal y la salud mental.

Reconocer el papel de la microbiota en la regulación hormonal podría allanar el camino para tratamientos innovadores dirigidos a las bacterias intestinales. En el futuro, las terapias microbianas podrían ayudar a tratar afecciones relacionadas con desequilibrios hormonales, como la poliquistosis ovárica, los trastornos del humor o incluso ciertos problemas de fertilidad.

Conclusión

En resumen, esta investigación revela que ciertas bacterias intestinales, con la ayuda del hidrógeno, pueden convertir las hormonas relacionadas con el estrés en hormonas del embarazo, ejerciendo profundos efectos potenciales sobre la salud de la mujer. Estos hallazgos no sólo cambian nuestra comprensión de la microbiota intestinal, sino que también abren nuevas vías para intervenciones clínicas en las enfermedades de origen hormonal.

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Microbiota del lactante: ¡papá, te toca!

Las mujeres no dejan de repetirlo: los padres tienen un papel importante que desempeñar en el desarrollo de sus hijos. La ciencia 1 acaba de demostrar que esto también es aplicable a la microbiota del bebé: mientras que las madres les transmiten parte de su flora durante el parto, los padres aportan la otra mitad. Esta transferencia resulta aún más importante cuando el bebé nace por cesárea, ya que le falta la flora materna.

La microbiota intestinal La microbiota ORL La microbiota vaginal Asma y microbiota Los probióticos Obesidad

Uno de los grandes inconvenientes de la cesárea es que al no nacer por vía vaginal, el bebé no tiene tiempo de saborear (en el sentido original de la palabra) las bacterias vaginales y fecales de su madre. Aunque esta «comida» no parezca muy apetitosa a primera vista, no deja de ser vital para el desarrollo del niño y de su microbiota. Incluso se cree que esto explica la mayor incidencia de enfermedades autoinmunes, asma y obesidad en los niños nacidos por cesárea. Privados de este festín real, los recién nacidos extraídos con bisturí del vientre de su madre no reciben todas las bacterias beneficiosas necesarias para su desarrollo inmunitario y neurológico. Este problema está lejos de ser insignificante puesto que uno de cada cuatro niños nace por cesárea. 

La solución: ¡los papás!

Por ello, la investigación ha buscado soluciones, entre ellas la transferencia de flora vaginal de la madre al recién nacido. Dentro de los dos minutos del nacimiento, se frota la boca, la cara y el cuerpo del niño con una gasa previamente introducida en la vagina de la madre. Sin embargo, los resultados no han estado a la altura de las expectativas.

1/4 Las cesáreas representan actualmente más de una cuarta parte de los partos en todo el mundo. ¹

El 60% de las mujeres ignora que la forma de dar a luz puede influir en la microbiota intestinal de los recién nacidos. ²

Afortunadamente, un estudio publicado a mediados de 2024 sugiere una solución mucho más sencilla: ¡los papás! Aunque la madre es la principal proveedora de flora intestinal durante los primeros días de vida del bebé, el padre (¡y el resto de la familia!) también desempeña un papel importante, que se va reforzando con el paso de los meses.

Cuando el niño cumple un año, la contribución de los papás es incluso equivalente a la de las mamás, pero con una gran ventaja: mientras que las transferencias de bacterias maternas dependen de la vía de parto, el padre representa una fuente estable. Otra ventaja es que las bacterias paternas y maternas resultan ser diferentes: ¡dos fuentes complementarias para construir una microbiota sólida para el recién nacido!

Transferencia de microbiota fecal y probióticos

El trabajo de los investigadores no se limitó a este aspecto: proponen además una ayuda extra para reforzar la flora intestinal de los recién nacidos. Pero se acabaron las gasas impregnadas con la microbiota vaginal de la madre; en su lugar, una transferencia de la flora fecal materna parece mucho más eficaz para que un bebé nacido por cesárea adquiera rápidamente una microbiota intestinal sana, capaz de resistir el embate de los patógenos.

Y como la naturaleza está bien hecha, se establecen principalmente bacterias capaces de descomponer los azúcares de la leche materna. En el futuro, se podrían desarrollar probióticos a base de todas estas cepas bacterianas para reforzar la microbiota de los lactantes.

La microbiota intestinal: el aliado de nuestro sistema inmunitario

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Dengue y Zika: proteger a los mosquitos para proteger a los humanos

Inocular la bacteria Rosenbergiella-YN46 en el sistema digestivo de los mosquitos: ¿una estrategia de control biológico realista y sostenible para reducir la transmisión y prevalencia de Flavivirus en la naturaleza?

Los Flavivirus transmitidos por mosquitos causan infecciones virales potencialmente mortales en el ser humano: zika, dengue, virus del Nilo Occidental, virus de la fiebre amarilla. La situación es aún más preocupante porque el cambio climático y ciertos fenómenos meteorológicos como El Niño favorecen la transmisión de estas (sidenote: Enfermedad vectorial enfermedad en la que un patógeno se transmite a un huésped (humano o animal) por la picadura de un vector que puede ser de distintos tipos (mosquitos, moscas, garrapatas, pulgas, etc.).  Las enfermedades vectoriales representan alrededor del 17% del total de enfermedades infecciosas en el mundo y la OMS estima que el 80% de la población mundial está expuesta al riesgo de contraer al menos una enfermedad vectorial.  Profundizar https://www.pasteur.fr/fr/innovation/toute-actualite/actualites-innovation/comb… )  y porque hasta ahora las campañas de control biológico y lucha contra los mosquitos han mostrado una escasa eficacia.

¿Y si optáramos por una estrategia completamente distinta? La idea consiste en modificar la microbiota intestinal de los mosquitos para evitar su propia infección y, por tanto, la transmisión del virus a los mamíferos, incluido el ser humano.

Multiplicó por diez

La Organización Mundial de la Salud (OMS) 1 ha establecido que entre 2000 y 2019 el número de casos de dengue notificados en todo el mundo se multiplicó por diez, pasando de 500.000 a 5,2 millones.

Tras un ligero descenso durante la pandemia de COVID-19, en 2023 se observó un repunte de los casos de dengue en todo el mundo.

Una bacteria para proteger a los mosquitos... y a los humanos

En este estudio, un equipo de investigadores chinos 2 aisló 55 bacterias que viven en el aparato digestivo de las hembras del mosquito Aedes albopictus, principal vector del dengue, a partir de insectos capturados en el sur de la provincia de Yunnan. Entre las bacterias identificadas: Rosenbergiella YN46 (llamada así porque se identificó en la provincia de Yunnan), inoculada a dosis de 1,6 x 103 UFC, protege de forma persistente al mosquito A. albopictus de los (sidenote: Flavivirus son un género que comprende más de 70 virus, varios de los cuales se consideran importantes patógenos humanos. Los Flavivirus se transmiten por la picadura de mosquitos infectados y causan un amplio espectro de enfermedades que pueden clasificarse a grandes rasgos en dos categorías: 
- enfermedades sistémicas hemorrágicas (virus del dengue y de la fiebre amarilla) 
- y complicaciones neurológicas (virus del Nilo occidental, Zika)
Profundizar https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34696709/ )
.

¿Cuál es el mecanismo por el cual esta bacteria intestinal, presente en el néctar de las flores, confiere a los mosquitos A. albopictus y Aedes aegypti resistencia a las infecciones por los virus del dengue y del Zika? Mediante la secreción de una enzima, la glucosa deshidrogenasa, que convierte la glucosa en ácido glucónico, acidificando rápidamente la luz intestinal del mosquito (pH < 6,5 después de una comida de sangre). Este entorno ácido altera de forma irreversible la envoltura proteica de los viriones de Flavivirus, impidiéndoles que penetren en las células epiteliales intestinales del mosquito.

390 millones Con cerca de 390 millones de infecciones al año, el virus del dengue es el Flavivirus transmitido por mosquitos más frecuente en el mundo. ²

223 000 El virus del Zika causó más de 223.000 casos confirmados en las islas del Pacífico y las Américas entre 2015 y 2017. ²

¿Una estrategia eficaz a gran escala?

Pero los investigadores no se limitaron a realizar este estudio. Como observaron una prevalencia variable del dengue en la provincia de Yunnan, decidieron comprobar si este fenómeno iba acompañado de una presencia desigual de la bacteria. De hecho, descubrieron que la prevalencia de Rosenbergiella YN46 en la microbiota intestinal de los insectos variaba mucho de una prefectura a otra. La bacteria es muy frecuente en el aparato digestivo de los mosquitos de las prefecturas de Wenshan (91,7%) y Pu’er (52,9%), en las que solo se han registrado unos cuantos casos aislados de dengue, mientras que por el contrario, es rara en los mosquitos de las prefecturas de Xishuangbanna (6,7%) y Lincang (0%), donde el dengue es endémico. 

Una serie de experimentos complementarios que se llevaron a cabo en condiciones de semi-campo permiten albergar esperanzas respecto a la posibilidad de un (sidenote: control biológico es una forma eficaz y respetuosa con el medio ambiente de reducir o mitigar las plagas y sus efectos recurriendo a enemigos naturales.  Profundizar https://www.sciencedirect.com/journal/biological-control ) : : basta añadir la bacteria a agua azucarada para contaminar a los insectos y transmitirla eficazmente de manera (sidenote: Transmisión transestadia El vector (en este caso, el mosquito) retiene un agente (el Flavivirus) en su cuerpo al pasar de un estadio de desarrollo a otro (de la fase de larva acuática a la de adulto alado). Profundizar Źródło ) y de una generación de mosquitos a la siguiente (en los mosquitos, la microbiota intestinal es transmitida por las hembras a sus crías y adquirida a través de la alimentación de las larvas y luego de los adultos).

Por tanto, la introducción de la bacteria Rosenbergiella YN46 en el hábitat acuático de las larvas o la importación de adultos ya portadores de la bacteria podrían reducir la transmisión del dengue en zonas endémicas.

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Menopausia: un desequilibrio en la microbiota vaginal podría favorecer la inflamación

Un estudio realizado en mujeres posmenopáusicas indica que quizás algún día sea posible reducir la inflamación de la mucosa vaginal mediante la modulación de la microbiota vaginal, con la esperanza de reducir el riesgo de infección y cáncer cervical.

La microbiota vaginal

En el momento de la menopausia, la microbiota vaginal podría desempeñar un papel clave en la salud ginecológica de las mujeres.  

En circunstancias normales, ciertas bacterias lácticas llamadas lactobacilos, que son abundantes en la flora vaginal, acidifican el entorno vaginal y contribuyen al equilibrio de la microbiota.

Entre 45 y 55 años es la edad a la que comienza la transición menopáusica en la mayoría de las mujeres ¹

El 87% de las mujeres experimentan al menos 1 síntoma además del cese de la menstruación ²

Entre un 20 y un 25% de ellas sufren trastornos severos que afectan a su calidad de vida ²

¿Cuál es el mecanismo por el cual la menopausia altera la microbiota vaginal? 

Durante la premenopausia (el periodo anterior al cese definitivo de la menstruación, véase el recuadro), la disminución de las concentraciones de estrógenos provoca en las células de la mucosa una reducción del contenido de glucógeno, que es el alimento preferido de los lactobacilos. 

Ante la escasez de alimentos, estos últimos se vuelven menos abundantes y pierden su posición dominante, lo que puede causar desequilibrios en la microbiota vaginal ( (sidenote: Disbiosis La disbiosis no es un fenómeno homogéneo ya que varía en función del estado de salud de cada individuo. Se define generalmente como una alteración de la composición y funcionamiento de la microbiota, provocada por un conjunto de factores ambientales y relacionados con el individuo, que alteran el ecosistema microbiano. Levy M, Kolodziejczyk AA, Thaiss CA, et al. Dysbiosis and the immune system. Nat Rev Immunol. 2017;17(4):219-232. ) ). La disminución de las hormonas sexuales también se asocia a un aumento perjudicial de la diversidad microbiana.

El 55% de las mujeres sabe que, desde la infancia hasta la menopausia, la microbiota vaginal de la mujer no es la misma.

El problema es que varios estudios han demostrado que existe una asociación entre, por una parte, la pérdida del predominio de lactobacilos y el aumento de la diversidad bacteriana y, por otra parte, la inflamación de la mucosa vaginal. A su vez, la inflamación aumenta el riesgo de infección, especialmente de ITS (infecciones de transmisión sexual), así como de lesiones precancerosas del cuello uterino.

Si bien se ha demostrado la relación entre los cambios en la microbiota vaginal y la inflamación en mujeres premenopáusicas, hasta ahora no se habían realizado estudios para determinar si esta relación persiste después de la menopausia (véase el recuadro). 

Menopausia, premenopausia, posmenopausia o perimenopausia: ¿cuál es la diferencia?

La transición menopáusica, que se caracteriza por la disminución progresiva de las hormonas sexuales femeninas, abarca un periodo de varios años.

  • La premenopausia (o perimenopausia) es el periodo crucial previo a la menopausia. Precede al final de la menstruación, cuando aparecen los famosos síntomas menopáusicos (sofocos, sequedad vaginal, trastornos del sueño, etc.). Su duración es en promedio de 4 años (de 2 a 8 años).
  • La menopausia es el cese definitivo de la menstruación. Suele producirse entre los 45 y los 55 años.
  • La posmenopausia es el periodo que sigue a la menopausia. Empieza aproximadamente un año después de la menopausia. 

Modular la microbiota vaginal para mantener una buena salud

Con el fin de documentar esta cuestión, un equipo de investigadores estadounidenses utilizó los datos de 119 mujeres posmenopáusicas (edad media de 61 años) que habían participado en un ensayo clínico que comparó los efectos de los estrógenos sobre la flora vaginal con los de una crema hidratante. 

Estos investigadores analizaron las poblaciones bacterianas y los marcadores de inflamación (citocinas) en las secreciones vaginales de las voluntarias para determinar si existía alguna relación entre estos dos parámetros. 3

Resultados: las mujeres cuya microbiota vaginal muestra una mayor diversidad o contiene menos lactobacilos son las que presentan concentraciones más elevadas de citocinas. Por lo tanto, estas dos características de la microbiota vaginal están asociadas a la inflamación, al igual que en las mujeres premenopáusicas.

La microbiota vaginal

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Lo interesante de estos resultados es que tienden a indicar que algún día quizás sea posible, gracias a la modulación de la microbiota vaginal de las mujeres posmenopáusicas, limitar la inflamación de la mucosa vaginal y adoptar medidas preventivas para proteger su salud.

¿Qué es el síndrome genitourinario de la menopausia (SGM)?

Este término, que desde 2014 ha sustituido al de «atrofia vulvovaginal» o al término demasiado restrictivo de «sequedad vaginal», describe ciertos síntomas relacionados con el descenso de los niveles de estrógenos que se produce en la menopausia 4 :

  • Síntomas genitales: sequedad, ardor e irritación.
  • Síntomas sexuales: falta de lubricación, molestia y dolor.
  • Síntomas urinarios: urgencia urinaria, infecciones urinarias recurrentes, dolor, molestias y ardor al orinar (disuria)

Según un metanálisis publicado en 2022 5, el SGM afecta a:

  • más de la mitad de las mujeres posmenopáusicas (55,1%), 
  • una tercera parte de las mujeres perimenopáusicas (31,9%), 
  • una de cada 5 mujeres premenopáusicas (19,2%).
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¿Existe una relación entre dolor posoperatorio, cáncer de mama y microbiota intestinal?

Es una primicia: un equipo ha identificado unas bacterias intestinales asociadas a la presencia o la ausencia de dolor posquirúrgico persistente varios meses después de una intervención quirúrgica por cáncer de mama.

La microbiota intestinal Los probióticos Prebióticos: lo esencial para comprender

En cirugía, se habla de dolor posquirúrgico persistente (o DPQP) cuando el dolor sigue siendo significativo al menos 3 meses después de la intervención.

Un problema que afecta a millones de pacientes en el mundo y frente al que la ciencia todavía está bastante desarmada, aunque se sabe que ciertos factores son predisponentes (tipo de intervención, intensidad del dolor antes de la operación, actitud del paciente frente al dolor, factores genéticos).

Sin embargo, se dibuja una nueva pista, en la que no forzosamente se habría pensado en un primer momento: la de la microbiota… intestinal , en la que está implícito el famoso (sidenote: Eje intestino cerebro Red de comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, que permite la comunicación entre el intestino y el cerebro a través de tres vías: 
1. la vía neuronal (las neuronas), principalmente por el nervio vago y el sistema nervioso entérico;
2. la vía endocrina, mediante la secreción de hormonas, como el cortisol, la adrenalina o la serotonina,
3. la vía del sistema inmunitario, mediante la modulación de las citocinas. El eje intestino-cerebro actúa, entre otras cosas, sobre el comportamiento, la cognición (memoria), las emociones, el humor, los deseos, la percepción… y el dolor.
)
.

Por eso, manipular, antes de una operación, la microbiota intestinal con la ayuda de probióticosprebióticos podría reducir la incidencia del DPQP. En cualquier caso, esto es lo que sugiere un estudio preliminar que demuestra que ciertas bacterias del tubo digestivo se asocian al dolor después de una intervención quirúrgica por fractura de muñeca. Y lo que parece confirmar un estudio irlandés 1 que esta vez se centra en mujeres operadas por un cáncer de mama.

2,3 millones En 2022, 2,3 millones de mujeres fueron diagnosticadas de cáncer de mama en el mundo y se registraron 670 000 fallecimientos ²

La primera causa En 157 países de 185, el cáncer de mama era la primera causa de cáncer en las mujeres en 2022 ²

99 % Alrededor del 99 % de los cánceres de mama se producen en mujeres, frente al 0,5 a 1 % en los hombres ²

Bacterias intestinales asociadas a la presencia o ausencia de dolor 

Tres meses después de la operación, la mitad de las mujeres referían dolor persistente, mientras que la otra mitad no tenía especialmente dolor. Una diferencia que tenía relación con la diversidad de su microbiota intestinal: las pacientes que referían un dolor grave 1 hora y 3 meses después de la operación poseían una microbiota intestinal menos diversificada, en comparación con la de las mujeres que sufrían poco. 

Pero, sobre todo, ciertas bacterias parecían asociadas a la presencia o la ausencia de dolor posquirúrgico persistente después de someterse a una intervención por cáncer de mama: las mujeres que no referían dolor 3 meses después de la operación albergaban en su intestino más bacterias conocidas por sus efectos beneficiosos (Bifidobacterium longum y Faecalibacterium prausnitzii), mientras que las mujeres que padecían un DPQP albergaban más Megamonas hypermegale, Bacteroides pectinophilus, Ruminococcus bromii y Roseburia hominis.

¡El descubrimiento es importante! Sin embargo, atención, solo se trata de una asociación y, en ningún caso, de relaciones de causalidad. En este estadio, todavía no se puede decir que esta o aquella bacteria induce o reduce el dolor…

Microbiota y cáncer de mama

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